• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / Ha sido columnista habitual del periódico El Mundo, colaborando también con otros periódicos, revistas, programas de radio y televisión. Ha participado en el programa debate de TVE, 59 segundos.

Mezquindad y política

Por Rafael Torres

Es en las duras, en los trances difíciles, en el borde del abismo y un paso equivocado más conduce a la caída, cuando más valor tiene y más admiración suscita la caballerosidad y la gallardía.

Sin embargo, Pedro Sánchez parece no considerarlo así, o le da lo mismo, y mantiene a Eduardo Madina, su derrotado rival en las primarias que le auparon a la secretaría general del PSOE, en el número 7 de la lista del partido en Madrid, un puesto que más que un puesto es un ensañamiento, el enésimo ensañamiento en el ninguneo del joven socialista vasco.

Antes de seguir hablando, escribiendo, de mezquindad política, tal vez debería aclarar a los del PSOE, que se la cogen con papel de fumar en lo tocante a la "paridad", que las mujeres también son, las que lo son y como los hombres que lo son, caballerosas y gallardas. Y que también, en consecuencia, alguna dama de las destinadas a rellenar en la lista del PSOE por Madrid el vacío de Irene Lozano, podría complacerse en el gesto caballeroso de ofrecer su puesto a Madina, que ya se quedó fuera, sin escaño, en el ensañamiento anterior que le propinó Sánchez, ese puesto 7 que no salió y que tiene toda la pinta de volver a no salir.

La absurda "cremallera" esa que obliga a que en las listas electorales del PSOE vayan un hombre, una mujer, un hombre, una mujer, un hombre, una mujer, lamina, paradójicamente, la igualdad, pues los políticos, sean hombres o mujeres, deben trabajar para las mujeres y para los hombres, que son la criaturas, las únicas, que componen la sociedad. ¿Garantizan eso la "paridad" y la "cremallera", o ambas no son sino maquillaje y subterfugios para encubrir un arcaico e indeseable espíritu tutelador?

En estos cuatro meses de vacile político a la población se ha visto mucha mezquindad y mucho maquillaje, y habría de ser Sánchez, el más necesitado de valor, de votos y de no errar el paso que le conduciría, a él y a su partido, al fondo del abismo, el que ensayara, siquiera en lo doméstico, una conducta de gran estilo. Pero no parece considerarlo así, o no le sale de dentro, y deja a Madina en el 7, que es un número muy bonito pero que no va a salir.


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