• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / Tribuna

Radiografia de un cambio fallido en Navarra

Por Manuel Sarobe Oyarzun

En 2017 aventuré que Uxue Barkos estaba sentando las bases para el declive económico de Navarra. Lamento haber acertado. Y es que los datos que a diario se suceden confirman que han quedado definitivamente atrás los tiempos en los que liderábamos todos los indicadores de progreso y bienestar. Veámoslo.

La presidenta en funciones Uxue Barkos y la socialista María Chivite formalizan el traspaso de poderes del Gobierno de Navarra. IÑIGO ALZUGARAY

La EPA del tercer trimestre relega a Navarra a un inédito sexto puesto entre las comunidades con menor tasa de paro, ránking que encabezábamos cuando llegó Barkos. Aragón y la Comunidad Foral experimentan el mayor incremento de cierre de empresas, duplicando la media nacional (Informe Experian). Somos la región de la que más sociedades se han deslocalizado en lo que va de año, tras una Cataluña que sigue pagando el secesionismo empobrecedor (Informe D&B). El Viejo Reyno es, con Canarias, la comunidad en la que más ha caído el índice de confianza empresarial (INE, cuarto trimestre 2022). Según BBVA Research, Navarra será la segunda autonomía cuyo PIB crecerá menos en 2023… No vamos bien.

Habrá quien se pregunte a qué se debe este deterioro que quiebra la dinámica positiva principiada el siglo pasado, siendo así que conservamos intacta nuestra capacidad de autogobierno. La respuesta es sencilla; los Fueros, por sí solos, no garantizan la prosperidad, pues ello depende del uso que se haga de esta valiosa herramienta. Y aquí es donde los gobiernos de Barkos y Chivite han fallado.

Echemos la vista atrás. Nuestro actual bienestar lo debemos fundamentalmente al desarrollismo iniciado en los pretéritos años 60. Visionarios como Félix Huarte y Miguel Javier Urmeneta transformaron una región eminentemente agrícola que abocaba a emigrar en una pujante sociedad industrial.

Don Félix ofreció suelo industrial a inversores atraídos mediante una política fiscal basada en subvenciones y exenciones, modernizó las infraestructuras y potenció la formación de capital humano. A resultas de ello se crearon centenares de empresas y miles de empleos. Navarra pasó a ser una región dinámica y avanzada con una renta per cápita superior en un 25% a la media europea.

Huarte empezó a trabajar a los 14 años y falleció a los 75, once días después de cesar como vicepresidente de la Diputación. La ministra Yolanda Díaz, haciendo gala del revanchismo histórico rampante, le ha retirado la Medalla al Mérito en el Trabajo. Los funcionarios de la Inspección de Trabajo de Navarra han denunciado la carencia de plantilla y de recursos  técnicos y materiales, que colocan su actividad “al borde del fracaso”. ¿Por qué doña Yolanda no se ocupa de ello en lugar de husmear en decisiones tomadas en 1964? ¿Qué podemos esperar de un país cuyo Gobierno tiene clavada su mirada en el retrovisor en lugar de en el futuro?

La exitosa política de Huarte tuvo continuidad, ya en democracia, a pesar del azote terrorista. Regionalistas y socialistas se jugaron la vida por nosotros. ETA -que en 1973 secuestró a Felipe Huarte, hijo de don Félix- combatió a sangre y fuego los proyectos clave para el progreso de Navarra. La autovía a San Sebastián sumó 193 ataques que dejaron tres muertos y unas pérdidas millonarias similares a las causadas por el sabotaje de las obras del Canal de Navarra.

La llegada al Gobierno de Uxue Barkos lo cambió todo. La de Geroa Bai no supo conservar el preciado legado que con tanto esfuerzo atesoraron sus antecesores. Cometió el imperdonable error de cambiar lo que durante tanto tiempo funcionó bien. Inició, de la siempre tóxica mano de Bildu, una equivocadísima política tributaria que nos convirtió en un infierno fiscal que alejó a los inversores, paralizó la obra pública y se enredó con temas identitarios. Chivite apenas corrigió el rumbo. De aquellos polvos, estos lodos.

El futuro plantea algunas incertidumbres. Preocupa que el reparto final de la carga de trabajo que trae consigo la electrificación acabe favoreciendo a Seat Martorell en detrimento de WV Landaben, dada la dependencia de Pedro Sánchez de sus socios catalanes y la absoluta sumisión de María Chivite a su líder.

La Universidad de Navarra continúa con su exitosa labor docente y asistencial. Aunque no cuestiono su compromiso con el Viejo Reyno, cuidémosla, pues para esta institución hay vida más allá de nuestra muga, como lo demuestra su hospital madrileño o la posibilidad que ahora se brinda a los estudiantes de Medicina de formarse en la capital. No repitamos la torpeza de los socialistas que privaron al campus pamplonés de tres centros punteros de investigación biomédica, con sus 400 empleos.

Nos queda el potente sector agroalimentario, que ha clamado recientemente contra el proyecto -ya retirado- de Itziar Gómez, que preveía afectaciones sobre la friolera de 169.858 hectáreas a cuenta del cuidado de las aves esteparias. Protejamos la avutarda común, pero no a costa de aniquilar otra especie en claro peligro de extinción, como el cada vez menos común agricultor foral.

El expolio fiscal se ha pretendido justificar alegando la necesidad de financiar los servicios públicos, pero lo cierto es que se derrocha mucho dinero. Se han creado más de un centenar de cargos innecesarios solo para retribuir los apoyos a Chivite. Madrid, con casi 7 millones de habitantes tiene 9 consejerías; aquí necesitamos 13 para 660.000. 207 “jefes” de la Administración perciben complementos salariales ¡sin tener ningún subordinado! Nuestro Parlamento es el segundo más caro de España. Añadan el quebranto del caso Davalor y de las mascarillas de Sodena...

La mayor recaudación fiscal no se ha traducido en una mejora de los servicios públicos. La satisfacción por los mismos ha bajado 15 puntos desde 2015 (VIII Panel de Tendencias de Navarra Co.Ciudadana).

La red de carreteras se deteriora, y el 2+1 de la N-121-A es un parche más. A estas alturas desconocemos el trazado de nuestro futuro tren. En Educación, el último informe Pisa publicado revela que empeoramos en competencia científica, desplomándonos por debajo de la media española en competencia lectora. El consejero Gimeno, entre tanto, no deja de acosar a los centros de educación diferenciada, que encabezan la excelencia educativa.

Qué decir de la Sanidad. Padecemos las listas de espera más altas de la historia. La contratación de seguros privados triplica la media nacional. Nuestros médicos, entre los que menos cobran y más impuestos pagan de España, irán a la huelga en febrero. Si dejaran de hacer las otrora tan criticadas peonadas, Osasunbidea colapsaría. Policías forales y bomberos también están en pie de guerra.

Y mientras la estrella de Navarra se apaga, otras brillan con fuerza. Madrid sigue imparable. A ella se suma Andalucía, tras sacudirse el socialismo corrupto. Libres de nacionalistas, han estimulado la economía reduciendo impuestos, lo cual ha acabado generando 1.100 millones de ingresos extras.

El aragonés Lambán clamaba recientemente contra la “sangrante e insoportable” autonomía fiscal de Navarra, ignorando sin duda que la estamos utilizando para autolesionarnos. Un ejemplo más; los mismos partidos que en Euskadi han deflactado la tarifa del IRPF para paliar la inflación se han negado aquí a ello. ¿Por qué socialistas y  nacionalistas nos tratan siempre peor que a los vascos?

En el último año 20.000 navarros han caído en riesgo de pobreza. Hoy hay el doble de personas sin hogar que hace diez años. Somos, tras el País Vasco, la segunda comunidad con mayor tasa de personas sin hogar (INE).

¿Y cómo se presenta el futuro? Pues mal. María Chivite, que esta vez no engañará al electorado, ha confesado que volverá a apoyarse en Bildu. Aunque evitó inmortalizar el último acuerdo presupuestario posando junto a Adolfo Araiz, el siniestro tafallés que sigue negándose contumazmente a condenar la violencia, su anuncio enciende todas las alarmas.

La decisión de pactar con la coalición más pueblerina de Occidente, alérgica a todo progreso, hipotecará nuestro futuro. No imagino a los empresarios jugándose su capital con Bildu dictando la política fiscal y económica.

Añadan a ello la miseria moral de aliarse con los históricos valedores de ETA. La banda ha desaparecido, no así la violencia nacionalista. Ahí están los altercados sanfermineros protagonizados por los esbirros de Joseba Asirón, la quema de banderas españolas en la UPNA, las amenazas contra la selección femenina de fútbol, el acoso al portador de una enseña nacional en la calle Navarrería… Violentos sin estímulo alguno para dejar de serlo pues los socialistas los han blanqueado sin exigirles contrición alguna. 

En circunstancias normales, votar es un derecho; aquí es un deber. Solo un correctivo a los batasunizados socialistas evitará que sean por más tiempo los tontos útiles del nacionalismo vasco. No debería ser difícil, teniendo en cuenta que su granero de votos está en la nada abertzale Ribera, la tierra que sin duda más sufrirá las consecuencias de la política bildutarra. Urge volver a los acuerdos entre los partidos representativos de la mayoría social que, además de respetar nuestra identidad, pueden exhibir un amplio historial de exitosa gobernanza.

Dice Chivite que los ciudadanos están mayoritariamente de acuerdo con que el PSN pacte con Bildu. Los abucheos con los que fue recibida en su reciente visita a Tudela acompañando a la reina parecen desmentirlo. Y es que solo un pueblo con tendencias suicidas puede bendecir una coalición que combina a partes iguales amoralidad y mala gestión.


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