• jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 13:32

Opinión / Ha trabajado en los principales medios de comunicación del país, desde Cadena SER o Cadena Cope, así como Telecinco, Canal Sur o Agencia OTR/Europa Press entre otros.

Una boda en la guerra

Por Julia Navarro

Las fotos de los recién casados suelen remitir a un momento feliz en sus vidas. En semejante trance los novios suelen acaparar las sonrisas y las miradas complacientes de propios y extraños.

La vida es larga y está plagada de altibajos, pero una boda es una boda y de ahí la idea generalizada de que se trata de un hito en la vida de las personas. Un día feliz. Así debería ser, pero no siempre sucede así. Escribo bajo la profunda impresión que me ha causado la fotografía de dos recién casado sirios. La han publicado todos los periódicos. La novia, Nada Merhi, tiene 18 años y el novio Hassan Yousef, 27. Hasta aquí nada de particular. Si acaso un dato más: él es un soldado del Ejército sirio leal al dictador El Asad.

Lo que hace que la foto sea extraordinaria es el paisaje que les rodea. Está tomada en medio de una calle a cuyos lados todo es destrucción. Edificios bombardeados, casas destruidas, locales comerciales vacíos. Es lo que queda del centro de la ciudad de Homs. El escenario no puede ser más desolador. Pese a ello, como demostración de que la vida es más fuerte que la guerra, el gesto de la novia llevándose las manos a la cara en un rasgo de nervosismo o alegría es el que hemos visto repetido en una y mil bodas. El novio, soldado, parece más tranquilo. El escenario que retrata la imagen es desolador. El fotógrafo que la difunde dice que quiere demostrar que la vida sigue y que la guerra mata pero no puede acabar con la esperanza.

El mensaje es conmovedor. Coincide en el tiempo con el último éxodo de refugiados sirios que huyen de los bombardeos a los que está sometida Alepo, otra importante ciudad siria. Alrededor de 30.000 personas se agolpaban este fin de semana en un puesto fronterizo turco. Turquía mantiene cerrada la frontera pese al requerimiento de las autoridades comunitarias de Bruselas que recuerdan al Gobierno de Ankara que hace pocas semanas recibieron una partida de 3.000 millones de euros como ayuda a los refugiados que huyen de la guerra civil que desangra Siria desde cinco años.

La política va a su ritmo mientras la tragedia continúa. La imagen de Aylan Kurdi, el niño de tres años ahogado el pasado mes de septiembre en la playa de Bodrum (Turquía) al intentar cruzar el mar para llegar a Grecia conmovió a los políticos y dio pie a cambios en la percepción del problema de los refugiados. Esperemos que la foto de la boda en medio de la desolación y las ruinas de Homs sirva para reanudar las interrumpidas conversaciones multilaterales que en Ginebra tratan de lograr un alto el fuego en Siria. Se lo deben a los cientos de miles de refugiados desperdigados por Europa y Asia. Y también a los novios de Homs.


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