• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / EntreArtes

Un silencio que mata

Por Juan Pedro Cano

Seis años se cumplirán el próximo mes de octubre desde que cincuenta senadores del Partido Popular presentaron al Tribunal Constitucional un recurso a la Ley aprobada en el parlamento de Cataluña que supuso la prohibición de la fiesta de los toros en dicha comunidad.

Un silencio administrativo sonrojante que puede llegar a terminar antes de finalizar el mes de septiembre según se hicieron eco varios medios de comunicación el pasado mes de julio. A la iniciativa del propio Tribunal Constitucional de reactivar la resolución del recurso se une la campaña de recogida de cartas con la misión de ejercer presión impulsada desde la Fundación del Toro de Lidia.

Más de 20.000 cartas se han presentado para pedir que se defienda nuestro Estado de Derecho en unos momentos de marcada ofensiva antitaurina. El recurso presentado en 2010 delimitaba como la prohibición catalana vulneraba en más de diez artículos la Carta Magna además de dejar claro que en todos los decretos de transferencias de la Administración Central a las Comunidades Autónomas sobre competencias en materias de espectáculos, se habla en términos de regulación y ordenación pero nunca de prohibición.

Con unas premisas tan claras hacia una resolución rápida y favorable, la pregunta que surge es el motivo de la demora y la respuesta la encontramos en la politización de la tauromaquia. Un complicado contexto político, junto a la pasividad del sector taurino, han facilitado el suma y sigue hasta los seis años actuales de silencio administrativo.

La prohibición en Cataluña no hace sino alimentar el totalitarismo del movimiento animalista mal entendido para seguir su labor como hemos visto en Valencia, La Coruña, Mallorca y San Sebastián por ejemplo. Tienen su hoja de ruta bien diseñada y los seis años de silencio del Tribunal no hacen sino avalar sus fines.

Todo hace pensar que en septiembre será el momento para que la ciudadanía recupere su libertad, la de ir a los toros, vivir su cultura, sentir sus raíces en la Monumental de Barcelona y en definitiva recuperar su vida. Ojalá sea así, como imaginamos, aunque la realidad siembre dudas más que preocupantes.

Y es que la realidad marca diariamente esta corriente antitaurina tan de actualidad hoy en día. Hasta tal punto que el PSOE de Galicia lleva en su programa electoral la prohibición de la tauromaquia: “A pesar de la escasa presencia de la tauromaquia y de otros festejos en los que se produce maltrato animal en nuestra comunidad, los y las socialistas consideramos necesario regular esta materia para ponerle fin allí donde se pueda producir”.  El Partido Popular de Castilla y León no se queda atrás y recientemente cedió a las presiones de los antitaurinos prohibiendo el Toro de la Vega de Tordesillas.

Prohibir y prohibir… saltándose a la torera, nunca mejor dicho, la Ley que regula la Tauromaquia como Patrimonio Cultural desde noviembre de 2013. Una resolución favorable del Tribunal Constitucional no solo es posible, sino necesaria, para Cataluña en particular y España en general.


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