• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / Tribuna

El Aberri Eguna de los hijos de Putin

Por Manuel Sarobe Oyarzun

Arnaldo Otegi ha anunciado que los abertzales celebrarán el Aberri Eguna de nuevo en Pamplona. El exetarra anticipó que las bases en las que se cimenta el futuro que reivindicarán son “la soberanía, la libertad y la igualdad”. Difícil saber cuál de esas aspiraciones se antoja más falsa.

EL coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, y la portavoz en el Parlamento de Navarra, Bakartxo Ruiz, anuncian el próximo Aberri Eguna que se celebrará en Pamplona. IÑIGO ALZUGARAY

Sorprende la contumacia con la que estos cansos enarbolan la bandera de la soberanía, cuando representan la mayor amenaza para la nuestra. Así lo evidencian decapitando la corona del escudo foral que simboliza el viejo Reyno soberano, debido quizás a que sus antepasados nos conquistaron en 1512 sirviendo a la de Castilla.

Repitamos una vez más que, de consumarse esta quimera, Navarra dejaría de ser un sujeto político, dueño de su futuro, para quedar relegada a un herrialde más de Euskadi. Ahora hablan de nación vascona, antes lo hicieron de república confederal vasca, mañana vayan ustedes a saber qué se les ocurrirá. El papel lo aguanta todo. Un descenso a segunda división, en cualquier caso. Son demasiadas décadas las que llevan intentando colarnos esta mercancía política averiada, que únicamente compran los acomplejados necesitados de un hermano mayor que los tutele. 

Y es que nuestro autogobierno descansa en las instituciones propias que nos dimos en la Ley de Amejoramiento de 1982, empezando por el Parlamento foral, del que emanan las leyes por las que nos regimos y que estos prendas buscan sustituir por un órgano que represente a los cuatro territorios históricos. O a los siete si, apurando sus fantasías, incluimos los ubicados en suelo galo, algo impensable pues los vascofranceses, poco dados a las veleidades nacionalistas, acostumbran a sentirse tan orgullosos de ser vascos como franceses. 

Ahí tenemos a Anne Etchegoyen, la rutilante musa de la canción francesa nacida en la Baja Navarra, de madre baztanesa, capaz de interpretar “Hegoak” -bellísima versión del icónico “Txori txikia” que  popularizara Mikel Laboa-, al tiempo que de cantar, con cierta osadía, la Salve Rociera y de entonar la Marsellesa en la ceremonia de apertura del mundial de atletismo celebrado en París. Repertorio inimaginable para cualquiera de mis amados cantautores vascos de este lado de la muga, y no precisamente porque nuestro himno carezca de letra… Y es que aquí padecemos un nacionalismo acusadamente pueblerino y corto de miras, que obliga a elegir entre papá y mamá, pues, para ellos, ser buen vasco pasa necesariamente por ser mal español.

Apela también Otegi a la libertad; ¿aquélla de la que él privó a Luis Abaitua, a quien secuestró? Recordemos que ETA hizo cuanto estuvo en su mano para acabar con la incipiente democracia que nos trajo la libertad tras 37 años de dictadura franquista. Y a punto estuvo de conseguirlo alentando el golpe del 23-F a base de balas y bombas que dejaron 93 muertos en 1980, año previo a la asonada. Resulta vomitivo que quien justificó el asesinato, el secuestro y la extorsión de los que no hincaron la rodilla ante el totalitarismo etarra pretenda erigirse ahora en adalid de la libertad. Algún ingenuo podrá objetar que refiero un pasado, ya superado. Nada de eso. Los tics violentos están en el ADN abertzale, como nos recuerdan tipos de la calaña de Joxe Martín Abaurrea, recientemente condenado por tratar de imponer a mordiscos y patadas la ikurriña en el ayuntamiento pamplonés.

Si creen que esta gente traerá la libertad, acérquense a Etxarri Aranatz, parque temático del odio, donde Bildu acapara 10 de sus 11 concejales. Pregúntense si desearían que los suyos vivieran en una nación que se asemejara a esta localidad en la que ni siquiera supuestos vascos vasquísimos como Geroa Bai se atreven a presentar candidatura, mientras, eso sí, batallan por enviar a sus aburguesados líderes a disfrutar de la ‘dolce vita’ madrileña. Tampoco concurre la izquierda, comparsa de los aberchándales, ni los socialistas, sus salvíficos blanqueadores. El único edil de Navarra Suma, un héroe, acude escoltado. Y todavía pretenden que hablemos de la violencia nacionalista en pretérito.

Promete finalmente el bildutarra igualdad. Otro imposible, teniendo en cuenta que la misoginia, el racismo y la xenofobia son inherentes al nacionalismo vasco, según dejó claro Sabino Arana, su fundador: “El maketo, he ahí el enemigo. Los maketos y su pestífera influencia. Los frutos del maketo: criminalidad, irreligiosidad, inmoralidad, indigencia, enfermedades. La invasión de los maketos no nos reporta sino daños de todo género. Los pocos simpáticos rostros de los maketos. La espantosa invasión de los maketos.” ”Si habéis mezclado vuestra sangre con sangre española o maketa os habéis hermanado y confundido con la raza mas vil y despreciable de Europa. A los vizcaínos les basta que los españoles o maketos se vayan de su territorio para evitar todo peligro. Las costumbres inmorales y criminales del invasor maketo.  La hez del pueblo maketo.”  Xavier Arzallus moderó algo las palabras, sin alterar el trasfondo: “Bueno está que vengan a tu tierra y les des trabajo. Y bueno está que se casen con tu hija. Pero ojo, el caserío es mío”, decía el jesuita que vinculaba la pureza de la raza vasca al RH negativo

Si quieren saber más sobre cómo el nacionalismo hace sentir extranjero en su tierra a todo aquel que no comulgue con su credo lean “Maquetos”, el libro de Rosa Díez en el que explica que Euskadi se convirtió en tierra hostil para todos aquellos españoles que no renunciaron a serlo. Una historia de buena gente, de buenos vascos, de buenos españoles a los que vascos malos persiguieron y llamaron maquetos. El profesor de la UPV Pedro José Chacón alerta, por su parte, de que los vascos con dos apellidos “euskérikos” ocupan puestos de representación política en una proporción enormemente superior a su presencia social real. Que vayan preparándose especialmente los riberos que, votando al PSN, alimentan este monstruo. ¿A todo esto es a lo que llaman igualdad?

Pamplona, ciudad abierta donde las haya, como demuestran sus universales Sanfermines, acogerá el 17 de abril próximo a quienes lleguen de lejanas tierras blandiendo sus banderas para corear sus apolilladas proclamas. Llegada la hora plegarán sus ikurriñas y subirán a sus autobuses de vuelta a casa, y aquí continuaremos ocupándonos de cuanto nos incumbe. Algo que llevamos haciendo hace más de mil años con notable éxito, superando todo tipo de obstáculos. Plantando cara al violento acoso de los nacionalismos expansionistas -de tan triste actualidad hoy al este de Europa-, entre otros.

Sorprende, por cierto, que Bildu -Asirón en Pamplona- se niegue a condenar el ataque a Ucrania y a solidarizarse con su doliente población. O sea, una potencia imperialista invade a sangre y fuego una nación soberana, masacrando a sus civiles, ¿y los aberchándales del Aberri Eguna por la soberanía, la libertad y la igualdad se ponen de perfil? ¡Grandísimos hijos de Putin!


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El Aberri Eguna de los hijos de Putin