• viernes, 19 de abril de 2024
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Opinión / Ha sido columnista habitual del periódico El Mundo, colaborando también con otros periódicos, revistas, programas de radio y televisión. Ha participado en el programa debate de TVE, 59 segundos.

Ruiz

Por Rafael Torres

Ojalá la política española sea en el futuro, en el futuro que empieza el domingo o el lunes, un poco menos "ruiz" que hasta la fecha.

Y, desde luego, mucho menos "indecente". Sin embargo, queda por ver si los nuevos postulantes o merodeadores del poder son lo suficientemente nuevos como para procurar ese mejor escenario que los españoles merecen. Felipe González les ha recordado a los de Podemos de dónde vienen, del modelo educativo vigente en los últimos 30 años, tan extraordinariamente mejorable como todos sabemos.

Al Partido Popular, cuyos graves deméritos y desafueros en la gobernación del país durante los últimos cuatro años habrían de proporcionarle, en justicia, unos míseros resultados electorales, no ha venido a salvarle la campana, sino Podemos, que, sobre elevar la tradicional fragmentación de la izquierda a cotas insuperables, ha jugado descaradamente a mangarle los votos al PSOE. Es cierto que del mismo modo que un periódico nuevo tiene que sustraerle los lectores a alguien, a los viejos, el partido de Iglesias, Errejón y Monedero ha tenido que buscarse la vida pescando en ajenos caladeros, pero no lo es menos que sólo ha ido a pescar, dejando a un lado la marcianada de la transversalidad, al del PSOE, que tampoco es que andará muy boyante en los últimos tiempos. De otra parte, y pues todo son desgracias en la casa del pobre, Ciudadanos ha arramblado con buena parte de la derecha socialista, con lo que Rajoy, esa extraña criatura que se dedica desde joven a un oficio que no le gusta nada, puede respirar tranquilo y olvidarse de debatir cosa alguna por una temporada.

La cosa, ciertamente, pinta un poco "ruiz", pero ojalá, ya digo, uno se equivoque y la murga de "lo nuevo", del "cambio" y de la enésima regeneración derivara en una música grata a los oídos, a los bolsillos, a los empleos, a los derechos, a las pensiones, a la cultura, a la educación, a los hospitales y a las almas de los españoles, casi la mitad de los cuales no sabe aún, con certeza, a quién demonios votará el domingo con la ilusión de dejar atrás lo horrísono, lo "ruiz", y empezar a oír esa música maravillosa. Que Dios reparta suerte, y que la reparta bien, no se vayan a quedar unos pocos, como siempre, con toda.


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