• martes, 19 de marzo de 2024
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SOCIEDAD

Muere el navarro que se enfrentó a ETA en el primer asesinato a un Guardia Civil

Fermín Garcés Hualde era camionero en 1968. Se enfrentó desarmado a los etarras que asesinaron al primer guardia civil, José Pardines Arcay y pudo cumplir su sueño de ser Guardia Civil.

Imagen de Fermín Garcés. Se enfrentó desarmado a los etarras que asesinaron al primer guardia civil, José Pardines Arcay. CEDIDA
Imagen del navarro Fermín Garcés. Se enfrentó desarmado a los etarras que asesinaron al primer guardia civil, José Pardines Arcay. CEDIDA
Fermín Garcés, el camionero de Valtierra que en 1968 se enfrentó a los etarras en el atentado que costó la vida al guardia civil José Pardines, el primer miembro del instituto armado asesinado por la banda terrorista, ha fallecido este martes a los 90 años.

"Nos ha dejado una gran persona...Fermín Garcés Hualde era camionero en 1968. Se enfrentó desarmado a los etarras que asesinaron al primer guardia civil, José Pardines Arcay. Después cumplió su ilusión de ser Guardia Civil", ha escrito el instituto armado en su cuenta de Twitter.

Garcés vivía en la madrileña calle de Bravo Murillo. Hace cuatro años, cuando se cumplían 50 años de ese atentado, recibió a Efe en su casa. "No me siento un héroe ni nada de eso; lo hice por humanidad", dijo en esa entrevista, en la que reconoció que no tuvo miedo en ese momento a pesar de jugarse la vida.

Fue un 7 de junio de 1968 cuando el agente Pardines regulaba el tráfico en Aduna (Gipuzkoa) y fue acribillado por cinco disparos que le causaron la muerte, la primera del historial sangriento de ETA.

Fermín transportaba maíz desde Francia a Madrid y era consciente de que la carga de su camión superaba en dos toneladas lo autorizado. Por eso, cuando vio a guardias civiles se puso en alerta y, de repente, escuchó un sonido parecido a un disparo.

Pensó que se trataba del ballestín de su camión, que cuando se rompe suena igual que un disparo. Pero su vehículo funcionaba con normalidad. Miró a su alrededor y vio como Pardines cayó muerto, a la vez que escuchó cuatro tiros más dirigidos al agente, un joven gallego de 25 años.

No dudó en bajarse del camión, pero los dos terroristas, Iñaki Sarasketa y Txabi Etxebarrieta, tiraron la moto que Pardines había puesto delante del coche de los sospechosos y se introdujeron en un Seat 850.

Fue entonces cuando el camionero, sin dudarlo, cogió de un hombro a Sarasketa y le espetó: "¡Quietos, asesinos, bandidos, quietos aquí!". Los terroristas le pusieron la pistola en la cabeza y no le mataron "de milagro".

Pudo llamar al cuartel de Tolosa, se cruzaron disparos. Etxebarrieta resultó herido -murió después- y Sarasketa consiguió llegar hasta la casa del cura de Tolosa tras amenazar al conductor de un coche, que tuvo que llevarle, pero finalmente fue detenido.

A partir de ahí, la vida del camionero, que hasta entonces trabajaba para una empresa, cambió radicalmente. En la Guardia Civil le ofrecieron regalarle un camión, pero él no quería nada, solo entrar en el cuerpo. Y lo hizo.

Hoy la Guardia Civil llora su muerte.


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