• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / Ha sido columnista habitual del periódico El Mundo, colaborando también con otros periódicos, revistas, programas de radio y televisión. Ha participado en el programa debate de TVE, 59 segundos.

Libertad para Alfonso y Raúl

Por Rafael Torres

El único delito que cometieron Alfonso Lázaro y Raúl García, los titiriteros encarcelados por decisión del juez Moreno de la Audiencia Nacional, no lo cometieron ellos, sino el o la impresentable que contrató su espectáculo "gore" de guiñol para, se supone, aterrorizar a los niños del humilde barrio madrileño de Tetuán.

Nada hacen, pues, esos jóvenes en la cárcel, privados de libertad, salvo pagar la inepcia, la ignorancia y la estupidez de los responsables de su contratación, que informados por los propios titiriteros de que su obra "La Bruja y Don Cristóbal" no iba destinada al público infantil, desoyeron la advertencia con las consecuencias que conocemos.

De un Ayuntamiento que, en obediencia a la Ley de Memoria Histórica, encarga un listado o "Index" de calles con nombres franquistas a una gente que introduce en él a Manuel Machado, Enrique Jardiel Poncela, Joaquín Turina, Miguel Mihura, Salvador Dalí, Pedro Muñoz Seca o Álvaro Cunqueiro, se puede esperar cualquier cosa en lo tocante a la Cultura, o, mejor dicho, a la aversión y al desprecio de la misma. Tal es el delito contenido en "La Bruja y Don Cristóbal", el único delito, el de aterrizar para los niños en las calles de Madrid a bordo de las decisiones políticas de unos ígnaros que no saben dónde tienen la mano derecha ni, sobre todo, la izquierda.

Ahora bien; la gravedad del hecho empalidece ante la de ese otro que mantiene en prisión a los titiriteros granadinos, que no han cometido, de voluntad propia, ningún delito. En un país lleno de chorizos aforados, libres como pájaros y cobrando sueldazos de las arcas públicas, indigna y aterra que Alfonso Lázaro y Raúl García se estén pudriendo en la cárcel, y de tal calibre es esa enormidad que hasta los más adversos a la ideología de los titiriteros o a su deficiente artesanía lamentan esa insoportable desproporción entre la falta y el castigo, bien que esa unanimidad en el deseo de la puesta inmediata en libertad de los muchachos es similar a la que solicita la destitución de la responsable municipal de tan enojosos acontecimientos.


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