• viernes, 19 de abril de 2024
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Opinión / osasuNAvarra

Osasuna mejora con Aimar, pero todavía falta

Por José Mª Esparza

Los rojillos se estrellaron contra la muralla isleña en la primera mitad, pero el temprano golazo de Aimar Oroz en la segunda cambió el partido, y también Arrasate con el cambio de sistema.   

Los jugadores Osasuna y al RCD Mallorca durante el partido de este sábado en El Sadar. EFE/ Jesus Diges

Aimar Oroz recordará este partido. Marca una diferencia en su carrera futbolística. Se echó al equipo encima, lo movió, le hizo jugar, marcó el gol, anotó una asistencia, defendió como un defensa. En fin, un partido redondo, Chapeau por el chaval, autor de las dos jugadas en que Osasuna desarboló al Club Leñero Mallorca, que poco más se puede decir del club de Javier Aguirre. Planteó un partido como Osasuna en Bilbao, el gol le obligó a dar un paso adelante, pero siguió igual de físico y poco más. A falta de argumentos futbolísticos, leña.

Tampoco Osasuna está para echar cohetes. Ganó, que es lo importante, y lo hizo con merecimientos, algo necesario para superar la cuesta de enero, la que debe llevar a recuperar sensaciones perdidas, pero aún le falta recorrido. Ante los isleños careció de una propuesta válida en la primera mitad, y recuperó algo de aquel juego vivo y alegre en la segunda, pero a cuentagotas. Hubo más pases, pero las triangulaciones siguen sin llegar con fluidez.  No perdió el dominio y control del partido, gracias a un partidazo de Moi Gómez, un coloso dirigiendo el juego, pero el equipo apenas mordió tras el gol.

Mientras el Mallorca solo tuvo aproximaciones, sin obligar una sola vez a parar a Aitor Fernández, los rojillos se instalaron en campo rival, buscaron insistentemente la puerta. Merecieron ganar. Decía Javier Aguirre que ha logrado rentabilizar lo que tiene. “Esto es lo que hay”, decía aquí. En cambio, Osasuna tuvo un discurso muy diferente. Salió con un ofensivo 4-2-1-3, con el que quiso abrir el campo y dar libertad a Aimar Oroz por delante del complementario doble pibote. La verdad es que se estrellaron contra la muralla isleña.

Después, tras el gol, Arrasate cambió a un 4-4-2 más jugón, en el que Aimar Oroz seguía con la misma libertad siendo el más próximo a Budimir, que por fin recuperó la titularidad, indispensable para volver a su mejor estado de forma y anotar goles salvadores. Marque o no, la delantera es otra con él. Su cabeza emerge, arrastra balones, sirve de referencia a sus compañeros, y descoloca a la defensa rival. El gol es cuestión de confianza. Con este sistema el equipo fue mucho más jugón. Recordó al que todos esperamos.

Para terminar, tres nombres propios. El primero, el de Diego Moreno. Una gran noticia su asentamiento en la defensa. También lanza buenos centros, y con el tiempo ganará en las transiciones. El segundo, el de Moi Gómez, un coloso. Incansable. Una máquina de hacer fútbol. Lucha, toca, sirve, compacta. Omnipresente. Un grandísimo fichaje. El doble pibote entre él y Torró puede dar mucho de sí. Porque ambos son muy trabajadores, se complementan dos jugadores tan diferentes, con lo que amplían el abanico de posibilidades. Moi posibilitó el gol del tercer hombre.

¡Cómo ha crecido Aimar Oroz! Increible su partido. Tras los córners rojillos era el primero que llegaba a su área para defender. No dejó de correr un segundo, pura tensión continua. No sabe estar quieto. En el gol tuvo mérito cómo culminó la figura, y cómo fusiló. La asistencia a Kike García resultó la mejor jugada de los noventas minutos, con precisión de tiralíneas y visión de lince. Unos hacen lo que quieren y otros lo que pueden. Claro, así ha sido siempre.


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