• jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 22:41

Opinión / Ha sido columnista habitual del periódico El Mundo, colaborando también con otros periódicos, revistas, programas de radio y televisión. Ha participado en el programa debate de TVE, 59 segundos.

El observador

Por Rafael Torres

El llamado Pacto Antiyihadista, suscrito por casi todas las fuerzas políticas, es una declaración, más que de intenciones, de una sola intención,

la de trasladar una imagen de unidad nacional frente al terrorismo del Daesh. Se trata, pues, más allá de su vago y mejorable contenido, de un gesto simbólico, formal, de unidad, razón por la cual, por cierto, no se han adherido a él los partidos independentistas, tan poco partidarios, como se sabe, de la unidad nacional, y no por tibieza en la condena y en la beligerancia contra el terror. Lo de Podemos, al que tampoco puede atribuirse esa tibieza, es, sin embargo, harina de otro costal.

Pese a su naturaleza simbólica, el Pacto Antiyihadista no deja de ser, en puridad, un pacto, y como todo pacto, se suscribe o no, sin que el hacerlo signifique dejación de la voluntad de mejorarlo, ni el no hacerlo connivencia alguna con aquello contra lo que el pacto se dirige. Pero se suscribe o no. Y si se suscribe, se adquiere con la adhesión un compromiso y unos deberes, el de actuar mancomunadamente en su desarrollo y, entre los deberes, tal vez el de la discreción y el del secreto en aquellas deliberaciones, informaciones o acuerdos sensibles de los que no conviene, por seguridad del pueblo español, dar tres cuartos al pregonero. Si uno suscribe el Pacto, suscribe sus compromisos, y si no lo suscribe, por mucho que exprese oficiosamente su lealtad, no se compromete.

Entendido esto, que es muy fácil de entender se sea del partido o de la ideología que se sea, me gustaría saber en qué consiste eso de que Podemos, que no ha suscrito el Pacto, asista a sus reuniones en calidad de "observador". Los partidos adheridos al Pacto con todas las de la ley tampoco parecen entenderlo, pero haciendo alarde de una tolerancia que a veces los españoles creemos no tener, lo permiten y animan con buenas razones al partido de Iglesias, como si fuera un niño, a que "observe" menos y se comprometa más, como todo el mundo. Porque si de lo que se trata es de dar la nota, a lo que tan inclinada parece la formación juvenil, acaso no sea éste el mejor sitio donde darla.


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