La mujer, de 42 años y nacionalidad eslovaca, llamó a la policía de su país natal para alertar de que un hombre la había recluido en una vivienda contra su voluntad.
La joven marchó de vacaciones con su madre con el fin de visitar a su familia, pero cuando quiso regresar a España, sus familiares la retuvieron, retirándole el pasaporte y su teléfono móvil.
El secuestro duró 11 horas. La víctima ocultó que mantenía una videollamada, bajando el volumen y comunicándose por cartas escritas frente a la webcam.