• martes, 19 de marzo de 2024
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Opinión / Política Internacional

Navarra en Europa: un reto colectivo

Por Adriana Maldonado

Estos días hemos visto cómo el gobierno navarro se congratulaba por volver a abrir nuestra oficina en Bruselas. 

Imagen de la bandera de la Unión Europea EFE
Imagen de la bandera de la Unión Europea EFE

Triste celebración, tras haber lastrado durante cinco años nuestra posición en Europa, el centro neurálgico del poder institucional europeo y el segundo centro de decisiones más importante del mundo. Hoy, estar en Bruselas no es un lujo prescindible, es toda una obligación para el interés general de nuestra comunidad autónoma. 

En octubre de 1993 se iniciaba  la presencia del Gobierno de Navarra en Bruselas. Una misión ardua, aún a más de un lustro para compartir la moneda común y ante un horizonte nuevo y lleno de posibilidades: contratos públicos y licitaciones a las que nuestras empresas podrían tener acceso y, sobre todo, un mercado único para explorar y explotar.

Lamentablemente, este paréntesis de perfil bajo ante las instituciones comunitarias ha mermado la capacidad de Navarra para tejer relaciones y complicidades con los agentes sociales, políticos y administrativos a todos los niveles europeos. Y también hemos dejado de prestar más apoyo a nuestras empresas y ciudadanos para que conozcan las oportunidades que ofrece el mercado único, siendo tan compleja la burocracia europea.

Por eso, la reapertura de nuestra delegación en Bruselas, a pesar de ser un paso en la buena dirección, no es en absoluto suficiente. El Gobierno de navarra debe dotar a nuestra presencia en Bruselas de un sentido estratégico y escapar del "estar por estar". 

La responsabilidad de la nueva oficina debe tener un papel en dos direcciones: acercar Europa a todos los rincones de Navarra y hacer que todos los agentes de interés, social, cultural, económico e institucional de nuestra región tenga un acceso directo al centro del poder de la toma de decisiones europeo. Esta oficina tiene la obligación de ser la cara y los oídos de todos los y las navarras en Bruselas y un altavoz de nuestros intereses. 

En este sentido, no lanzamos un mensaje coherente al anunciar a bombo y plantillo  que duplicamos, hasta los 2,5 millones de euros, el presupuesto para reforzar la presencia de Navarra en Europa cuando paralelamente estamos quitando la bandera azul de doce estrellas del parlamento foral. Y es que, en realidad, estamos a años luz de las inversiones destinada por otras Comunidades Autónomas  tanto en lo que se refiere a personas como a medios para que sus intereses sean defendidos y escuchados en Bruselas.

Navarra ya ha entrado en la Eurorregión, con lo que ello significa para la creación de sinergias. Por eso precisamos de una visión clara sobre los retos y las demandas que nuestra tierra necesita de aquí a los próximos años. La Comisión de Juncker y el Parlamento Europeo elaboran legislación y dictan normas que afectan directamente a nuestros ciudadanos y empresas. Seamos conscientes y trabajemos en la pedagogía de que Europa importa y mucho. Sin ir más lejos, el  70% de la legislación que aplica el Parlamento de Navarra, es desarrollo de normativa europea.

La estrategia de posicionamiento debe pivotar en varios ejes principales; en primer lugar, la promoción exterior de empresas y a la internacionalización de la economía navarra. En segundo lugar, la captación de fondos comunitarios con la colaboración prioritaria de los ayuntamientos navarros y el análisis de los diferentes instrumentos financieros de la UE. Y por último la divulgación y concienciación de la importancia de Europa en nuestro día a día.

En materia económica, en el año 2016, las exportaciones navarras dirigidas a países de la Unión Europea representaron el 69,6 % del total de las exportaciones siendo a su vez el sector de la automoción el primero en cuanto a nuestras exportaciones.  No podemos quedarnos fuera del frenético ritmo europeo. En Europa conviven 260 regiones con las que debemos de interactuar, transferir conocimiento e innovar. 

Todos los gastos relativos a nuestra presencia en Bruselas no es que deban ser justificados, que por supuesto, sino que deben ser eficientes y entenderse como una inversión a medio plazo, la cual retornará, sin duda, en beneficio para nuestra tierra ya sea por los beneficios del mercado común, la financiación de proyectos, la atracción de talento o la nuevos modelos de innovación.  
Es imprescindible que el Ejecutivo Foral se vuelque, así como todo el arco parlamentario, en la apasionante tarea de posicionar a Navarra en un lugar  prioritario y estratégico en Bruselas. 

Este mes, y coincidiendo con el  60 aniversario del Tratado de Roma, es el momento más oportuno para echar la vista atrás, para analizar lo logrado y para establecer los objetivos a alcanzar en el futuro. Seamos valientes, apostemos por una Navarra cosmopolita, vanguardista, que sea un actor fundamental de los avances europeos que el futuro nos depara. Llevemos a Navarra al lugar que merece ocupar en la esfera europea. 


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