• sábado, 27 de abril de 2024
  • Actualizado 13:45

Opinión / Tribuna

El futuro incierto de Navarra con su Gobierno de "progreso"

Por Manuel Sarobe Oyarzun

Uxue Barkos Berruezo accedió a la presidencia de Navarra en julio de 2015. Heredó de Yolanda Barcina Angulo una perita en dulce pues, por aquel entonces, el Viejo Reyno lideraba todos los ránkings imaginables.

El secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, junto a la presidenta del Gobierno de Navarra María Chivite y la expresidente de Geroa Bai Uxue Barkos. EFE/ Jesus Dig

Un buen gobernante no debería cambiar aquello que funciona bien. No actuó así Barkos, periodista de formación y líder de una coalición sin experiencia en la gestión pública, que perpetró algo tan inaudito como utilizar el Régimen Foral para hacer a los navarros de peor condición que el resto de los españoles. Presionada por el siempre tóxico Bildu, que no desaprovecha ninguna ocasión para boicotear el desarrollo de Navarra, instauró un infierno fiscal y paralizó las obras públicas clave para el progreso de nuestra tierra. Puso así un abrupto fin a las exitosas políticas dinamizadoras de la economía iniciadas en la década de los 60 por unos personajes preclaros, que encumbraron a Navarra. Las consecuencias no se hicieron esperar; un estudio de la Institución Futuro revela que la competitividad de la Comunidad Foral se estancó en 2016, situación que se prolonga hasta hoy.

Ello, como es de suponer, ha tenido su reflejo en el empleo. En 2015 presumíamos de la tasa de paro más baja de España; hoy ocupamos la séptima posición. Estamos varados, observando abúlicos cómo nuestros vecinos nos comen la merienda. El balance de la pasada legislatura de María Victoria Chivite Navascués no puede ser más negativo. En 2019 Navarra tenía menos desempleo que Euskadi, Aragón y La Rioja. Hoy es superior al de todos ellos. En estos cuatro últimos años dichas comunidades han reducido sus desocupados en 14.300, 9.200 y 3.800 personas, mientras que aquí han aumentado en 4.400.

Se supone que las elecciones sirven para premiar o castigar la gestión de los mandatarios. Sorprende que los de La Rioja y Aragón, que lo han hecho bastante mejor que los navarros, hayan sido desalojados del poder mientras que aquí hemos renovado la confianza en quienes, además del incremento del desempleo, son responsables del acusado deterioro de los servicios públicos, en particular de una Sanidad en caída libre -imagino a las aseguradoras privadas celebrando el resultado electoral-. Algo  especialmente sangrante teniendo en cuenta que pagamos más impuestos que nadie.

¿Para qué diablos nos quitan tanto dinero, si no saben administrarlo? Félix Taberna, el enésimo vicepresidente de Navarra, recordaba recientemente que seguía viviendo en un piso de 57 metros, sin televisión. Lo primero que ha hecho nada más tomar posesión de sus responsabilidades ha sido anunciar la creación de más altos cargos. Me pregunto por qué esa austeridad en el manejo de lo privado, de la que parece enorgullecerse, no la aplica también en el ámbito público. ¿Acaso el metálico de los ciudadanos no merece tanto miramiento como el propio?

El futuro se presenta incierto. Euskadi sigue ofreciendo la fiscalidad más atractiva de España, solo por detrás de Madrid, y apuesta decididamente por el AVE.  En Aragón, donde ya disfrutan de él, su presidente ha prometido reducir impuestos e intensificar la atracción de empresas. También La Rioja, cuyo Parlamento apuesta unánimemente por un tren moderno, anuncia rebajas tributarias. Atrás quedan los años en los que los riojanos cruzaban la muga para instalarse en Viana.

Aquí, entre tanto, seguimos empanados. No hay ningún indicio de que el nuevo cuatripartito vaya a atender las peticiones de un empresariado afónico de tanto clamar por que se revise una fiscalidad que disuade la inversión. Los trogloditas de Bildu, compañeros de viaje de Chivite, están abiertamente en contra del TAV y del Canal de Navarra, aunque, llegado el día, serán los primeros en disfrutar de ellos. No estamos haciendo absolutamente nada para revertir la pérdida de competitividad de la Comunidad Foral. Véase el fiasco de VW Landaben con las baterías.

Los inversores también valoran la estabilidad política, algo que difícilmente puede garantizar un Gobierno que apenas cuenta con el respaldo de 21 de los 50 parlamentarios. Aunque su altiva presidenta apela al diálogo, es palmario que no quiere saber nada de la mayoría social de Navarra, lo cual desmiente su pretendida vocación de centralidad.

Los socialistas, como se ha dicho, han elegido nuevamente a Bildu como socio preferente para sacar adelante la legislatura, lo cual, obviamente, no saldrá gratis. Su cabecilla local es un tipo que en los años de plomo abogó por que ETA extendiera el sufrimiento, entre otros colectivos, a unos empresarios -presentados como oligarcas explotadores de la clase obrera- a los que se extorsionó (9.000), secuestró (52) y asesinó (49).  A quienes objeten que no cabe seguir escudándose en una banda ya desaparecida les recordaré que esa herida no acabará de cicatrizar hasta que amorales como Adolfo Araiz Flamarique pidan perdón por tanto dolor como nos infligieron, en lugar de pavonearse sonrientes por nuestras instituciones democráticas sabedores de que no necesitan ninguno de los múltiples cargos de la elefantiásica Administración Foral para mandar más que nadie.

Conozco a quienes, ante este sombrío panorama, y perdida toda esperanza de que salgamos del oscuro túnel en el que nosotros solos nos hemos metido, sopesan seriamente trasladarse a Madrid -siguiendo la estela de Barkos, por cierto-, algo hasta ahora inédito. Son -todavía- pocos, pero grandes contribuyentes. A su favor juega que allá se reencontrarán con los hijos o nietos que ha acogido una capital a la que el talento foral se fuga a chorros.

Me pregunto qué podemos ofrecer para contrarrestar los altos impuestos, las infraestructuras obsoletas, la dependencia de los herederos de ETA y el empuje de nuestros vecinos, libres de todos esos males. Y no se me ocurre nada. Porque me da a mí que repetir hasta la náusea que tenemos un Gobierno “de progreso” no será por sí solo suficiente para que quienes crean riqueza decidan jugarse sus cuartos aquí. Siempre quedará, eso sí, la posibilidad de que, a falta de emprendedores, María Chivite nos haga funcionarios a todos, que por ahí vamos. En fin, esto es lo que hemos votado. Toca cargar con ello cuatro años. Cuatro largos años.


  • Los comentarios que falten el respeto y que no se ciñan al tema de la noticia, podrán ser eliminados.
  • Cada usuario será el único responsable de sus comentarios.
El futuro incierto de Navarra con su Gobierno de "progreso"