• sábado, 20 de abril de 2024
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Opinión / Periodista y escritora

Marbella: crisol de culturas

Por Rosa Villacastín

La escena se repite cada tarde desde hace más o menos un mes. Dos Maybach, la más alta gama de Mercedes, se detienen en las inmediaciones del Hotel Don Pepe de Marbella, de los que descienden un grupo de mujeres musulmanas capitaneadas por la que parece la líder del grupo.

Antes de que bajen de sus lujosos automóviles varios coches de la policía española se sitúan estratégicamente con el fin de protegerlas y de que nadie interrumpa su paseo. No son los únicos, un par de escoltas privados les acompañan. Las mujeres, pertenecientes a la familia real saudí, se mueven con soltura, ríen y charlan entre ellas mientras los paseantes contemplan al grupo con curiosidad, entre divertidos y sorprendidos.

Por suerte, en esta parte de la Costa española nadie se siente agredido por la forma de vestir de una comunidad tan ligada a nuestro pasado histórico, ya que escenas como estas se repiten a diario. No solo en la calle o en los cafés, también en las discotecas de moda como la de Olivia Valère donde lo habitual es que convivan jóvenes de las más diversas razas y religiones.

Allú, en la discoteca Babilonia donde para acceder hay que pasar por un sofisticado arco como el que hay en los aeropuertos, acuden los miembros más jóvenes de las familias en el poder de Qatar, Emiratos Árabes o Kuwait. Chicos educados en los colegios y universidades más exclusivos de Europa o de Estados Unidos, para quienes Marbella es su destino natural en vacaciones y donde se beben la vida a grandes sorbos, disfrutando de un clima privilegiado y todos los lujos a su alcance. No en vano Puerto Banús se ha convertido en el lugar donde más marcas de prestigio hay por metro cuadrado, donde los dependientes y las dependientas en nada tienen que envidiar a las modelos más mediáticas.

Y por si todo esto fuera poco son muchos los turistas que acuden cada tarde para ver atracar los barcos más espectaculares que imaginar puedan. Las gentes se enteran de que el superyate que no ha podido fondear en el puerto por ser demasiado grande es de Abramovich o de los Salinas como el "Azteca", amén de un montón de embarcaciones eso sí todas con banderas de islas remotas del antiguo imperio británico, hoy paraísos fiscales.

Y sin embargo nada de todo esto sería posible si un ejército de camareros, limpiadoras, vendedores, cocineros, taxistas, funcionarios municipales,gente sencilla, trabajadores todos, no hicieran posible que la maquinaria laboral funcionara a toda marcha, con el único fin de que los turistas que llegan a pasar su periodo vacaciones no se lleven la mejor impresión de una ciudad, de unos pueblos, que han logrado pasar página de su etapa más negra, y reinventarse.

Son los Ivanes, los Franes, las Kenias, los Quecos y Javieres, los Pablos, Emilios... todos aquellos que quitándole horas al sueño y al cansancio te ofrecen la mejor de las sonrisas cuando les pides un vino blanco con hielo, un zumo de sandía o unas sardinas asadas. A todos ellos les quiero rendir mi pequeño homenaje, no solo porque estén intentando sortear la crisis sin una queja, también porque acostumbrados como estamos a poner el foco solo en las caras más conocidas, nos olvidamos de que sin ellos nada sería posible.


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