• martes, 30 de abril de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Un recuerdo para el arquitecto navarro Manolo Sagastume

Por Javier Ancín

"No creo que nadie de los que aún lo habitan se haya enterado de que quien diseñó su hogar, ese lugar tan íntimo cargado de vida y por lo tanto de belleza donde todos nos sentimos protegidos, acaba de fallecer, casi en silencio".

Manuel Sagastume. COAVN
Manuel Sagastume. COAVN

Cuando era pequeño creía que, al hacerme mayor, todas las preguntas que me brotaban, tendrían respuesta. El otro día, meditando en un funeral, llevo una temporada fea de funerales, he renovado mis votos: no hay respuestas.

Es lo que hay. La vida es poco más que ser una botella mensajera lanzada al mar desde un mundo que ya no existe y con un destino completamente cierto, estamparse contra las rocas de los acantilados. Todos acabamos igual, solo cambia el pedrusco que nos rompe la frágil cáscara.

Vengo de un funeral y me escriben desde otro cuando voy hacia casa, por calles oscuras y frías, un poco más aturdido que de costumbre por el sinsentido que es todo.

Tienes que mencionar a Manolo Sagastume, me dice. Se merece que lo recordemos. Quizás el sentido de la vida sea eso, que alguien te recuerde cuando ya no estés. Un poquito al menos, un fogonazo. El "pero antes hubo vida" de Sorrentino con el que siempre voy tirando. Que es lo mismo que decir belleza. Y después nos quedará la belleza, su belleza, casi siempre silenciosa, sin que nadie se entere, aunque la sigan disfrutando.

No soy el más indicado porque no soy el más indicado para hacer nada -y menos escribir y menos sobre alguien que acaba de fallecer y que apenas traté-, pero un amigo suyo, arquitecto también, un sabio de Pamplona que admiro, de lo poco que admiro en esta ciudad, es quien me lo pide y al menos debo de intentarlo.

Ojalá saber escribir bonito para que quedara algo bonito porque me da mucho pudor acercarme a quien acaba de morir y solo conocí de lejos. Por eso reproduzco el mensaje que recibí tal cual, porque Javier, ese tocayo que me pide que escriba algo, ya lo ha escrito él mejor de lo que puedo conseguirlo yo.

"Manolo tenía carisma, era divertido, cantaba bien y contaba los chistes como nadie. Pero sobre todo era un buen arquitecto y una persona de fiar. Era Manolo Sagastume, un buen tipo. Nunca vi Venecia como con él, sus comentarios eran sabios pero siempre ocurrentes y divertidos. Fue un viaje, aquel de los años 80, inolvidable".

Me caía bien Manolo Sagastume, como te caen bien cuando eres pequeño algunos padres/tíos de compañeros y amigos del cole, de lejos, observándoles, escuchando si hablan a tu lado, sin molestar cuando te colabas en sus espacios.

Me caía muy bien además porque después, cuando ya todos crecimos y nos encontrábamos en las presentaciones de los libros de sus sobrinos, siempre se me acercaba y me trataba con un cariño y amabilidad que me sorprendía por cercano, bromista, divertido, un toma y daca de adulto a adulto alegre. Hace falta tener mucha generosidad para sentar en tu mesa de igual a igual a los que un día te conocieron de niño. Casi que solo deseaba que mis amigos escribieran más libros para encontrármelo en las presentaciones.

Por una de esas carambolas del destino viví en un edifico que fue diseño suyo. Y tuve la suerte de poder decírselo unos cuántas veces, lo mucho que me gusta por lo bien pensado que estaba: la belleza de que todo tenía su sentido, la felicidad de ir descubriéndolo poco a poco: la orientación, los espacios, las dimensiones, las proporciones...

No creo que nadie de los que aún lo habitan se haya enterado de que quien diseñó su hogar, ese lugar tan íntimo cargado de vida y por lo tanto de belleza donde todos nos sentimos protegidos, acaba de fallecer, casi en silencio. Yo soy un privilegiado que pude agradecérselo. Eso que me llevo. Y eso es todo.


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Un recuerdo para el arquitecto navarro Manolo Sagastume