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Opinión / A mí no me líe

El euskera no me interesa

Por Javier Ancín

El euskera siempre me había parecido una inutilidad más de nuestra sociedad moderna, pero que consideraba inofensivo.

Asirón recoge el testigo en forma de Ikurriña durante la Korrika en Pamplona. MIGUEL OSÉS (1)
Asirón recoge el testigo en forma de Ikurriña durante la Korrika en Pamplona. MIGUEL OSÉS

Un exotismo del pasado, yo qué sé, como los mercados medievales que se montan en verano en un pueblo sí y en otro también, o la máquina de coser de la bisabuela, esa Singer con pedal de hierro que tantos salones ha decorado en nuestras vidas y que ya nadie usa.

Hasta que un día ves que el euskera se lleva pasta y pasta y más pasta pública y empiezas a hacerte preguntas. ¿Para qué, con lo que hace falta el dinero para cosas importantes, sanidad, por ejemplo, política social, si solo un 6% lo quiere aprender/usar?

¿Qué locura es esa de meter tantos millones de euros públicos en fomentar un idioma? Si la gente quiere aprenderlo, ya lo aprenderá.

¿Por qué tenemos que pagar entre todos su fomento? Porque el euskera no es un idioma, es un modo de ganar dinero. El euskera es un negocio. Una forma como otra cualquiera de conseguir un puesto de trabajo y poder frente al resto. Una forma de buscar un privilegio frente a la mayoría que te haga vivir mejor.

El euskera solo es el ariete de un proyecto social que da mucho miedo porque busca la desigualdad absoluta entre los que habitan esta sociedad.

Y más problemas. El euskera, muchos de mi generación, lo empezamos a ver en cuanto nos hicimos preguntas como un cachivache antipático, contaminado de terror, que si gora eta militarra, que si jotakés por allá, que si kanpora, que si txakurras...

Solo escuchábamos en realidad ese idioma asociado a la mala hostia, el odio, la amenaza y la violencia. Ese uso del idioma, a los que lo hablan, a los que dicen que lo aman, no parece que haya molestado nunca, porque jamás han manifestado rechazo alguno a que su idioma fuera vehículo perfecto para el mensaje fascista y el totalitario, para el mensaje del terror. A mí me daría vergüenza, pero yo la tengo, pero yo no gano dinero con ello. Quizás sea eso...

¿Tengo que sentir simpatía por un idioma que solo se nos ha manifestado a mi generación para fomentar proyectos asesinos, violencia, amenazas y caos?

Pues la verdad es que si ellos no se molestaron en separarlo del infierno, no seré yo quien me tome la molestia de bajar a él para hacerles el trabajo sucio, quizás porque ya ni se pueda separar. Vete tú a saber.

Hablando en idioma nacionalista, si ellos no han querido seducirnos para que sintamos algún tipo de curiosidad por el euskera a los que no lo tratamos, no seré yo quien les haga el trabajo erótico, que ya estoy vago para ponerme tontorrón así como así.

En realidad, siempre he sospechado, que el nacionalismo vasco solo quiere el euskera como herramienta, una azada de las que se lanzan en Marcilla, para montar su sociedad Frankenstein. O un pico y una pala para cavar trincheras, o nuestra tumba, la de la mayoría. Al nacionalismo vasco le importa un pimiento la comunicación, ellos quieren la diferenciación.

Reducir el círculo, homogeneizarlo, hacernos a todos de una única manera, su manera, que es la única forma que tienen de que seamos. Su forma es buena, cualquier otra es mala. Así dividen la sociedad. Ellos son los buenos, el resto los herejes, los pecadores, los inmorales, los que tenemos que ser expulsados, ni voz ni voto, de su sociedad. El euskera es el martillo neumático para jugar a ingenieros de almas y reventarlo todo.

Todo lo relacionado con el euskera nunca va destinado a fomentar la comunicación. Por ejemplo, fomentar el euskera con una prueba deportiva es demencial, corriendo como pollos sin cabeza con la ikurriña en un palo (¿para qué necesita un idioma un bandera política?), que te deja sin aliento para hablarlo y una vez llegado, encontrarte con los de los cencerros en el culo, que es el sonido ideal para que no puedas comunicarte con el de al lado porque con tanto ruido de ganado no se escucha una mierda.

Que luego jueguen al chantaje esos que jamás han intentado desactivar el uso bélico de su idioma, con que si lingua navarrorum, que ya sabemos que es mentira, que ya sabemos que no se refería al euskera esa expresión latina; o que si San Francisco Javier lo hablaba, que ya sabemos también que es otra falacia, porque sabemos que no hay ninguna prueba que sustente ese deseo, nos deja fríos a muchos ya.

Por no hablar del racismo, la xenofobia con olor a toalla mojada revenida, que subyace bajo este chantaje, bajo ese tienes que amarlo por cojones porque es de tu etnia. Yo no tengo ni identidad ni etnia. Yo no tengo pedigrí. Yo amo lo que quiero sin preguntarle su origen. Yo soy libre.

¿Navarro el euskera? Más navarro es el pacharán y a mí no me gusta. Puestos a preferir, me quedo con algún whisky japonés, que son los mejores del mundo. Y eso es todo.


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El euskera no me interesa