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Blog / El espejo de la historia

Iruña-Veleia: ¿fraude o acto de fe?

Por Javier Aliaga

Han pasado 14 años desde que se anunciaron los “grafitos extraordinarios” de Iruña-Veleia. Hace unos días se ha dado a conocer la sentencia del juicio al exdirector de la excavación.

El exdirector del área arqueológica, Eliseo Gil (c), junto a los otro dos acusados, Ruben Cerdan (i) y Oscar Escribano (d), durante su declaración een el juicio. A su lado, algunas de las piezas manipuladas. EFE/ Jon Rodríguez Bilbao
El exdirector del área arqueológica, Eliseo Gil (c), junto a los otro dos acusados, Ruben Cerdan (i) y Oscar Escribano (d), durante su declaración een el juicio. A su lado, algunas de las piezas manipuladas. EFE/ Jon Rodríguez Bilbao

El yacimiento arqueológico de Veleia (Iruña de Oca), propiedad de la Diputación Foral de Álava (DFA), estuvo explotado desde 2002 por la empresa Lurmen de Eliseo Gil. El proyecto estaba sufragado por entidades públicas; entre ellas, la empresa Euskotren (Gobierno vasco) con un contrato de 5,1 M€ a 10 años, de los que se cobraron 3,7 M€. En junio de 2006 Eliseo Gil anunció el hallazgo de 476 piezas de los siglos III, IV y V con inscripciones (grafitos) excepcionales. Entre ellas, el primer calvario cristiano, las primeras inscripciones en euskera y jeroglíficos egipcios.

Los asombrosos hallazgos, que trastocan la historia, suponen un adelanto de 5 siglos respecto a las primeras glosas escritas en lengua vasca de San Millán de la Cogolla (siglo X, La Rioja) y 3 siglos de los primeras representaciones de un calvario. Para dar coherencia a este multiculturalismo se lanzó la hipótesis de la existencia de un maestro egipcio en Veleia.

Pocos meses más tarde, se proclamó la autenticidad de las piezas halladas conforme a los resultados de diversos laboratorios. Rubén Cerdán, un autodenominado “físico nuclear” por la Universidad de Tel Aviv –nunca demostrado documentalmente-, había realizado tres informes falsos -por dos de ellos cobró 12.490 €-, aportando unos análisis inventados del CEA-CNRS de Francia.

En julio de 2007 el tripartito (PNV, EA y Aralar) sustituyó al PP en el gobierno de la DFA. A primeros de 2008 la consejera de Cultura, Lorena López de Lacalle de EA, se puso al frente de una Comisión científico-asesora, compuesta por profesores de la UPV (arqueólogos, lingüistas, epigrafistas…). Meses más tarde, cuando algunos lingüistas ya habían confirmado el “fraude”, varios comisionados comparecieron en Juntas Generales evidenciando la falsificación. La DFA expulsó a Lurmen de las excavaciones y emprendió acciones judiciales.

Los debates fueron muy intensos en Internet a través de blogs y páginas web. Por un lado, los falsistas para los cuales todo es un fraude. Por otro, surgió el movimiento “a favor del esclarecimiento”, que en realidad eran veristas o defensores de la autenticidad de los grafitos. Éstos, para ganar adeptos, han promovido todo tipo de eventos: manifiestos, concentraciones, videos, charlas, congresos, etc.

A su vez, el radicalismo abertzale apoyó al movimiento verista, como lo han hecho siempre, imponiendo su criterio con medidas coactivas. Iracundos matones intimidaron a miembros de la Comisión por argumentar el fraude. Amenazaron a Salvador Cuesta –“Sotero”- y a su familia, por su apoyo falsista y desvelar, desde su blog, que un informe de Cerdán era una copia de un manual informático. Cuesta tuvo que cerrar el blog. En esta línea también se han vertido injurias contra los tres arqueólogos que han testificado en el juicio.

¿Por qué este inusitado interés por la arqueología? El historiador Martín Almagro-Gorbea, que, según él, los hallazgos son “una broma o una estafa”, nos da la respuesta: “el vasco en época prehistórica no se hablaba en el País Vasco, sino en el Pirineo y en Aquitania”.

Es decir, las provincias que componen la actual Comunidad del País Vasco fueron vasconizadas; por ello, hasta el final del franquismo se denominaron vascongadas. El abertzalismo fundamentalista, que detesta el gentilicio vascongado, apoya la inocencia de Eliseo Gil, porque los grafitos, de ser verdaderos, desmentirían la teoría de la vasconización tardía. Apelan al victimismo tradicional, aludiendo que en realidad se está judicializando el euskera.

Para el arranque de la vista oral el pasado febrero, fueron necesarios más de ocho años de instrucción y un sumario de 16.000 folios. El primer día, uno de los acusados, el geólogo Oscar Escribano reconoció haber manipulado una pieza por hacer “una broma”, aceptando una condena de un año de cárcel tras un acuerdo con la Fiscalía. En el banquillo quedaron dos acusados: Eliseo Gil y Rubén Cerdán. Resumo 4 aspectos de la testifical, que como escribió Laporte, huelen a podrido.

1. Tres arqueólogos profesionales, que abandonaron el yacimiento en 2007, declararon que “los grafitos extraordinarios nunca salieron de la tierra”, aparecían “tras la fase de lavado”. Estas afirmaciones fueron ratificadas por otros 5 arqueólogos que también habían trabajado en el yacimiento.  

2. La Ertzaintza como policía judicial tardó 5 años en presentar el informe. Su responsable refrendó la falsedad de las piezas, pues fueron sometidas a un “envejecimiento acelerado” “antes de la fase de lavado”. Declaró sin ambages: “constituye una de las mayores falsificaciones y/o manipulaciones realizadas sobre materiales arqueológicos del mundo romano”. Apuntó a la autoría: “los presuntos autores de las falsificaciones debían pertenecer necesariamente a la empresa Lurmen”.

3. Para el experto de Patrimonio Cultural de España, José Navarro, que analizó 39 piezas, en 38 detectó una falsificación “extremadamente burda”; las incisiones se hicieron sobre la costra acumulada. Los grafitos son “de origen contemporáneo”, se encontraron en ellos “multitud de restos metálicos contemporáneos, cientos de partículas” alineadas con el trazo. Además los residuos metálicos “carecen de oxidación”.

4. Se ha recurrido a la grafología para intentar demostrar que Gil era el autor de los grafitos. Sin embargo, esta técnica está desarrollada sobre soporte de papel, no para otro tipo de material; razón por la cual los grafólogos, a pesar de las similitudes, no han podido demostrar categóricamente que la mano de Eliseo Gil está en los grafitos.

Hace unos días se ha dado a conocer el fallo de 256 páginas. Condena a Eliseo Gil por un delito continuado de falsedad documental contra el patrimonio histórico-cultural y también por estafa a un total de 2 años y 3 meses. Según la sentencia, “El delito de falsedad documental no es un delito de propia mano, ya que cabe la autoría mediata".

Por su parte, Rubén Cerdán es condenado a un año y tres meses por estafa. El fallo da por hecho que los dos condenados “conscientes de la falsedad” de los informes, se pusieron de acuerdo para “obtener un beneficio económico de carácter ilícito” a costa de la DFA; a la cual ambos tendrán que indemnizar con 12.490 €. Ninguno irá a la cárcel.

La benévola sentencia no satisface a Gil; su abogado ya ha anunciado que la recurrirá, porque “no se ha acreditado” que su defendido fuese el autor material. Tampoco es del gusto de la legión de los seguidores incondicionales de Gil, entre ellos los fundamentalistas abertzales, que necesitan creer, a pie juntillas, en los grafitos que reinventan la historia de Euskal Herria.

En definitiva, por muchas pruebas técnicas que se realicen, por muchos argumentos lingüísticos e históricos que se aporten, los veristas seguirán contumaces en su creencia. Para ellos, todo se debe a un complot al que incluyen al Vaticano que quiere evitar una alteración del dogma, Eliseo Gil es un Galileo que ha sido sometido a un juicio inquisitorial.

La obcecación humana no tiene límites, en el siglo XXI existen: terraplanistas (para ellos la tierra es plana); negacionistas de haber llegado a la Luna; y creyentes, por una acto de fe, en la autenticidad de los grafitos de Veleia.

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