• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / EntreArtes

El momento de Talavante, el magisterio de Ponce y la verdad de Ureña

Por Juan Pedro Cano

Dos semanas de feria y todavía no ha salido un toro bravo en los tres tercios, la mansedumbre es la nota dominante cada tarde con algunos toros sueltos de buen juego en la muleta.

La tarde del día 18 fue de Talavente, que supo sacar partido al mal encierro de Fuenteymbro y ha pasado por Madrid dejando claro que es quien mejor momento atraviesa de los diestros que ocupan la parte alta del escalafón. Dispuesto, asentado, con valor sereno y un sentido de la colocación que llama la atención en estos tiempos. Con el primero de su lote dejó un natural -que venía hilvanado de un derechazo- para el recuerdo de la feria, muy templado toda la faena, con gusto y encajado. Posiblemente, de haber estado certero con la espada hubiera cortado una oreja. Oreja que si cortó al manso que hizo sexto, faena en terrenos de chiqueros donde el toro se tragó los muletazos en paralelo a tablas. Mucho mérito sacar faena de ese toro por el que no apostaba nadie y valor añadido hacerlo con la muleta en la zocata. Mató de certera estocada y paseó la oreja con la plaza entregada a una figura que pasó como tal por San Isidro.

Esa tarde se colgó el cartel de no hay billetes, tarde de expectación que los toros de Ricardo Gallardo se encargaron de echar al traste. Correctos de presentación, faltos de raza y fuerza junto con un fondo de mansedumbre alarmante. Lo único que tuvo la corrida fue una movilidad a menos. El primero fue devuelto, en su lugar salió un sobrero de Buenavista que tuvo movilidad enclasada en la muleta y con el que Diego Urdiales dejó buenos muletazos dentro de un conjunto frío e intermitente. No aprovechó el de Arnedo la buena condición del de Clotilde Clavo y el segundo de su lote venía vacío.

Miguel Ángel Perera con un lote sin opciones, y muy protestado desde el tendido por su colocación, pasó en blanco en su primer compromiso isidril.

El domingo 22 volvía a La Ventas el murciano Paco Ureña, y lo hacía con una cornada interna de seis centímetros. Mermado de facultades pero con su verdad de siempre, honradez y pureza en su toreo. Actuación épica del torero de Lorca que lo dio todo ante un público entregado que casi llenó la plaza. Emoción en estado puro ante la actuación entregada de Ureña, por su colocación, su forma de interpretar cada muletazo, la profundidad, el temple, su personalidad… y todo ello con un lote nada propicio de Las Ramblas que no le importó para encajarse tanto por derechazos como por naturales. El conjunto de su labor y el contexto de la misma ponen al de Lorca como torero referente de la afición madrileña.

La corrida de Las Ramblas, desigualmente presentada, tuvo nobleza pero sumó más en mansedumbre y poca raza. Saltaron también al ruedo venteño un toro de Buenavista con su dosis de casta y otro de Julio de la Puerta de buen juego en la muleta. Fueron al lote de El Cid y Fortes respectivamente, el sevillano evidenció que no pasa por su mejor momento mientras que el malagueño no logró el acople necesario para sacar a relucir su verdadera dimensión y vio como sus dos actuaciones fueron silenciadas por el respetable que casi llenó la plaza.

Muy buena entrada hubo también el jueves 19, lleno aparente. Corrida de El Puerto de San Lorenzo de correcta presentación más un sobrero que hizo cuarto tris de Valdefresno. Encierro noblote, con poca fuerza y buen fondo que no afloró siempre. Faltó raza al conjunto. Destacó el enclasado segundo y el encastado sexto. Volvía Ponce a Madrid, y en su vuelta dejó claro su magisterio y lugar de figura indiscutible. Torero de época, la que está marcando en una larga trayectoria que no parece tener fin y en la que va de más a más.

El de Chiva llegó a Las Ventas dispuesto a dejar su sello, a visibilizar su tauromaquia, y así lo hizo frente al enclasado primer toro de su lote. Trasteo mirando mucho por el toro pero sin perder el poso para desarrollar su tauromaquia, esa que todos tenemos en la cabeza de toreo vertical, desmayado, corriendo los engaños despacio y administrando un temple que al de Chiva le viene innato. Crujió Madrid, se emocionó y disfrutó con la difícil facilidad de Enrique Ponce delante de los toros. Si hubiera estado certero con la espada la faena hubiera sido de premio.

El segundo de su lote fue el remiendo de Valdefresno, un toro castaño con hechuras para las calles y que recordaba orígenes antiguos del encaste. Toro complicado sin opción de lucimiento con el que Ponce no se amilanó y le plantó cara en ardua faena de esfuerzo y tesón. Unos dicen ser figuras, otros lo son. Inmenso el valenciano en su paso por San Isidro.

Confirmó esa tarde alternativa otro valenciano, Román, que vio como el toro de la ceremonia se rompía una mano al inicio de la faena y tuvo que abreviar. Su segundo tuvo movilidad y transmisión, toro de triunfo en Madrid pero también exigente. Román estuvo voluntarioso con las lógicas lagunas de quien apenas tiene contratos. Dicen que querer es poder, pero no siempre. Completó la terna Daniel Luque, que con el peor lote hilvanó sendos trasteos mudos.

El sábado catorce estaba marcado en el calendario por muchos aficionados al anunciarse una ganadería con encaste Santa Coloma. Con menos de tres cuartos de plaza se lidió un encierro de Flor de Jara, desiguales de presentación y faltos de casta. Corrida que se completó con dos ejemplares de San Martín, ganadería también con origen Santa Coloma, bien presentados, mansos y descastados.

Decepción entre la afición por el fiasco general y la terna estrellada ante el juego de los toros, tan solo destacar la mayor voluntad del mexicano Silveti frente al deslucido encierro ante el que nada pudieron hacer Robleño y Miguel Ángel Delgado.

Al día siguiente, el día de San Isidro, se colgó como no podía ser de otra manera el cartel de no hay billetes. Fue la tarde en la que confirmó alternativa el extremeño, y muy querido en Pamplona, Posada de Maravillas que pasó en blanco por Madrid sin más que apuntar sus buenas maneras sin pasar de voluntarioso. Hasta nueve toros tuvieron que saltar al ruedo para completar seis, finalmente se lidiaron cuatro toros de Juan Pedro Domecq, desiguales de presentación, tan nobles como mansos y bajos de raza y fuerza. Completó la corrida un ejemplar de José Luis Marca deslucido y otro de Conde de Mayalde flojo y a menos.

Roca Rey demostró una tarde más su extraordinario valor y dejó claro el sitio que tiene. Destacó en su primero con un par de tandas con mucho ritmo que no pudieron ser más por la condición del toro.

Talavante tuvo un lote con nula emoción que le impidió lucimiento alguno, una pena visto el extraordinario momento por el que atraviesa.

En esta segunda semana tuvo lugar la tradicional corrida de la prensa, fue el martes día 17. Corrida dentro del abono pero fuera del mismo lo que se visibilizó en los tendidos con poco más de media entrada. En el cartel, toros de Pedraza de Yeltes desigualmente presentados, corrida tan grande y zancuda como mansa y deslucida salvo el que hizo tercero en orden de lidia, al que apenas se picó, que tuvo movilidad enclasada en la muleta y al que el charro Juan del Álamo cortó una oreja tras una faena demasiado superficial a tenor de la calidad del toro. Oreja a la baja, sobre todo atendiendo a la mala colocación de la espada.

Manuel Escribano y Juan Leal, que confirmó alternativa, no tuvieron opción alguna con sus lotes correspondientes. El sevillano tuvo tanta voluntad en su actuación como poco calado en los tendidos desde donde constantemente fue reprochado. Por su parte, Leal, dejó claro su valor con el que se ganó el respeto del público.

Para olvidar fue la corrida del viernes 20, que había levantado mucha expectación y fruto de ello se colgó el cartel de no hay billetes. Los toros se encargaron de echar al traste las ilusiones de todos. Corrida de Alcurrucén correcta de presentación, mansa y descastada que hizo imposible cualquier mínimo lucimiento de la terna actuante. Ilusiones al traste del confirmante Garrido y tarde que no quedará para el recuerdo en la temporada tanto de Juli como de Castella con cierto sector del público muy en su contra.

Con tres cuartos de entrada se lidió el lunes la segunda novillada del ciclo. Novillada de El Montecillo desigualmente presentada. Mansa con genio y muy complicada. Juan de Castilla se quedó solo frente a cuatro novillos tras sufrir sendos percances sus compañeros de cartel. Disposición y entrega del colombiano que puso todo de su parte ante una papeleta nada fácil, titánico esfuerzo que vio recompensado con una oreja al novillo que cerró el festejo.

Filiberto con una sección en los tendones y Luis David Adame con una doble cornada de 30 y 25 centímetros en el gemelo de la pierna izquierda, tan solo pudieron dar muerte a los primeros novillos de su lote. Mientras que el de Calasparra a punto estuvo de escuchar los tres avisos, el mexicano Adamé se fue a la enfermería con una oreja cortada a ley tras una faena muy meritoria, templada y con mucho gusto.

El sábado 21, segunda corrida de rejones de la feria con los tendidos prácticamente llenos. Corrida con movilidad y noble con los tres hierros del maestro Capea, como marca el reglamento “reglamentariamente despuntados” pero a ojos vista excesivo. Destacó el que hizo tercero en orden de lidia al que Leonardo Hernández cortó dos orejas tras una faena con pasión donde manejó muy bien las distancias y se gustó en los embroques. Faena que llegó con intensidad al tendido y que tras el efecto fulminante del rejón se pidió para el extremeño las dos orejas, petición que fue atendida por el presidente. Otras dos cortó al que cerraba festejo, ya con el público a favor, y con una actuación de menor nivel. Premio excesivo para una tarde soñada y que recordará Leonardo Hernández.

Diego Ventura perdió la puerta grande por el mal uso de los aceros, dejando claro en su paso por Madrid el momento dulce que atraviesa. Por su parte, Sergio Galán tuvo una seria actuación que también se quedó sin premio por el mal uso de los aceros.


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El momento de Talavante, el magisterio de Ponce y la verdad de Ureña