• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / osasuNAvarra

Reencuentro con Miguel Flaño y la victoria

Por José Mª Esparza

Tras cinco partidos sin ganar, Osasuna se encontró con la, posiblemente, victoria más cómoda de la temporada. Media hora de control de balón con el acelerador pisado le bastaron para concretar una victoria que le mantiene vivo de cara al ‘play-off’.

Lucas Torró en el partido entre Osasuna y el Nàstic de Tarragona LALIGA123.
Encuentro entre Osasuna y el Nàstic de Tarragona LALIGA123.

Victoria importante. Meritoria, pero facilona. Rompe la dinámica, desatasca, limpia la mirada, y concita sensaciones contrapuestas. Dice que todavía queda un lugar para soñar, a la vez que trae, por ejemplo, el recuerdo del partido de la primera vuelta con una pregunta sangrante.

¿Cómo un equipo tan limitado pudo llevarse la victoria de El Sadar? Con esos tres puntos, sólo con esos tres, Osasuna vería ahora el futuro de otra forma, dependiendo de sí mismo, con opciones manifiestas de play-off, con fundadas ilusiones. En fin, es lo que hay. Toca saludar a estos tres puntos, aunque de alguna manera lleguen por la gatera, fruto de apenas media hora de posesión de balón y una buena dosis de regaliz.

Pasado el primer cuarto de hora, que presagió la enésima repetición del partido ‘made in Diego Martínez’, los rojillos dieron un paso adelante, se erigieron en dueños del balón, trenzaron una serie interminable de pases que noqueó a Gimnàstic, y el gol les vino casi de forma inesperada, en clamoroso fallo de la defensa tarraconense. Lo mejor estuvo es que con la ventaja, el equipo navarro no reculó, no cayó presa de la diarrea que tanto acompaña a su técnico, y el segundo sentenció. Resultó de chirigota, como en ocasiones parece ser esta Segunda de nuestros desamores y desencuentros, pero subió al marcador.

El caso es que a Osasuna le bastó con media hora de juego y posesión. Luego, a nadar y guardar la ropa. De seguir intensos arriba, el resultado habría podido ser de escándalo, pero a Diego Martínez no se le puede pedir lo metafísicamente imposible. Con dos de ventaja, tiró toda la segunda mitad en la que, por otra parte, los locales no podían esconder su corazón partío, el dolor de alma. Imposible entender cómo pudieron ganar en Pamplona. ¡La de puntos que han tirado estos rojillos, como para que después venga el entrenador a explicarnos el valor de un punto tras cualquiera de los millares de  empates ramplones!

Una de las claves del triunfo, del poderío que mostró Osasuna ante un cuadro muy justico, estuvo en el centro del campo, donde Diego Martínez cubrió la baja de Fran Mérida con una tripleta formada con Lucas Torró, Óscar Laso y Roberto Torres por delante con libertad de movimientos. Funcionó, también gracias al ensanchamiento del campo que firmaron por las bandas Róber Ibáñez, que ha ido a más en los tres últimos partidos, y Quique González, fruto de la entente llegó el primer gol. Es decir, el técnico dejó en el banquillo a ‘Arzurica’. De una vez optó por otro concepto más allá de caguetismo. Quiso jugar, y acertó.

La otra novedad del técnico también vino acompañada del éxito. Por primera vez en la temporada dio entrada a Miguel Flaño en el eje de la defensa. El capitán, que ya había puesto durante la semana los puntos sobre las íes, llamando al pan y al vino por su nombre, completó un gran partido de veteranía y pondus. Si antes del partido afirmó que el ‘play-off’ no justificará la temporada, que será un fracaso todo lo que no termine en ascenso, durante el encuentro del Mini Stadi evidenció la injusticia que el técnico ha cometido con él a lo largo de la campaña. Con Miguel Flaño en el eje, el entrenador colocó a Oier en el lateral izquierdo, dejando así una defensa de cuatro, única línea que mantuvo intacta a lo largo de los noventa minutos.

Poco más en Tarragona. Como cualquier victoria o derrota de Osasuna en este año, tras el pitido final queda poco para comentar del partido en sí mismo. No da para más. El cómputo global no transmite más que el paso de los de los minutos. Ni tristeza suma, ni alegría desenfrenada. Siempre perfil bajo, insulso, mortecino. Se quiera o no, así ha ido la temporada, por no hablar de la anterior, de los años que arrastra esta plantilla, este club de nuestros amores. En tierras de los Escipiones, con el 0-2 en la buchaca, hubo quien se durmió durante la segunda mitad. Doy fe.

En cualquiera de los millones de partidos que jalonan la historia del fútbol, se habría tratado de un resultado para disfrutar durante la segunda parte, a la vez que de una tensa espera del pitido final. Sin embargo, desgraciadamente, este equipo no transmite ni cuando gana.

En cualquier caso, por fin una victoria tras cinco decepciones consecutivas. Afortunadamente, no toca hablar del ‘factótum’. Mejor pensar en la próxima visita del Oviedo y dejar al ‘factótum’ que asimile la salida de Albisu del Promesas y recomponga las relaciones con el Comisario en funciones. De risa.


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Reencuentro con Miguel Flaño y la victoria