• sábado, 27 de abril de 2024
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Blog / Cartas al director

¿Quién te pone los límites?

Por La voz de los lectores

Carta enviada por José Iribas Sánchez-Boado

De izquierda a derecha, Alex Roca, su mujer e intérprete, Mari Carmen Maza, la delegada de estudiantes de la Universidad, Marta Olaizola y Luis Casado, periodista, fundador y presidente de la Fundación Iddeas. UNIVERSIDAD DE NAVARRA
De izquierda a derecha, Alex Roca, su mujer e intérprete, Mari Carmen Maza, la delegada de estudiantes de la Universidad, Marta Olaizola y Luis Casado, periodista, fundador y presidente de la Fundación Iddeas. UNIVERSIDAD DE NAVARRA

“Morirá o se quedará en estado vegetativo”, decían de él al poco de nacer.

¿Puede esa persona, treinta años después, con parálisis cerebral y con una discapacidad física del 76% culminar una maratón?

Lo ha hecho.

Se llama Alex Roca. Y hace honor a su apellido. Seguramente le conoces de cuando apareció en El Hormiguero. Se hizo célebre precisamente por lo que te he contado.

Con ocasión del Congreso organizado en Pamplona por Tantaka: “Capacitarse para entender la discapacidad tuve la fortuna de compartir con él un buen rato, gracias a que Campus Home, patrocinador del evento, me ofreció esa oportunidad.

Alex se me mostró como un gran tipo que hace de los problemas retos y de los retos oportunidades.

En su sesión, que abarrotó el Teatro del Museo de la Universidad, ese Alex “dado por muerto” -o casi-, nos demostró su vitalidad.

Alex no busca ser mejor que otros: busca ser mejor que ayer. Y lo sueña. Y lo entrena; y lo trabaja; y lo suda. ¡Mira que ha superado obstáculos! Y siempre sonriendo.

Al reunirme con Alex recordaba la buena amistad que trabé, en mis tiempos de concejal de Pamplona, con un chaval invidente navarro, Xabier.

Xabier dominaba varias lenguas extranjeras, tocaba el piano genial, e incluso en sus años de estudios universitarios, viajó a Paderborn, ciudad hermana, a hacer su Erasmus.

Tanto Alex como Xabier tendrían motivos para que se nos remueva algo por dentro cuando, a veces, decimos “no puedo”.

Con éxitos o sin ellos, todas las personas somos igualmente dignas. No podemos valorar a ningún ser humano por lo que logra, por lo que hace, por lo que produce, sino por lo que es. 

Pero es verdad que testimonios de superación como estos ayudan a nuestros jóvenes, a nuestros estudiantes, y a cualquiera que tenga un mínimo de sensibilidad, a ser conscientes de la importancia de la perseverancia, del esfuerzo. Porque los valores de siempre, siempre valen. Y porque, más veces de las debidas, los límites te los pones tú.

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¿Quién te pone los límites?