• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / Propietario de Kukuxumusu.

Kukuxumusu, un proyecto de muchos

Por Ricardo Bermejo

El actual propietario de Kukuxumusu, Ricardo Bermejo, reflexiona en este artículo sobre la situación de la empresa tras la sentencia judicial ante Mikel Urmeneta y Katuki Saguyaki. 

La plantilla de Kukuxumusu junto a Ricardo Bermejo, en el centro.
La plantilla de Kukuxumusu junto a Ricardo Bermejo, en el centro.

En Kukuxumusu no nos pega mucho hablar de autos judiciales, demandas, cuestiones legales o líos de ese tipo. Somos más de contar cosas que hagan reír, de dibujar ovejas y gusarapos, de pasarlo bien o de hacer que otros se lo pasen bien con nosotros. Sin embargo, en los últimos meses, y contra lo que hubiéramos querido, no nos ha quedado más remedio que pasar por los tribunales para defender nuestros derechos.

Llegué a Kukuxumusu hace 3 años porque Mikel Urmeneta me lo propuso. Las urgentes necesidades creativas, comerciales y financieras que tenía la empresa, añadidas a al reto que suponía tratar de salvar un proyecto que conocía bien y cuya filosofía me gustaba, me animaron a aceptar la propuesta. Era un desafío, pero estaba convencido de que podíamos llevarlo adelante.

La primera sorpresa llegó muy pronto, cuando descubrí que, a pesar de la crítica situación, Mikel Urmeneta no tenía ninguna intención de cumplir con sus funciones de director artístico: no dibujaba, no generaba nuevas ideas, no hacía propuestas para nuevas tendencias o colecciones, ni hacía ni dejaba hacer, estaba centrado en sus proyectos personales y, contrariamente a lo que se había acordado por contrato, no aportaba negocio a Kukuxumusu. Le propusimos modificar sus condiciones económicas y se negó.

En la situación en la que estaba Kukuxumusu, la empresa no se podía permitir tener un director artístico con unos honorarios como los suyos y que no aportara en el objetivo de dotar de viabilidad a la empresa. El episodio violento ocurrido en las oficinas de la empresa, y por el que recientemente ha sido condenado por coacciones, fue la gota que colmó el vaso.

A partir de ese momento llegó el acoso. Primero me culpó de haber cambiado la filosofía de la marca, de atentar contra sus valores más intrínsecos, de maltratar a los dibujantes, de no respetar la creatividad y de un sinfín de cosas más. Difícilmente pude hacerlo. Nada había cambiado en Kukuxumusu, salvo el decidido interés por salvar la marca y la libertad con la que entendí que debían trabajar las diferentes áreas de la empresa.

Las mismas personas en las que él confió seguían en sus puestos: algunos de los pilares básicos de la empresa (comunicación, marketing, finanazas o gerencia) siguen hoy dirigidos por las mismas personas que lo hicieron con él. Los mismos que le acompañaron durante muchos años.

El resto es bien conocido: Mikel Urmeneta montó una nueva empresa contando con los mismos argumentos creativos que los de Kukuxumusu y copiando nuestros dibujos, así que no tuvimos más remedio que acudir a la justicia ante la vulneración de nuestros derechos, como lo hubiéramos hecho ante cualquier otra empresa. Nuestros clientes, nuestros licenciatarios y nuestros trabajadores no hubieran entendido que obráramos de otra manera.

Y ahora ha llegado la sentencia: y lo que la sentencia dice es que ni Mikel Urmeneta, ni ninguna otra marca ni empresa, puede utilizar unos dibujos cuyos derechos económicos fueron cedidos a Kukuxumusu a lo largo de los años y por los que sus autores cobraron. Ni Mikel Urmeneta ni nadie puede arrogarse en exclusiva derechos sobre unos dibujos cuya autoría es de una veintena de dibujantes diferentes –algunos de los cuales forman actualmente parte de la plantilla de Kukuxumusu-  y cuyos derechos de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación fueron cedidos a la compañía tras ser debidamente remunerados.

Lo más llamativo es que los contratos firmados por los dibujantes fueron creados en su mayoría mientras Mikel Urmeneta era administrador de la empresa, mucho antes de mi llegada, lo cual significa que él mismo validó la forma de trabajo, de cesión y de remuneración de esos dibujos.

¿Y qué puede dibujar Mikel Urmeneta? Pues la sentencia lo deja claro. Lo que quiera, con su propio estilo o con el que le apetezca inventar, siempre y cuando no vulnere los derechos de Kukuxumusu.

A todos los que trabajamos en Kukuxumusu –a los que llevan más de 10 años aquí y a los que hemos llegado más recientemente- nos duele escuchar a Mikel Urmeneta decir, como si de un nuevo Luis XIV se tratara, que Kukuxumusu es él y que sin él morirá. 

Además de pretencioso, es falso. Kukuxumusu también es obra de sus otros dos fundadores, que permanecieron en la empresa durante 25 años y sin cuya participación Kukuxumusu nunca hubiera existido; Kukuxumusu también es el trabajo de una veintena de ilustradores que han dibujado para la marca desde su fundación; y Kukuxumusu también son más de un centenar de trabajadores que han estado o siguen estando en la compañía: entre ellos un montón de diseñadores, creativos, comunicadores y guionistas que han contribuido a crear el lenguaje de la marca. Sin todos ellos Kukuxumusu no sería lo que hoy es.

Antes de mi llegada, Kukuxumusu había perdido al 70% de su plantilla, había sufrido 7 EREs y se encontraba al borde de la desaparición. Ahora hay un plan de viabilidad, se ha recuperado la confianza de inversores, clientes y licenciatarios, han surgido nuevos proyectos, hay una evolución creativa, necesaria para volver a tener fortaleza comercial, y hay en marcha un plan de internacionalización con el que la marca está cumpliendo su histórico anhelo de expandirse a otros países. El mérito es íntegramente de sus 27 empleados, de los 8 dibujantes que en la actualidad  colaboran externamente y de todos los clientes, licenciatarios y partners que han seguido confiando en nosotros.

A todos ellos, gracias. Y a todos ellos, calma, confianza y tranquilidad, porque Kukuxumusu seguirá donde siempre ha estado, trabajando, creando e innovando para llevar nuestra marca a todos los rincones del mundo. En ello estamos.

*Este artículo está firmado por Ricardo Bermejo y cuenta con el respaldo expreso de toda la plantilla de trabajadores de Kukuxumusu, conformada actualmente por 27 personas.


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