• viernes, 29 de marzo de 2024
  • Actualizado 13:38

Opinión / Periodista y analista político.

Dios no lo quiera

Por Pedro Calvo Hernando

Acabo de hacer un ingenuo experimento de comprobación: echar un vistazo a mi última columna antes de tomar las vacaciones y, en efecto, compruebo que en este mes largo nada ha cambiado y que podría hoy repetir su publicación sin tener que corregir nada. 

Espero y deseo fervientemente que de inmediato ese panorama sufra un cambio profundo y que comencemos enseguida a respirar con más confianza en el inmediato futuro. Repetir lo de hace un mes solo habría tenido el inconveniente de no decir nada de sucesos añadidos, como la gran sorpresa de la propuesta de José Manuel Soria para director ejecutivo del Banco Mundial. Qué lástima que no se trate solo de una ocurrencia derivada del calor sofocante de estos últimos días. Pero no hay tal ocurrencia salvífica, y no tengo calificativos para referirme a semejante atropello indescriptible.

Por quedarme en lo pequeño: estoy con el alma suspensa por no haber visto inmediatamente, tras el fracaso de Rajoy en la investidura, una espantada de Ciudadanos y Rivera, para no mancharse con algo que inevitablemente podría catalogarse como complicidad.

Lo que me lleva a preguntarme por qué C's considera que pactar con el PP, anegado por la corrupción circundante, a punto de su estallido judicial, y su trayectoria radicalmente antisocial, es más presentable y coincidente con los intereses de los españoles que pactar con Unidos Podemos, al que difícilmente podrían atribuirse cosas semejantes, que es lo peor que se puede achacar a cualquier partido. Pues que lo mediten los de Ciudadanos.

A los de Podemos se les puede y debe criticar por otras cosas, como su ambigüedad en asuntos políticamente muy sensibles. O por no haber acertado en su política de pactos en la anterior y breve legislatura. O por no aclararse tampoco ahora en lo mismo. O por emular a Ciudadanos en un enfrentamiento entre ambos que no conduce a ninguna parte. Unos y otros deberían haber sido más diestros y constructivos intentando el mal menor de incómodas coincidencias en lugar del mal mayor de incompatibilidades que solo conducen al desierto y a la nada. Pero creo que desgraciadamente vamos a tener mucho tiempo, Dios no lo quiera, para seguir dándole a la manivela.


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Dios no lo quiera