• miércoles, 24 de abril de 2024
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Opinión / osasuNAvarra

Osasuna, con sus señas de identidad

Por José Mª Esparza

Arrasate mandó jugar a sus hombres, y éstos demostraron que saben hacerlo. Demostraron que a veces la mejor defensa es crear peligro arriba. Así sorprendieron a Unai Emery, que pensaba hacerse con los tres puntos sin perder la gomina.

Partido de Liga Villarreal Osasuna
Partido entre Villarreal y Osasuna disputado este domingo en el Madrigal con victoria (1-2) del conjunto rojillo. CA OSASUNA

Volvió el Osasuna de jugada elaborada y vertical, paciente y confiada, que defiende pero que entiende que la mejor defensa es inquietar arriba. No solo presionar en la parte alta, sino mantener el balón allí, con peligro. Son las señas de identidad asociadas a este equipo. Resulta difícil identificarse con el juego rocoso, destructivo, echado atrás y en función del rival que Jagoba Arrasate ha repetido en este campeonato. Ahí Osasuna no nos ha resultado reconocible. Patadones kampora. Sabemos lo que hay, responde el técnico desde dentro. Pues bien, en Villarreal encontró la respuesta más convincente.

Cierto que Osasuna ganó, pero igualmente pudo empatar o incluso perder. Nadie podría argumentar de la injusticia de cualquiera de los tres marcadores, incluida la victoria rojilla, obviamente. El Villarreal tiene mejor plantilla, mejor equipo, mejor clasificación, dinámica y cuanto se quiera, pero no lo demostró. Muy sencillo. Avisó Unai Emery del potencial y estado de forma rojillo, pero con la boca pequeña, con frases hechas y vacías que abundan en los entrenadores. Se creyó muy superior, dio el partido por ganado y dejó en el banquillo a sus mejores piezas. Cuando quiso reaccionar, el partido le negó la capacidad de hacerlo. Los cambios rojillos empujaron la inercia triunfal.

Arrasate salió a jugar, a llevar el balón arriba, a hacer su fútbol, y así sorprendió al ‘submarino’, que se vio impotente, sin argumentos para contrarrestar, para hacerse con el dominio claro de la parcela ancha, en la que Moncayola, Brasanac y Rubén García revolotearon con mayor solvencia y seriedad que el inaguantable Parejo. Tuvo puesta Osasuna la ropa de labor, pero no el mono sino el traje de paño. Supo combinar el trabajo a destajo con ciertas hechuras elegantes. Así llegaron los dos goles, fruto tanto del juego colectivo como del acierto individual. Ahí está, por ejemplo, el centro de Manu Sánchez (ya no estaba Juan Cruz…) sin el que nunca habría llegado el voleón de Moncayola.

(Un inciso. El Bilbao tiene una buena defensa y un ataque decente, pero carece de centro del campo, donde completa la alineación con cualquiera. Necesita a Moncayola. Si lo quiere, que sea por la fuerza y pagando al menos la reforma del campo.)

Pese a todo lo dicho, si el Villarreal hubiese sumado los tres puntos, su victoria tampoco habría podido calificarse de injusta a tenor de las ocasiones que disfrutó, en las que topó con Sergio Herrera, bajo palos uno de los mejores porteros de la Liga. El guardameta burgalés cuajó un partido redondo. Acertó en el uno contra uno y alcanzó balones imposibles volando a la escuadra. Sus acciones sobresalieron en vistosidad, cualidad carente en el trabajo colectivo de campo, casi siempre oscuro por definición. El guardameta completó de manera decisiva al intenso despliegue matemático, geométrico, de sus compañeros sobre el césped.

En cuanto a brillantez, no resultó un partido de enmarcar. Estuvo muy emocionante el tramo final, tanto por la remontada rojilla como por los esfuerzos del Villarreal para arreglar el desaguisado en que se vio envuelto, superado por un Osasuna que suma tres puntos vitales para la permanencia. La victoria permitirá al entrenador ensayar a partir de ahora un equipo para el futuro, dar minutos a jugadores del mañana, como en La Cerámica aprovechó Javi Martínez los suyos. Entre tanto, que los responsables de oficinas cierren la salida de hombres clave.


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