• viernes, 26 de abril de 2024
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Opinión / El zurriago de Oteyzerena

Aznárez y la memoria histórica

Por Carlos Jordán

Tomaré como propia la acertadísima reflexión del parlamentario socialista Santos Cerdán cuando dijo que a la presidenta con cerebro de chicle le gusta ser protagonista haciendo numeritos.

Ainhoa Aznarez preside la mesa de portavoces. PABLO LASAOSA
Ainhoa Aznarez preside la mesa de portavoces. PABLO LASAOSA

El problema de esos numeritos es que por ser ella la representación del parlamento de cara al exterior habla por todos nosotros, pero no podría esperarse menos de la infame presidenta Barcos, que necesita sujetar su cargo con una mediocre en la presidencia del Parlamento

Como entre las dos presidentas parece haber una competición por ver quién hace el mayor ridículo o desvaría más, empezaron con la placa a los empleados de la Diputación fusilados por luchar por una España republicana, donde aparece incomprensiblemente Francisco Lizarza Martínez de Morentín, un carlista sentenciado a muerte por dejarse sobornar en un intercambio de prisioneros entre el bando nacional y el republicano por unos empresarios apresados por los republicanos.

Ahora Aznarez se revuelca otra vez en la memoria histórica, y por ello nombraré, ya puestos, los sucesos de Casas Viejas, donde el Gobierno Republicano mandó "defender a España de la anarquía que se estaba levantando en todos lados de la República" (declaración del Capitán Rojas en comisión parlamentaria), saldándose esta acción con una masacre.

O por qué no recordar a Luis Moscardó, un estudiante de obras públicas cuyo único delito fue ser hijo del Coronel atrincherado en el Alcázar y cuya conversación telefónica me servirá para concluir esta reflexión:

Cándido Cabello: (Jefe de Milicias del Bando Republicano): Le exijo que rinda el Alcázar en un plazo de 10 minutos, y de no hacerlo así fusilaré a su hijo Luis, que lo tengo aquí en mi poder.
D. José Moscardó: ¡Lo creo!
Cándido Cabello : Para que vea que es verdad, ahora se pone su hijo al aparato
Luis Moscardó : !Papá¡                             
D. José Moscardó : ¿Que hay, hijo?
Luis Moscardó : Nada, que dicen que me van a fusilar si no rindes el Alcázar.
D. José Moscardó : Pues encomienda tu alma a Dios, da un grito de ¡Viva España! y muere como un patriota. (nótese aquí la ausencia de proclamas ideológicas)
Luis Moscardó : ¡Un beso muy fuerte, papa!
D. José Moscardó : Un beso muy fuerte, hijo mío.

A Luis le enterraron en una fosa común, pues las cunetas no son exclusividad del bando nacional.

Puedo seguir con los Bombardeos de los republicanos en Pamplona, Lumbier y Tudela, nombrar uno por uno los 2.400 asesinatos de Paracuellos e incluso contar el suplicio de Honorio Maura en la cárcel de San Sebastián o ahorrar dinero al consistorio de Estella aclarándoles que el ahora Museo de Maeztu no fue cárcel ni prisión, si no un cuartelillo donde agrupaban a los delincuentes para ser luego trasladados a cumplir condena, pero es hablar en balde porque podemitas, abertzales y neocons disfrutan de su ignorancia.

Aznarez y demás ignorantes que hablan de la Guerra Civil con sectaria y prejuiciosa facilidad no son conscientes de que esta época causó y causa vergüenza por ambos bandos, siendo más un revanchismo que otra cosa y eso en Europa lo saben bien, pues incluso después de la guerra y en el exilio, el bando republicano se mataba entre sí.


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