Las amigas de mamá

‘Mi Buenos Aires querido cuando yo te vuelva a ver no habrá más penas ni olvido’.

Así comienza una de las muchas canciones que interpretó Carlos Gardel a lo largo de su reconocida trayectoria artística.

El otro día la volví a escuchar y me llevó, directamente, a mi madre.

Desde hace veinte años la llamo al mediodía para escucharla, para saber cómo se encuentra, para que solamente su voz, aire azul de todas mis jornadas, serene mi día.

Amalia cada día resplandece más. La descubro más iluminada. Resuena su timbre como un cascabel feliz y cantarín. Se la percibe disfrutando del rayo de luz que ahora le otorga la vida tras haber traspasado nieblas mustias de un pasado.

….y buena culpa de ello la tienen sus amistades.

Porque, ¿qué madre de ustedes no se cita con sus amigas a tomar un café, un vino o lo que se tercie?

Allí despachan sus temas. Política, familia, prensa rosa…lo que sea.

Entre risas y fiesta Angelines, Mercedes, Beatriz, Corali y Magda, así como Marga y mi queridísima tía Angela abrigan las mañanas y visten su ocio de una alegre compañía. 

Yo quería dedicar este humilde escrito a las amigas de mamá porque son quienes le acompañan diariamente.

Los que vivimos lejos de casa no podemos disfrutar de nuestros seres queridos y el saber que nuestros padres se encuentran bien, gracias, en parte, a estas amistades, que duda cabe, que relaja y reconforta.

Y allí están cada día saboreando su aperitivo. Con su vino blanco o su clarete, con su tapa de chistorra o sus aceitunas. Con esa juvenil música que proyectan y que hasta mi isla arriba con el deseo de reunirnos todos muy pronto y cantar juntos:

‘Mi Buenos Aires querido cuando yo te vuelva a ver no habrá más penas ni olvido’.