• martes, 19 de marzo de 2024
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Opinión / Periodista y escritora

Madrid, ciudad de acogida

Por Rosa Villacastín

Amnistía Internacional ha organizado un acto en el Ayuntamiento Madrid que tendrá lugar el próximo sábado día 4 de marzo, al que se han sumado más de 70 municipios y ciudades españolas, en defensa de los derechos de los refugiados.

La presentación correrá a cargo de la actriz Aitana Sánchez Gijón y de la presidenta de Amnistía Internacional en la capital Cecilia Denis Miguez, además de numerosas personalidades del mundo de la cultura, de las artes y del periodismo. Para amenizar la mañana actuara el cantautor y poeta español Marwan Abu-Tahoun Recio, hijo de un refugiado sirio.

Con esta llamada a la solidaridad lo que se pretende es hacer llegar al Gobierno Central la preocupación que existe entre buena parte de la ciudadanía, de los representantes de organismos autónomos, ONG, y municipios, por el incumplimiento sistemático de los compromisos adquiridos de acoger a 17.000 refugiados. Ignorando así las promesas que hicieron en Bruselas ante la avalancha de personas que han llegado a nuestras costas, pero principalmente a las italianas y griegas, desbordadas ante la imposibilidad de ofrecer una vida digna a aquellos que huyendo de la guerra, del hambre, de la miseria y falta de futuro, se embarcaron y siguen embarcando en travesías en las que muchos de ellos, miles, se dejan la vida cada día.

Un espectáculo dantesco que no parece que consiga ablandar las conciencias de nuestros políticos, entretenidos como están en mantener su poder unos o en alcanzarlo otros. Y eso pese a las ofertas de algunos ayuntamientos, de gente de bien que está dispuesta a darles cobijo y comida en sus propias casas mientras las administraciones les facilitan los papeles que les permita vivir sin miedo a ser repatriados a sus países de origen.

Que más de cien mil personas hayan suscrito el manifiesto "Yo acojo", demuestra que el tema preocupa y preocupa mucho, pese a que en nuestro país el populismo de extrema derecha, que basa su política en la exclusión, no ha calado como en Francia, Holanda, Hungría o Estados Unidos. Y aunque es cierto que de vez en cuando saltan las alarmas ante los ataques que sufren algunos homosexuales o emigrantes, son los mínimos en un país de más de cuarenta millones de habitantes.

Lo que en modo alguno se debe pasar por alto con el fin de evitar que nadie, nadie por su origen, credo, o sexo pueda sentirse excluido de la sociedad.

Si Barcelona organizó la mayor concentración de cuantas se han llevado a cabo en distintos puntos de la geografía española, Madrid quiere que se escuche su voz, su potente voz, para ver si de esta manera los organismos oficiales, el gobierno central, las autoridades correspondientes, dejan de mirar para otro lado y empiezan a actuar con urgencia para solucionar un problema que está poniendo en entredicho la esencia misma de la democracia.

España que sabe mucho de lo que supone el exilio, dejar tu casa, tus amigos, a tu familia, no puede ser indiferente al drama que viven los sirios. ¿O alguien puede pensar qué las familias que se embarcan con sus hijos, algunos recién nacidos o de edad temprana, en unas barcazas incapaces de soportar el primer golpe de mar, lo hace por capricho? No. Basta hablar con los voluntarios que se han desplazado a Grecia o a Italia para darnos cuenta de la magnitud de la tragedia. El Mediterráneo ha dejado de ser ese mar tranquilo, de aguas cristalinas, para convertirse en un gran cementerio, en la vergüenza de Europa.


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Madrid, ciudad de acogida