• viernes, 19 de abril de 2024
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Opinión / EntreArtes

Fuego Cruzado

Por Juan Pedro Cano

Decía Ortega y Gasset que para conocer como se encontraba España bastaba con asomarse a una plaza de toros, hoy más que nunca esta afirmación es real al pie de la letra

El presente que vive la sociedad española es tan incierto como de preocupante futuro, la ciudadanía –soberana en las urnas- dejó un galimatías político tan difícil para ahormar un gobierno como de meter en faena a un marrajo. La sociedad dividida, entre el impulso populista que juega con la situación del eslabón más débil, y los partidos tradicionales en el marco de la constitución que buscan una apuesta de futuro mientras de su gestión en el pasado hacen de su capa un sayo.

Este desencuentro político tiene su fiel reflejo en las plazas de toros. Hace años había una diferencia sustancial entre el aficionado al fútbol y el aficionado a los toros. Mientras que el primero, acérrimo a los colores de su equipo, es incapaz de ver y disfrutar del juego del rival, en los toros ser partidario de un torero no significaba denostar a otros.  Hoy la situación es bien distinta, frente al aficionado cabal donde tienen cabida muchos toros y toreros, existe el “aficionado talibán” fácilmente identificable tanto en el tendido como en las redes sociales.

Más allá del tendido, el universo 2.0 es su espacio natural y altavoz desde donde ejercen su magisterio en tono tan provocador como malsonante, olvidando valores asociados al mundo del toro como son el respeto y la educación. No dudan en mandar mensajes privados “perdonando la vida”, critican todo y se postulan como los salvadores de la tauromaquia… pero no hacen nada, solo esperan como si estuvieran en su puesto de montería para disparar y atizar. Tan importante es tener y fomentar un espíritu crítico como constructivo.

Pero solo saben destruir, solo saben criticar y malmeter con su credo en mano donde, entre otras cosas, el toro que no es cárdeno no tiene interés, la integridad en los pitones debe llegar tanto a festivales como a corridas de rejones y una figura actual como es El Juli, es el mayor de los antitaurinos. No es ninguna broma, de verdad que así lo afirman, ahí está twitter y sus time line. Y si esto dicen en público, miedo da lo que dirán en privado. En realidad, más que miedo da tristeza, la Fiesta necesita más que nunca de la afición, pero una afición sana, responsable y por supuesto crítica pero con fundamento y rigor. El equilibrio perfecto.

El colmo, por ahora, llegó hace unos días cuando arremetieron por un lado contra eventos taurinos benéficos, y por otro, contra la organización de un bolsín taurino que busca la promoción de jóvenes promesas. Parece que les molesta también el fomento de afición joven para que acudan de manera organizada a las plazas de toros, mientras por otro lado critican que las empresas no fomenten el espectáculo. Un fuego cruzado, entre supuestos aficionados y los que lo son de verdad, que en nada beneficia a la Fiesta, y por el contrario, hace frotarse las manos a los antis.

En otro sentido, el fuego cruzado se está reflejando también en los despachos taurinos. Con las ferias del levante a punto de comenzar, Sevilla con carteles, y Madrid con buen paso, las negociaciones son como partidas de ajedrez, un pulso de poder y declaración de intenciones tanto para la temporada en curso como para el gran asalto empresarial que siempre supone Las Ventas, y que cumplido el pliego, de nuevo saldrá a concurso. Un fuego cruzado de intereses que beneficia a unos matadores mientras perjudica a otros que no logran rentabilizar en los despachos lo ganado con capote y muleta. Dime con quién andas y te diré cuanto toreas.

Afortunadamente en Pamplona la confección de la Feria del Toro nada tiene que ver con el resto, la Comisión Taurina de la Casa de Misericordia –alejada del entramado taurino- siempre se preocupa por el aficionado y el interés general, además de premiar a quien verdaderamente se lo ha ganado en el ruedo. Un ejemplo de feria que este año tiene unos mimbres para hacer historia, al tiempo. Pero claro, esto que es así, irrefutable, también está en tela de juicio por este sector talibán de la afición que siempre ve oscuras artimañas y manipulaciones varias en lo que es un ejemplo de organización y gestión en la feria taurina más importante tras Madrid y Sevilla.

Hay un dicho que dice: «Del toro manso me libre Dios, que yo me libraré del bravo» pues eso, del “aficionado talibán” nos libre Dios, que ya nos libraremos del antitaurino.


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