• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / Ha sido columnista habitual del periódico El Mundo, colaborando también con otros periódicos, revistas, programas de radio y televisión. Ha participado en el programa debate de TVE, 59 segundos.

Senado: la noche del muerto viviente

Por Rafael Torres

Si estará muerto el Senado, que el Partido Popular ha reeditado en él su mayoría absoluta. La cosa no tendría mayor importancia si no fuera porque el partido de Rajoy puede obstaculizar desde esa absurda Cámara las leyes que se debatan y se promulguen en el Congreso de los Diputados.

O dicho de otro modo: como hay poco follón en ese Parlamento de súbito tan italianizado, acude un muerto viviente, un zombi, el Senado, a enfollonar eventualmente la situación un poco más.

Todo el mundo conoce ya a estas alturas el resultado de los resultados electorales, la imposibilidad para todos de formar gobierno estable por hache o por be, de suerte que seguir hablando de pactos, cuando todos ellos serían ilusorios o contra-natura, se antoja baladí. Habría que hablar de otra cosa, de una de la que desde la noche del domingo ya casi no se habla, de diálogo. Decía don Antonio Machado que para dialogar se necesitan dos cosas: preguntar, y luego, escuchar. Lamentablemente, no parece que los españoles seamos muy proclives a ninguna de las dos cosas, y los políticos españoles, menos si cabe. Sin embargo, sólo mediante ese doble ejercicio que proponía Machado se podría desentumecer la musculatura del cerebro, del pensamiento, hasta el punto de descubrir los encantos del diálogo, uno de los cuales es, sin duda, el de hallar soluciones en beneficio de la comunidad, tan sedienta de ellas.

Todos los partidos, y sus líderes y candidatos, eran en la noche electoral un poco muertos vivientes. Aunque (salvo UPyD e IU) todos decían haber ganado, todos sabían que habían perdido, y se les notaba en la palidez de ultratumba. Ahora bien; el más muerto de todos, el Senado, ese fiambre que nos cuesta 70 millones de euros al año, cobró de pronto vida, bien que una vida, como corresponde a los zombis, disparatada. Lo que hasta el domingo daba risa, o pena, o indignación, empieza a dar miedo. ¿Se vengará el Senado de nosotros por no quererle nada? Ojo con los muertos vivientes.


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