Con el cada vez menos apreciable murmullo de aquellos que, por defecto, se oponen a la evolución, el Tren de Altas Prestaciones (TAP) sigue su senda por tierras forales a modo licitaciones, proyectos y obras, iniciativas, todas ellas, firmadas, corroboradas y certificadas en lejanos despachos de la capital del Manzanares.