• sábado, 27 de abril de 2024
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SOCIEDAD

Sor Ignacia, la monja navarra que tiene una calle y una estatua en el centro de Zamora

Gracias a su ingenio y al trabajo de su congregación religiosa, centenares de niños sin hogar tuvieron oportunidades en la vida.

Monumento a Sor Ignacia Idoate en el centro de Zamora. Foto: JIALXV
Monumento a Sor Ignacia Idoate en el centro de Zamora. Foto: JIALXV

Paseando por el casco histórico de Zamora, justo detrás de la Diputación Provincial, en lo que antiguamente fue el Hospital de la Encarnación, se encuentra una escultura de bronce dedicada a una navarra a la que la capital castellanoleonesa le está muy agradecida. Es más, no sólo tiene un busto, sino también una calle

Se trata de Ignacia Idoate Iragui, más conocida como sor Ignacia en Zamora, a donde llegó con 18 años procedente de Sangüesa, previo paso para despedirse de su familia por su Oricáin natal.

Ignacia nació por poco en el siglo XX. Llegó al mundo el 15 de enero de 1900 en una familia de labradores de la clase media navarra. Eso sí, era una familia de profundas raíces cristianas. Hija de Carlos y María, que eran los dueños de la casa más importante de Oricáin, la mandaron a estudiar al colegio de las Hijas de la Caridad de Sangüesa.

Al terminar sus estudios primarios y alcanzar la edad de noviciado, pidió la admisión en el convento con la oposición frontal de su familia ya que era hija única, y por tanto heredera. Aún así, ingresó en la orden el 14 de marzo de 1919, y sólo medio año después, tras tomar los hábitos, la enviaron al que fue su único destino: el hospicio de Nuestra Señora del Tránsito de Zamora, que acogía a niños sin hogar.

Según recoge la Real Academia de la Historia en la biografía de esta monja navarra, las once hermanas que vivían en el hospicio se encargaban de su cuidado, alimentación, alojamiento y educación. Su interés no era otro que conseguir que todos aquellos niños acogidos, que a lo largo de su vida se contaban por centenares, tuvieran oportunidades.

Cuando alcanzó los 41 años de edad, poco después de acabar la Guerra Civil, fue nombrada madre superiora. Aquellos años de hambre y necesidad hicieron que sor Ignacia agudizara el ingenio para conseguir de entre los que tenían, aquellos que los niños del hospicio le faltaba. 

A ella se debe la creación de una fábrica de alpargatas en Zamora, ante la imposibilidad económica de comprarlas, pensó que saldría más económico fabricarlas. Para poner en marcha la misma, invirtió la herencia familiar que sus padres le habían dejado a su fallecimiento en Oricáin.

Pocos años más tarde, fundó la Casa Hogar María Inmaculada, una residencia para chicas jóvenes y organizó para ellas distintos talleres textiles para dotarlas de un oficio con el que pudieran ganarse la vida. La iniciativa fue un éxito y las autoridades de la capital zamorana le animaron a hacer lo mismo con los chicos. Fue entonces cuando fundó la Casa Hogar San Vicente de Paúl, con talleres de oficios masculinos. Su idea fue imitada por docenas de hospicios de toda España.

Todos aquellos méritos le valieron la Medalla de Oro de la provincia de Zamora, concedida en 1952, así como multitud de reconocimientos, tal vez, lo menos buscado por ella. Uno de los últimos grandes reconocimientos a su labor fue la decisión del Ayuntamiento de Zamora de ponerle su nombre a la antigua calle de la Misericordia de la capital. Fue en 1993, 18 años después de su fallecimiento el 18 de noviembre de 1975.

Dos meses antes de fallecer, sor Ignacia había sido trasladada a Madrid, ya sin responsabilidades dentro de la comunidad religiosa. Muchos de los que fueron alumnos en el hospicio y en los talleres, al tener conocimiento de su fallecimiento, se organizaron para llevarla de vuelta a Zamora, donde reposa su cuerpo.

Asimismo, en la calle de Las Damas, se instaló una estatua del escultor Antonio Pedrero en septiembre del año 2000, cuando se celebraba el centenario de su nacimiento.

Monumento a Sor Ignacia Idoate en el centro de Zamora. Foto: JIALXV
Monumento a Sor Ignacia Idoate en el centro de Zamora. Foto: JIALXV


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Sor Ignacia, la monja navarra que tiene una calle y una estatua en el centro de Zamora