• sábado, 27 de abril de 2024
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Opinión / Tribuna

Los ingentes retos económicos de José Luis Arasti en Navarra

Por Manuel Sarobe Oyarzun

El consejero minimiza la importancia de la presión tributaria arguyendo que los inversores valoran “la seguridad jurídica, la tasa de paro y las universidades”.  Veamos qué ofrece la Comunidad Foral al respecto.

Acto de toma de posesión de José Luis Arasti como consejero de Economía y Hacienda, con la presencia de la presidenta María Chivite, en el Salón del Trono del Palacio de Navarra. IÑIGO ALZUGARAY

Un medio local entrevistaba recientemente a José Luis Arasti Pérez, flamante consejero de Economía y Hacienda del Gobierno de Navarra. Como cabe imaginar, una de las primeras cuestiones planteadas al político milagrés es la tocante al profundo descontento de los empresarios -y de la ciudadanía, añadiría yo- con la alta fiscalidad del Viejo Reyno, que debemos a Uxue Barkos y María Chivite.

La interviú ha coincidido con la publicación del último informe anual sobre competitividad fiscal elaborado por la Tax Foundation que, una vez más, nos deja en mal lugar. Navarra ocupa el puesto 13 sobre 19, tras perder dos posiciones. Ignoro si se han tenido en cuenta las rebajas tributarias que las comunidades recuperadas por el PP en las recientes elecciones autonómicas están implementando. La coalición gobernante, tenaz en el error, sigue sin entender que bajar impuestos no implica necesariamente mermar la recaudación. El último ejemplo lo hemos visto en Madrid, donde la reducción de la fiscalidad de las donaciones entre parientes colaterales -hermanos, tíos y sobrinos- ha duplicado lo ingresado por tal concepto.

El consejero minimiza la importancia de la presión tributaria arguyendo que los inversores valoran “la seguridad jurídica, la tasa de paro y las universidades”.  Veamos qué ofrece la Comunidad Foral al respecto.

Acabamos de saber que Audenasa, empresa gestora de la Autopista AP-15, ha demandado al Gobierno de Navarra por haber anulado unilateralmente las bonificaciones fiscales pactadas con ocasión de la ampliación de la concesión suscrita entre ambas partes en 2014.  La cuestión no es si tales bonificaciones son justas o no, sino si es admisible que el Gobierno, vulnerando el principio “pacta sunt servanda”, altere las reglas de juego a mitad de partido. ¿Es esto lo que Arasti entiende por seguridad jurídica? 

La alusión del consejero a nuestra tasa de paro tampoco se antoja afortunada teniendo en cuenta que desde que gobierna Chivite, Navarra ha descendido 7 puestos en dicho ránking. A menos, claro está, que el socialista se felicite porque con los 4.000 desempleados más que debemos a la coalición autoproclamada de progreso, los empresarios tienen más donde elegir…

Se refiere finalmente el ribero a nuestras universidades. Celebro que se reconozca que estos centros de enseñanza, además de templos del saber, son importantes dinamizadores de la economía local, algo de lo que no fueron conscientes los socialistas que impidieron que la Universidad de Navarra erigiera varios centros punteros de investigación biomédica en su campus pamplonés. Don Félix Huarte, que maniobró para que la facultad de arquitectura recalara aquí en lugar de en San Sebastián, habría corrido a gorrazos con toda razón a esos políticos tan cortos de miras.

El consejero guarda un sonoro silencio sobre otros factores que todo inversor tiene muy en cuenta, como las infraestructuras y los servicios públicos. Motivos tiene para callar, pues en Noáin apenas operan vuelos, y la alta velocidad ferroviaria, al igual que la segunda fase del Canal de Navarra -cuya importancia estratégica se agiganta cada día ante el implacable avance del cambio climático- acumulan desesperantes retrasos.

Arasti remata su entrevista loando a Bildu por su apoyo a las políticas “progresistas”. A saber qué entenderá este disciplinado sanchista por progreso. Y es que, ¿saben qué grupo parlamentario presentó la enmienda que propició la litigiosa eliminación de la exención tributaria a Audenasa? Bildu. ¿Saben qué formación alentó el infierno fiscal en el que estamos sumidos? Bildu. ¿Saben quiénes lideraron la oposición a la ampliación de la Universidad privada, a la que acabaron arrastrando al PSN? Bildu. ¿Saben quiénes son los que con más ahínco se han empeñado en desertizar Navarra, boicoteando el pantano de Itoiz, o en aislarnos, oponiéndose tanto a la A-15 como al TAV? Los eusko cromañones ante los que el socialismo foral se ha arrodillado, hasta el punto de preferirlos para presidir la Federación Navarra de Municipios y Concejos a sus propios candidatos.

Bien es cierto que no hay mal que por bien no venga. Imagino el alivio que habrán experimentado los miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado ante el cese de Arasti como Delegado del Gobierno. Y es que no ha de ser fácil para los guardias civiles atrincherados en las casas cuartel de Alsasua o de Leiza desayunarse con los piquitos del otrora gobernador civil a quienes ya no les matan, pero siguen sin dejarles vivir.

Los retos de Arasti son titánicos, pues a una desacertada política de ingresos se añade otra no menos desacertada política de gastos. Navarra, antaño vivero de emprendedores, ha devenido tierra de funcionarios. El gasto en empleados públicos no deja de crecer. Nadie se atreve a auditar la Administración foral, sobre todo la llamada “núcleo”, repleta de jefes sin ningún subordinado a su cargo. Hay un exceso de altos funcionarios, acentuado por un sobredimensionado organigrama de Gobierno, mientras escasean médicos de cabecera, que no quieren venir aquí ni siquiera para formarse vía MIR. La confianza en lo que Arasti pueda lograr es limitada, pues el funcionamiento de la Administración General del Estado en nuestra comunidad, hasta ahora bajo su responsabilidad, ha dejado mucho que desear. Quienes hayan intentado acudir presencialmente a una oficina de la Seguridad Social o de Extranjería sabrán de lo que hablo.

Urge ser más eficientes en el gasto. Nunca antes tantos recursos disponibles se tradujeron en unos servicios públicos tan deficientes. Nuestra Sanidad es quizás el caso más flagrante. Los medios se hacen eco a diario de las amargas quejas de los pacientes. Algunas de ellas, las que relacionan la injustificable tardanza en la prestación de la atención médica con consecuencias fatales, deberían enviarse más que a la sección de cartas al director de los periódicos, a la fiscalía. Qué tiempos aquellos en los que el mayor problema de la Sanidad foral era que Mediterránea de Cátering servía la sopa fría. Me pregunto dónde están aquellos sindicatos y asociaciones en defensa de la sanidad pública que tan vehementemente se manifestaron contra la privatización de las cocinas hospitalarias. ¿Esperan, como decía el bueno de Mingote, a que la derecha llegue al poder para echarse a la calle?

Hubo un tiempo en el que creímos -equivocadamente- que Navarra estaba llamada a liderar todos los ránkings porque sí. Hoy sabemos que alcanzamos la cúspide del progreso y del bienestar nacionales merced a una excelente gestión que en buena medida se truncó con el advenimiento de los gobiernos del cambio. A los datos me remito. Es por ello que con el paso del tiempo se agrandan los logros de UPN en comunión con aquellos socialistas -ya extintos- que, jugándose literalmente la vida, sirvieron eficazmente al interés general de Navarra a diferencia de los actuales, que buscan su propio beneficio y el de unos abertzales que lo agradecen cubriendo de mierda la tumba de Fernando Buesa. Más de un socialista debería releer la fábula de la rana y del escorpión. Pardillos.


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