• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / osasuNAvarra

Este presente ya no importa tanto como el futuro

Por José Mª Esparza

Nadie dudaba que Osasuna acabara campeón de Liga, ni tampoco de una cómoda victoria en el Arcángel cordobés para lograrlo. La mente anda por la fiesta de la despedida ante el Oviedo y, sobre todo, en la confección de la próxima plantilla.

Osasuna celebra en Córdoba la victoria y el título de campeón de Segunda División. LALIGA
Osasuna celebra en Córdoba la victoria y el título de campeón de Segunda División. LALIGA

En Navarra nadie piensa en el presente. Sus dos sustentos, el Gobierno de Navarra y Osasuna, acaban de solventar sus compromisos más importantes, las elecciones y la Liga, y las miradas se centran en el futuro, aunque solo sea el más inmediato.

En la caso del próximo ejecutivo foral, interesa más el siguiente movimiento de la Chivite que el anterior de Esparza o el penúltimo bocinazo de Asirón, aunque lo realmente importante es quien será el próximo titular del salón del trono y a quién tendrá de ujieres a sendos lados del sillón.

En Osasuna también ocurre tres tercios de lo mismo. En el cortoplacismo, a cualquiera la afecta más la próxima fiesta en El Sadar, la del sábado próximo ante el Oviedo, que el partido recién disputado en Córdoba.

Tampoco es que la cita ante el conjunto carballón interese excesivamente. Simplemente consiste en un mero pretexto para la festari festa, que por cierto esperemos sea montada con más mimo que el centenario del club, que a la luz de los documentos exhibidos por el Archivo General de Navarra, que hoy mismo he tenido la oportunidad de disfrutar y recomiendo vivamente a todo el osasunismo, ya ha pasado y ni siquiera el todo poderoso gabinete de Comunicación del club, con su comisario político a la cabeza, ha dicho esta boca es mía o del ‘factotum’. Mal asunto.

La euforia por todo lo alto, el osasunismo a muerte con su presidente, Luis Sabalza, para tirar el chupinazo, y mira que la Pamplonesa acumula centenares de motivos precisamente por su centenario, y el departamento de Comunicación ni siquiera se ha enterado de que los cien años de Osasuna ya han pasado de largo.

A falta de noticias de verdadera enjundia que nos ofrezcan desde el seno del club, toca ocuparse de estas cosas. No las impiden la otra de las formas de hacer inquisición desde los gabinetes de comunicación de nuevo cuño. Les doy las noticias yo, y así no las buscan ellos. Es decir, les dicto lo que deben decir. Pues, ni ésas. No aciertan.

Entre tanto, el trámite del Nuevo Arcángel transcurrió sin mayores sobresaltos, sin tensión alguna, con menos todavía que la semana anterior frente al Las Palmas. La lucha entre un descendido a lo más profundo de las cavidades del Averno frente al flamante campeón, al que todo le resulta increíblemente sencillo, no tuvo color. Al cuarto de hora, dos goles de ventaja.  Otro más recién comenzada la reanudación. Imposible no relajarse. NI el empate preocupaba. En tales situaciones recomiendan sacar a toda pastilla chavales para seguir sus evoluciones y de presumir al día siguiente. Pero tampoco. El primer cambio favoreció a Kike Barja, mientras que Javi Martínez tuvo que esperar lo suyo, y Aimar Oroz casi ni sale.

Tampoco el Córdoba ayudó. Sin contar con dos futbolistas tan queridos como Miguel Flaño y De las Cuevas, el interés del partido decayó lo suyo. El ambiente del estadio cordobés, con menos espectadores que votantes de Izquierda Unida, que tiene allí su feudo más clásico, el de Julio Anguita, delató el bajonazo anímico, tan grande que cuando reaccionaron los verdiblancos lo hicieron más por relajamiento muscular rojillo que méritos propios. En fin, en lo puramente futbolístico, esto ya no es lo que era. Lo que importa es el futuro. Por ejemplo, saber si el ‘factotum’ renovará por ¡tres años!, como presuntamente ya trató la Junta directiva en su reunión del pasado 30 de abril. El servicio de Comunicación no ha informado de ello. 

Lo mejor, que el título de Segunda, es decir, los 500.000 euros, que por cierto deben ser para estos jugadores que los han ganado, ya están en el bolsillo.  La visita del Oviedo a El Sadar debe ser la mejor fiesta de principio a fin. Que comience con caras nuevas con las que goce la grada, continúe con jugadores queridos merecedores de una despedida a lo grande, y termine con la explosión final que los chicos de prensa seguro saben preparar. Y si gana el Oviedo será lo de menos. El presente no importa tanto como todo lo que nos haga soñar con un futuro todavía mejor. Además, en el peor de los casos, al Oviedo le debemos una desde hace casi dos décadas. Mejor hacer amigos que no enemigos, como los malos gabinetes de comunicación.


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Este presente ya no importa tanto como el futuro