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Opinión / Tribuna

El curioso caso de la consejera Ana Ollo

Por Manuel Sarobe Oyarzun

Ana Ollo bien podría ser la primera investigada por la recién estrenada Oficina de Buenas Prácticas y Anticorrupción de la Comunidad Foral de Navarra.

Ana Ollo Hualde inició su andadura política como portavoz del gobierno presidido por Uxue Barkos, cargo en el que apenas duró un año. Aunque no trascendió el motivo de su cese, bien pudo deberse a sus perfectibles habilidades oratorias. El tono plano y anodino que acostumbra a emplear Ollo en sus alocuciones no es el más propicio para hacer llegar los mensajes. Además de fluidez verbal, un buen comunicador ha de exhibir unas dotes persuasivas que requieren de un énfasis y de un punto de pasión, extensibles al lenguaje gestual y corporal, que la cabizbaja Ollo no gasta.

Esta circunstancia no se le escapó a Barkos, experta en la materia, además de excelente comunicadora, cuyo problema, en cambio, fue que en lugar de limitarse a contar cosas, que es lo que se aprende en las facultades de periodismo, se dedicó a hacerlas, algo para lo que no estaba tan preparada, a juzgar por el declive que Navarra inició bajo su mandato. Así se lo hizo saber la ciudadanía retirándole un apoyo que, según anticipan las encuestas, no recuperará al menos en un futuro próximo.

Ana Ollo continuó, no obstante, como consejera de Relaciones Ciudadanas. El nombre del cargo es revelador de su vacuidad pues, que yo sepa, todos los departamentos se relacionan de un modo u otro con los ciudadanos.

Entre sus competencias se encuentran las políticas de paz y convivencia. Sus iniciativas en esta materia le han granjeado numerosas críticas, pues es muy difícil empatizar con las víctimas del terrorismo representando a un gobierno que se apoya en los herederos de ETA. No se puede soplar y sorber al mismo tiempo. 

Así, tuvo el dudoso honor de concitar -por primera vez- el rechazo unánime de las 42 familias de víctimas mortales de ETA de Navarra, que suscribieron un duro comunicado en el que acusaron a Ollo de manipularlas. El PSN reprobó en el Parlamento a la consejera, cuya gestión calificó de nefasta, algo que debieron de olvidar cuando la renovaron en el cargo.

Las víctimas, saliendo del ostracismo al que han estado condenadas durante tanto tiempo, no soportan más el doble juego de unos políticos cuya hipocresía afean públicamente sin rubor. La hija del comandante Joaquín Imaz, asesinado por ETA, pidió sin ir más lejos a la propia Ollo que abandonara el acto en el que se homenajeaba a su padre.

La política lingüística es otra de las incumbencias del departamento que encabeza Ollo. Tampoco acertó en este tema. El TSJN anuló parcialmente el Decreto Foral 103/2017, de 15 de noviembre, que regulaba el uso del euskera en la Administración Pública, al considerarlo discriminatorio y contrario a la realidad sociolingüística de Navarra. No lo hizo, por cierto, resolviendo ningún recurso interpuesto por una supuesta derecha cavernaria antivasca, como alguien podría imaginar, sino por la UGT y el Sindicato de Personal Administrativo, defendidos por Juan José Lizarbe, exsecretario general del PSN, lo que todavía hace más incomprensible la presencia de Ollo en el gobierno liderado por María Victoria Chivite.

Los infortunios de nuestra protagonista no terminan ahí. La oposición ha reclamado recientemente su dimisión o cese por su responsabilidad en el reparto político de la publicidad institucional durante la anterior legislatura.

El TSJN ha sentenciado, en efecto, que “las actuaciones realizadas por la demandada (Gobierno de Navarra) de la exclusión de adjudicación de contratos frente a NAVARRA.COM constituyen una suerte de vía de hecho. Con su actuación, el Gobierno de Navarra ha vulnerado los principios constitucionales de igualdad y no discriminación, así como el derecho a la información al no haberse dado a Navarra.com la posibilidad de participar en procedimiento de libre concurrencia alguno ni en otros procedimientos, infringiéndose igualmente el principio general de transparencia y resulta contraria a la jurisprudencia del Tribunal Supremo en relación a los principios generales que deben respetarse en la actuación administrativa”. Los jueces hablan de “actuaciones burdas cercanas a la idea de atropello o de abuso de la fuerza”.

De todos es sabido que, en ocasiones, ser libre exige pagar un alto precio. El medio perjudicado por la arbitrariedad de Ollo frente a otros como Gara o Berria es de los pocos, si no el único, en el que todavía es posible criticar al “establishment” sin temor a ser censurado.

Sangrar a impuestos a los contribuyentes para desviar fondos a medios afines es una suerte de corrupción propia de democracias de tercera división. Joseba Asirón, otro que va de político guay, fue condenado por idéntico motivo.

Así las cosas, Ana Ollo bien podría ser la primera investigada por la recién estrenada Oficina de Buenas Prácticas y Anticorrupción de la Comunidad Foral de Navarra … si no fuera porque a su frente se sitúa una exdirectora general, a las órdenes de Bildu, del mismo gobierno del que Ollo fue consejera… Hay órganos que nacen muertos.

Lo hasta ahora expuesto -hechos, que no opiniones- nos conduce a un triste epílogo. Hacer muchas cosas, buena parte de ellas mal, sin temor a perder el puesto, es algo que solo sucede en política. En el sector privado no se perdona tanto error.

Cuando en 2015 se estrenó en la vida pública, Ollo dijo valorar el perfil técnico del gobierno, y añadió “yo no hubiera sabido estar en un gobierno de políticos.” Si yo quisiera huir de la política lo último que se me ocurría es aceptar una consejería. La realidad ha demostrado que su perfil técnico como comunicadora hizo aguas a las primeras de cambio y que al frente de su departamento ha desarrollado una política ideologizada en exceso.

Concluyamos con una reflexión general. Urge que los ciudadanos, de izquierdas o de derechas, nacionalistas o no, sean exigentes con la calidad de su democracia. Ello pasa necesariamente por una mayor implicación, combatiendo la desafección que se traduce en un fuerte aumento del abstencionismo. Muéstrense rigurosos con las virtudes que han de atesorar nuestros mandatarios, a quienes tenemos que reclamar, además de honradez personal, capacitación para una gestión eficaz. Eviten los cantos de sirena de los cada vez más numerosos populistas y castiguen a aquellas formaciones ancladas en su siniestro pasado, que no aprobarían primero de ética.

Y, una vez elegidos, monitorícenlos. La democracia es algo más que votar cada cuatro años. Infórmense y tengan espíritu crítico. No traguen con lo primero que pretendan colarles. Llegado el caso, manifiéstense en la calle, aunque no sean nacionalistas. Hagan que los políticos, lejos de sentirse a salvo encerrados en sus palacios de cristal, perciban en su cogote el aliento de aquellos que están llamados a servir. De nada vale lamentarse de la inoperancia de la clase política, cuando es nuestra propia desidia e inacción lo que contribuye en buena medida a provocarla. Alguien dijo que para que triunfe el mal basta con que los buenos no hagan nada. Pues eso.


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