• martes, 16 de abril de 2024
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Opinión / Ha sido columnista habitual del periódico El Mundo, colaborando también con otros periódicos, revistas, programas de radio y televisión. Ha participado en el programa debate de TVE, 59 segundos.

¿Quiere España cortarse una pierna?

Por Rafael Torres

Todo lo que está pasando, salvo el extravagante empate a 1.515 de la CUP, es política, una cosa tan natural y conveniente en una república ordenada como insufrible en un sistema tan zarrapastroso, tan asténico, tan tutelado, tan de cogérsela con papel de fumar como el de la Transición Interminable que desde 1977 hemos venido padeciendo.

O dicho de otro modo, que estamos, nuestros políticos principalmente, poco habituados a la política, y casi nada a sus anexos de pactos y coaliciones entre partidos para gobernar, de suerte que cuando no hay mayoría absoluta, que es la antipolítica, es como si se acabara el mundo.

Ahora bien; una cosa es dialogar, negociar, pactar, y otra, muy distinta, de antipolítica también, pedirle de entrada al interlocutor que se ampute una pierna, o que eche a cara o cruz si se la amputa, cual hizo Iglesias/Podemos en el minuto uno al trazar su "línea roja" en la demanda innegociable de un referéndum de independencia para Catalunya, y, de paso, otro para Galicia, otro para el País Vasco, y otro para Valencia. Uno, más republicano, más político sin serlo, más ambicioso, iría más allá y pondría la condición de un referéndum en España para averiguar si los españoles, sus dueños, quieren cortarse alguna pierna. Lo llamativo, pues de Iglesias se puede esperar cualquier cosa, es que los jefazos del PSOE hayan tenido que enseñarle los dientes a Sánchez para quitarle de la cabeza la idea de aceptar las líneas rojas esas de Iglesias.

Con todo, cabría recordar que quien tiene el problema más gordo, aparte de Mas, es Rajoy, que es el que tiene, como ganador de las elecciones, que formar gobierno. Pero ese hombre sólo sabe pensar, llamémoslo así, en términos de mayoría absoluta, donde no se necesita ni dialogar, ni pactar, ni negociar, ni nada. Sea como fuere, todos han quedado retratados, y esa foto es la del carnet para las casi inevitables elecciones anticipadas.


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