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PAMPLONA

Las estatuas del paseo de Sarasate de Pamplona ¿Quiénes son los 6 personajes?

Llegaron a Pamplona desde Madrid, donde se habían esculpido con otro fin distinto al que finalmente han tenido. 

Estátuas de Paseo Sarasate. PABLO LASAOSA
Una de las estatuas del Paseo de Sarasate en Pamplona. PABLO LASAOSA

El Paseo de Sarasate de Pamplona es una de las zonas más recorridas por los pamploneses cuando caminan por el centro de Pamplona. Este importante lugar que va a ser reformado por completo en los próximos meses, alberga un conjunto escultórico curioso y extraño para la mayoría. 

¿Quiénes son las personas representadas en estas estatuas repartidas por el paseo y que para muchos, además de extrañas, no resultan especialmente bonitas?

La historia de las esculturas se remonta a finales del siglo XIX, cuando en los momentos de reurbanización del paseo que entonces era conocido como Paseo Valencia (aquí te contamos por qué tenía ese nombre) se decidió incorporar algunas figuras a esta zona importante del centro de la ciudad. 

El Ayuntamiento de Pamplona se dirigió a Patrimonio Nacional en Madrid para que le fueran enviadas algunas de las figuras que se habían diseñado en un principio para el Palacio Real de Madrid y que se encontraban en un almacén sin un uso concreto y, algunas, de autor no muy claro o conocido. 

La idea principal era rescatar seis figuras de Reyes de Navarra, una idea perfecta para adornar y embellecer el Paseo de Sarasate, aunque no todo salió como tenía previsto el consistorio pamplonés. Esa fue la solicitud, en la que se añadió también otras obras como jarrones que complementarían todo el conjunto. 

Sin embargo, ni en Madrid ni en Pamplona tenían muy claro quiénes eran los Reyes de Navarra en las figuras, sobre todo porque ni siquiera la iconografía de las obras lo dejaba claro. En el centro donde se elaboraron participaron escultores de distintos países europeos y junto a figuras destacadas de la historia de España hubo también figuras de la época romas y otro tipo de piezas, todas ellas pensadas para el Palacio Real de Madrid. 

Desde el almacén de Madrid donde se guardaban las figuras se cogieron algunas estatuas que sí representaban a Reyes de Navarra, pero otras viajaron a Pamplona sin mucho sentido. Algunas obras que tenían "nombre y apellidos" eran, por ejemplo, las de Bárbara de Braganza y las Fernando VI.

En cualquier caso, en el año 1885 se inauguraron las estatuas del Paseo de Sarasate en Pamplona, que dieron algunas vueltas dentro del mismo espacio. En los años 50 se colocaron más cerca del actual edificio del Parlamento de Navarra, lo que entonces era el edificio de la Audiencia de Navarra. 

A Principios de los años 79, Patrimonio Nacional solicitó un cambio de figuras y se devolvieron las de Bárbara de Braganza y Fernando VI por otras dos que supuestamente eran Reyes de Navarra, aunque no terminaba de estar muy claro. Se enviaron dos estatuas de Felipe III de Navarra y de García Remírez el Restaurador, tal y como cita el historiador Ignacio Urricelqui. 

Estas dos estatuas, si cualquier se fija cuando camine por el Paseo de Sarasate de Pamplona, son las únicas que tienen un rótulo a los pies de la figuras, mientras que las otras cuatro no tienen nombres ni están identificadas. 

Supuestamente las otras corresponden a los reyes Jaime de Aragón, Sancho el Mayor y Sancho el Fuerte, aunque no es sencillo confirmar que sea así y que las personas que aparezcan sean estas. También se baraja la posibilidad de que algunas de ellas sean los Reyes suevos Recciario y Theodomiro.

En el año 2008, el consistorio pamplonés decidió limpiar las figuras de los 6 reyes de Sarasate debido al mal estado de conservación, expuestas permanentemente a las inclemencias climáticas, a los excrementos de las palomas e incluso a pintadas y actos vandálicos. 

Las estatuas estaban, además, muy ennegrecidas por la contaminación. Ahora, más de una década después, la situación sigue siendo parecida. 

La explicación que algunos historiadores han dado también a la fealdad de las figuras es, en parte, por la colocación a baja altura, ya que se piensa que fueron esculpidas y diseñadas para colocarse a gran altura y las estatuas guardan unas proporciones para ser admiradas desde abajo hacia arriba, no como las vemos ahora en el Paseo de Sarasate, casi de frente. Además, como iban a ser vistas con distancia, los autores no se prodigaron en detalles. 


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