Se trata de una excepcional pieza escultórica del siglo II descubierta hace 127 años en Pamplona y que pertenece en la actualidad a un coleccionista de arte estadounidense.
La capital navarra cuenta con más de cien esculturas. Algunas de ellas, aunque las vemos a diario en nuestros recorridos cotidianos, pasan más desapercibidas