• sábado, 27 de abril de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Agur, Irroña

Por Javier Ancín

Si fueran de un barrio de Soria se cagarían en ellos mismos por haber conducido su vida a esa vía muerta, pero que como son de Pamplona, se cagan en el vecino, que es facha.

Manifestación de ELA, con el lema 'Borrokan, irabazteko (En la lucha, para ganar)', con motivo del 1º de mayo. IÑIGO ALZUGARAY
Manifestación de ELA, con el lema 'Borrokan, irabazteko (En la lucha, para ganar)', con motivo del 1º de mayo. IÑIGO ALZUGARAY

Estoy currando. Aquí, en mi aquí, no es fiesta. He emigrado, me he ido de Pamplona y toca levantarse, mirar con alegría las nuevas calles tranquilas, sin política, y disfrutar del paseo matutino, previa parada en la cafetería que ya es como si lo fuera de toda la vida, camino de la oficina.

Lo primero que descubres cuando te vas de Irroña es la tranquilidad ideológica que se respira ahí fuera. No hay pancartas, no hay carteles, no hay manifas, no hay gente que, como esos hombre-anuncios de compro oro, van todo el santo día con una camiseta, para que cuando los mires, no veas a la persona sino su eterna reivindicación. El gran triunfo del aberchandalato es hacernos/haceros vivir en una sociedad en la que no puedes escapar de ellos, atrincherada, siempre en tensión. En Pamplona nunca hay relax, todo es una continua rueda del hámster de su monserga que abruma, que aturrulla, que agobia, que molesta. Allá donde miras solo hay un cartel aberchándal que te recuerda que vives bajo su dictadura mental.

No hay relaciones, no hay proyectos, no hay presentes, ni futuros, solo hay conflicto, de forma continua, como una niebla, como una humedad desagradable que te envuelve. Una cosa tan difusa que solo persigue anestesiar a los suyos, darles un objetivo para que no asuman las vidas de mierda que llevan la mayoría de sus votantes y joder al enemigo, no dejarle tranquilo, ser la puta china dentro del zapato. Y les funciona. Así llevan años. Mientras sus jefes viven como Dios, sus peones viven como siempre, en su agujero personal, existencial, de vidas más fracasadas que plenas.

Hace tiempo que me aburrí de mirar, bloqueando a tres o cuatro perfiles se hizo el silencio, porque al final nos aburrimos de todo, pero al principio de este viaje de escribir este folio me hacía gracia entretenerme en los que comentaban de forma más bestia, en los más desagradables. Las redes sociales son así, por mucho que pienses que eres anónimo siempre hay grietas más o menos grandes por las que se puede ver qué hay detrás, y lo que había prácticamente siempre eran vidas anodinas, trabajos monótonos, parejas desgastadas, vacaciones aburridas que si fueran de un barrio de Soria se cagarían en ellos mismos por haber conducido su vida a esa vía muerta, pero que como son de Pamplona, se cagan en el vecino, que es facha, y por lo tanto, el obstáculo principal que les impide llegar a la tierra prometida del paraíso en la tierra que es un estado étnico del que, es curioso, no cumplen ni ellos con los estándares.

Todos albergan la esperanza absurda de mejora sustancial de sus vidas cuando lleguen a ese nirvana, como si una vez conseguida la fusión de Navarra con Euskadi, la independencia ya ni Otegi se la plantea porque no pueden pagarla, un señoro con ikurriña les timbrará en su puerta para darles las llaves, pasando del barrio dormitorio de aluvión sesentero al ático en Miraconcha.

En fin, pensaba en todo esto el otro día bajando las cosas al coche, mirando las paredes de la calle repletas de carteles políticos que no dicen en realidad nada, lo opresiva que es esta sociedad de Irroña.

Aquí siempre hay una manifa por celebrar, la misma eterna manifa por celebrar. Y como ya gobiernan ellos, ya tienen el poder, de un tiempo a esta parte, ya no saben ni qué inventarse para seguir alimentando esa ficción entre sus bases para que no despierten, para que no se miren desnudos frente al espejo, mientras se colocan la cara de mala hostia y la sudadera con mensaje que hay que vender, camino de la manifa... otra vez la puta manifa de siempre, con su soniquete siempre cansino: euskal-presosoak-euskalerriá. Creo que ya todo lo hacen con esa entonación: ¿has- comprado-pan? Se-me-ha-olvidao.

No se qué de sozialismoa ponía en ese papel pegado en la pared de la sucursal del banco que tengo al lado del portal. Manifa, hay que ir, para que se enteren los fachas. Y una fecha y una hora y, otra vez, una casilla de salida, tras la que avanzar como un zombi tras una pancarta de plástico, creo que ya son los únicos que pueden usar plástico en Pamplona, porque está prohibido para todo lo demás, pintada con rotulador de ese que huele a alcohol que mata, que tampoco parece muy ecofriendly.

En fin, que disfruten mucho de San Saturnino, que pasen un buen día y que no les llueva demasiado. Yo, desde aquí, les miro con nostalgia, con cierta condescendencia también, sonrisilla de ay, pobres infelices, de haber logrado salir de esa burbuja insana, tóxica, que es Irroña. Tengo la misma sensación de paz mental que cuando dejé de fumar, por fin, y veía a otros corriendo al bajarnos del avión para encenderse el pitillo donde fuera. Y eso es todo.


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Agur, Irroña