• domingo, 28 de abril de 2024
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Blog / La cometa de Miel

No mates nunca a un ruiseñor

Por Pablo Sabalza

La única cosa que no se rige por la regla de la mayoría es la conciencia de uno.

Apenas tenía treinta y cuatro años Harper Lee cuando publicó en 1960 el libro, Matar a un ruiseñor.

Al año siguiente, no podía ser de otra manera, le concedieron el Premio Pulitzer por esta maravillosa obra.

En 1962, el director estadounidense, Robert Mulligan, llevaba a la gran pantalla el famoso texto bajo la interpretación de un Gregory Peck magistral en el papel del abogado Atticus y que, a la postre, le valdría para obtener el Óscar a mejor actor de ese año.

Tuve oportunidad de poder disfrutar de la proyección de la película hace unas semanas.

Tanto el guión como las interpretaciones, incluidas las de los niños (Mary Badham está sublime en el papel de Scout), así como la banda sonora me encantaron. Aprovecho estas líneas, queridos amigos de Navarra.com, para invitarles a que no pierdan la oportunidad de disfrutar bien del libro o de la película, ambas elecciones son maravillosas.

En un preciso instante de la película, Scout, casi mata a un ruiseñor. Esto molesta a su padre, Atticus, quien le apunta que los ruiseñores son criaturas débiles e indefensas, pues estas aves están destinadas a simbolizar a personas en el mundo que no pueden ayudarse a sí mismas. Atticus, con una bondad infinita, le señala a Scout que puede apuntar a todas las urracas azules que desee, pero que es pecado matar a un ruiseñor.

Los ruiseñores no le causan ningún daño al resto de criaturas vivientes y solo hacen una cosa y es cantar con todo su corazón para nuestro deleite.

No devoran los frutos de los huertos, no anidan en los arcones del maíz, no hacen nada más que derramar el corazón cantando para nosotros.

Por eso es pecado matar a un ruiseñor.

Desde hace, prácticamente, dos semanas vivimos sobresaltados por la guerra entre Israel y Gaza.

Bombardeos; ataques de toda índole; muerte y solo muerte.

El otro día nos llevábamos las manos al rostro y al alma tras saber que se habían hallado los cuerpos de, al menos, 40 niños y bebés asesinados mientras dormían juntos en un dormitorio comunitario en una localidad al sur de Israel. Algunos de ellos, estaban decapitados.

Recordé, entonces, a los ruiseñores de los que hablaba la película.

Esos seres débiles e indefensos y que cantan con todo su corazón para el deleite de todos.

Los bebés y los niños son como los ruiseñores.

No hacen nada más que derramar el corazón cantando para nosotros.

Por eso, no debes nunca matar a un ruiseñor.

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No mates nunca a un ruiseñor