• viernes, 26 de abril de 2024
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Opinión / Es periodista, uno de los fundadores de Telemadrid y su primer director de informativos.

Las urnas de junio

Por Fermín Bocos

No solo es Pedro Sánchez quien se la juega el 26 J si Unidos Podemos consigue superar al PSOE.

En última instancia que un político se retire de la escena asumiendo la evidencia de un fracaso no tendría mayor importancia. Otro vendría a ocupar su lugar y la vida seguiría su curso. En esta ocasión, la cosa es más compleja porque lo que está en juego es la supervivencia del sistema de valores democráticos  asentado durante la transición hacia la democracia. Que quien pueda convertirse en referente de la izquierda española llegando incluso a ganar las elecciones, sea Unidos Podemos una coalición nucleada en torno a un dirigente como Pablo Iglesias ungido por el veterano comunista Julio Anguita como fiel depositario del ideario leninista indica lo poco que hemos aprendido de la Historia y lo mucho que se juega el país en las urnas de junio.

En los años setenta del siglo pasado algunos líderes comunistas europeos con el italiano Enrico Berlinguer a la cabeza (también el PCE bajo la dirección del Santiago Carrillo) alumbraron un construcción política a la que llamaron "eurocomunismo" con la que durante los años finales de la Guerra Fría ensayaron, sin éxito, llegar al poder  en Italia y en Francia  marcando distancias con la Unión Soviética que con tanta brutalidad había tratado las fallidas revueltas democráticas de algunos países integrados en el Pacto de Varsovia. El eurocomunismo triunfaba en las aulas y fracasaba en las urnas. Tuvo incluso antagonistas feroces entre los poseídos por la fiebre maoísta desatada entre las élites intelectuales europeas a raíz del Mayo del 68. Era surrealista ver y escuchar a personajes criados en ambientes de la gran burguesía francesa italiana o alemana -también los hubo entre nosotros, en España- defendiendo los logros del régimen comunista chino. Se cuentan por decenas los libros de teoría política anclados en un discurso insoportablemente acrítico respecto de los regímenes comunistas.

En Europa todo aquel edificio se desmoronó a partir de la caída de Muro en noviembre del 1989.Cayó el Muro y después se desintegró la Unión Soviética. El epitafio para aquella aventura rusa que había empezado como un sueño liberador y acabó siendo una pesadilla es de Vladimir Putin. "Quien no extrañe a la URSS, no tiene corazón. Quien la quiera de vuelta no tiene cerebro". Y en eso estamos. En España, el comunismo del siglo XXI se presenta bajo una etiqueta de movimiento transversal populista que además de miles de jóvenes idealistas recluta apoyos entre los desahuciados por la crisis, los parados sin esperanza de encontrar empleo, las víctimas de los abusos de los bancos, los pensionistas agobiados y los cabreados ante el insoportable hedor de los casos de corrupción que salpican tanto al PP como al PSOE. Nunca deberíamos haber  llegado a donde estamos pero los sondeos de intención de voto dicen lo que dicen. Lo que no señalan es que es mucho más de lo que se ve a simple vista lo que está en juego en las urnas de junio.


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