La localidad navarra de Gallipienzo está a punto de cumplir 1.100 años de vida. A pesar de que en todos los alrededores se han encontrados vestigios de la civilización romana, lo que está realmente documentado es que en los orígenes del Reino de Navarra, en el año 924 se erigió en un enclave estratégico fortificado con el objetivo de contener a las tropas musulmanas que avanzaban desde el sur.
Teniendo fronteras bien delimitadas, esta villa medieval enclavada en la roca fue también clave en la defensa del reino por su cercanía al Reino de Aragón. Desde entonces, esta pequeña localidad, que en la actualidad apenas sobrepasa los 100 habitantes censados, se ha mantenido con vida de manera ininterrumpida.
Y fruto del paso de los siglos por sus calles nos ha quedado un buen puñado de edificios medievales que hacen no sólo aconsejable la visita, sino casi necesaria para entender parte de la historia de Navarra, porque ya desde el siglo X figura cómo el rey Sancho III el Mayor asignó las rentas de la localidad a su hijo Ramiro.
Fue centro de una de las tenencias del reino, atalaya y puesto de vigilancia desde 1076. En la actualidad, todavía ostenta el privilegio de Infanzonía colectiva. Tuvo un molino sobre el río Aragón, una mina de cobre en el camino de Ayesa, un hospital; y hasta llegó a tener dos escuelas a comienzos del siglo XX.
Dominando el pueblo existió en época medieval un castillo, sobre cuyas ruinas se edificó la actual iglesia de San Salvador. El castillo fue destruido en el año 1472 por la princesa Leonor, infanta de Navarra y Aragón tras las disputas entre ambos reinos. La Iglesia de San Salvador fue construida entre los siglos XIII y XIV. Debido a su gran valor artístico fue declarada Bien de Interés Cultural en 1.994.
Enclavada justamente en la cima de la montaña en la que se asienta el pueblo, la Iglesia de San Salvador fue parroquia hasta 1785, fecha en que la sustituyó en esta función la iglesia de San Pedro, cuyo emplazamiento más bajo hacía su acceso más cómodo a los fieles. En su interior podemos encontrar pinturas de estilo franco gótico que recogen escenas de la vida de Cristo. La riqueza de dichas pinturas habla del esplendor medieval de la villa.
La otra gran iglesia es la de San Pedro, construida de manera simultánea a la de San Salvador. De esa época se conserva apenas la portada ya que fue reformada a finales del XVIII. En el interior encontramos un delicioso retablo mayor que data de 1629, con escenas de la Pasión de Cristo, y en las calles laterales temas referentes a San Pedro, y dos bellas imágenes de la Virgen, una bajo la advocación de la Virgen del Rosario, y una Virgen en pie de estilo gótico, del siglo XIV.
A poca distancia del núcleo urbano de Gallipiezo se pueden visitar las ruinas de la ermita de la Peña, que data del siglo XIII. Es un fantástico lugar para observar las estrellas debido a la poca contaminación lumínica.
Pasear por las calle de Gallipienzo nos permite disfrutar de la historia y del sabor medieval. Sus construcciones en piedra dejan unos maravillosos pasillos. Así les llaman a los espacios que separan una casa de otra y que antiguamente eran símbolo característico de las casas más nobles del pueblo. Un claro ejemplo es el pasillo de la calle Juego Largo.
