• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / Tribuna

Epílogo sanferminero: las peñas de Pamplona deberían reflexionar

Por Manuel Sarobe Oyarzun

Sería bueno que sirvieran a San Fermín, en lugar de servirse de él para fines ajenos a una festividad patronal. 

Despedida de las peñas en la Plaza de Toros de Pamplona después de la última corrida de la Feria del Toro de San Fermín 2022. IÑIGO ALZUGARAY

Si alguno de ustedes estuviera interesado en ser miembro de una peña sanferminera podría pensar que la elección de aquella a la que asociarse es complicada, habida cuenta de que suman un total de diecisiete. Pero si usted es o se siente navarro, se identifica con los símbolos del Viejo Reyno y no simpatiza con el terrorismo, sus opciones se reducen drásticamente.

Y es que en 2020 Armonía Txantreana homenajeó en su pancarta a Patxi Ruiz, un tipo cuyo único mérito consistió en asesinar a Tomás Caballero, concejal del Ayuntamiento de Pamplona. En cualquier otro lugar se habría honrado a la víctima, máxime cuando durante una década presidió la sociedad deportivo-cultural Oberena, que cuenta con una peña. Aquí no. Aquí se ensalzó al matarife. Hasta la fecha, ninguna peña ha evidenciado la menor empatía con las víctimas del terror.

El resto de ellas, lejos de afear tan repugnante utilización de nuestras universales fiestas para hacer apología del terrorismo, se posicionó a favor de Armonía Txantreana, a excepción -solo faltaría- de Oberena, que de inmediato fue objeto de amenazas. Ya saben cómo se las gasta el mundo abertzale -que controla la peñas- con los disidentes. Recuerden a Yoyes. Únicamente Anaitasuna y Mutilzarra se solidarizaron con Oberena.

Las opciones se reducen pues a tres. Habrán de descartar a Anaitasuna, cuya pancarta luce, como de costumbre, un mapa de Euskadi con una ikurriña en su interior, pues ello atenta contra la soberanía de nuestra tierra. La de Oberena es de las pocas políticamente neutras, esto es, sin enseñas ajenas ni muestras de apoyo a los terroristas, pero omite símbolos navarros, tales como su bandera. Esta aparece este año únicamente en cuatro pancartas, y en tres de ellas para mofarse de la macrobandera de la Plaza de los Fueros.

El reverso de la pancarta de Mutilzarra, la tercera en liza, exhibe sin complejos la bandera de Navarra, el símbolo más inclusivo de todos cuantos nos rodean. Si quieren estar seguros de su elección, accedan a la página web de dicha peña, de la que transcribo sus fines, con los que, yo al menos, coincido de la A a la Z: “Fomentar el ambiente pamplonica sano, típico y tradicional, evitando caer en la vulgaridad, gamberrismo y mal gusto, respetando el sentir de los demás. Mantener el concepto de Peña, entendido como cuadrilla de amigos. Fomentar el estudio para conocer mejor, proteger y mejorar todo el acervo histórico, artístico y cultural, así como el folklore y el conocimiento de las bellezas naturales de Navarra, y promover actividades encaminadas a ello. Mantener una trayectoria totalmente apolítica, no organizando ni participando oficialmente en actividades de este carácter (tipo político).”

Aplaudo también fervorosamente -permítanme la digresión- la concesión de su III premio Riau Riau, además de a la Casa de Misericordia, a la Cofradía musical de San Saturnino. Desde aquí felicito a su presidente y ‘alma mater’, el incombustible Iñaki Lacunza, y al resto de sus animosos miembros. Memorable la tradicional actuación del grupo el día 7 en la confluencia de las calles Mayor y Campana, que incluye el simpático canto de ‘Candombe para el negro José’, a cuyo ritmo bailan acompasadamente Toko-Toko y Braulia. Incorpórenlo a la lista de “momenticos” sanfermineros imprescindibles.

Los loables objetivos de Mutilzarra, antes reseñados, se han materializado en la meritoria recuperación del Riau Riau que los batasunos reventaron repetidamente hasta conseguir excluirlo del programa oficial. Este año han celebrado el 25 aniversario del evento. Es curioso que el Vals de Astráin se cante fervorosamente en escenarios como El Sadar -Indar Gorris incluidos- o al unísono por todo el mocerío y demás asistentes, a la conclusión de la corrida del día 14 –otro “momentico” en el que los tendidos de sol y sombra, tan distantes el resto de la feria, se funden-, pero no pueda entonarse con toda normalidad la tarde del día 6 en presencia de la Corporación municipal, pues la pieza musical es una Marcha a Vísperas de dicha comitiva. Dicho lo cual, abogo por dejar este multitudinario acto -puro divertimento- como está, dado que todos los intentos por recuperarlo con alcalde y concejales acompañando a La Pamplonesa han acabado mal. Estaría bien, por cierto, que alguna cabeza visible del mundo abertzale capitalino nos explicara a los pamploneses qué diablos les llevó exactamente a los suyos a boicotear esta festiva cita sanferminera que popularizó Ignacio Baleztena, “Premín de Iruña”.

Mutilzarra parece reunir pues todos los números para ser la opción elegida. La decisión deviene irrevocable tras conocer la agresión que sufrieron en el ruedo al término de la última corrida “por odio desde el sector más fascista de la extrema izquierda abertzale”, según apunta su comunicado. Relatan que “el odio fue en aumento con insultos, empujones, amenazas de muerte del tipo ‘cuando vuelva ETA os matará a todos’ … unidos a gestos de estar disparando contra ellos o cortando la cabeza (…) un extremista atacó directamente al presidente de la peña viniendo por la espalda, propinándole un puñetazo al grito de ‘Gora ETA’ que le rompió las gafas, dejándolo conmocionado y siendo atendido en Urgencias del SUE”. Al parecer, a los abertzales lo de la calle Curia les supo a poco. Como le sucede al escorpión de la fábula, la violencia les resulta inevitable, pues está en su naturaleza.

El tema es más grave de lo que pudiera parecer, ya que hay que ser muy insensato para desatar la violencia en el coso pamplonés, escenario de sucesos pretéritos que nos evocan terribles fantasmas que no convendría avivar nunca más. Que alguno de sus mayores les advierta de ello a estos destalentados.

Así las cosas, yo, que por encima de todo valoro mi libertad, lo cual me ha llevado a evitar comprometerme con entes de la más variopinta índole, a pesar de compartir su ideario, hago una excepción con esta peña y decido asociarme a ella, mientras espero la -ya tardía- intervención de Sánchez, el portavoz de la Federación de Peñas, condenando enérgicamente los mencionados incidentes...

Concluyo. Las peñas pamplonesas deberían reflexionar … y resetearse. Sería bueno tanto para los Sanfermines como para ellas mismas que dejaran de ser una correa de transmisión de una opción política minoritaria para convertirse en un elemento aglutinador de la fiesta. Sería bueno que sirvieran a San Fermín, en lugar de servirse de él para fines ajenos a una festividad patronal. Sería, en suma, bueno, muy bueno, que potenciaran todo cuanto nos une del 6 al 14 de julio, que es mucho, orillando lo que nos separa. No parece exagerado pedir que, al menos durante una semana larga, todos los iruinsemes nos hermanemos al grito de ¡San Fermín, San Fermín!, dejando a un lado la política que tanto nos asquea o crispa el resto de año, excepción hecha de la satírica crítica de los acontecimientos más relevantes del año, mayormente locales, reservada a las pancartas. Ahí lo dejo; que las peñas decidan.


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