• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / osasuNAvarra

Osasuna, sin ideas, termina perdido en Getafe

Por José Mª Esparza

Los rojillos dieron la cara en el Coliseo getafense hasta que Arrasate inició una ronda de cambios que echaron abajo el trabajo realizado 

El delantero del Getafe, Dario Poveda (2i), celebra con su compañero Sandro el primer gol de su equipo ante el Osasuna durante el encuentro correspondiente a la jornada decimoctava de primera división que disputan hoy domingo frente al Getafe en el coliseum Alfonso Pérez de la localidad madrileña. EFE / Mariscal.
El delantero del Getafe, Dario Poveda (2i), celebra con su compañero Sandro el primer gol de su equipo ante el Osasuna durante el encuentro correspondiente a la jornada decimoctava de primera división que disputan hoy domingo frente al Getafe en el coliseum Alfonso Pérez de la localidad madrileña. EFE / Mariscal.

Habrá quien se lamente, quien se bañe en lágrimas por perder en la prolongación después de realizar un trabajo tan intenso como prolongado. Allá cada cual. Algunos afirmarán incluso que Osasuna mereció la victoria por oportunidades o, en el peor de los casos, al menos el empate. Podría ser, pero no. El Getafe peleó hasta el último suspiro por la victoria, y la logró. No por fútbol, que Osasuna lo tiene mejor, sino por fe, por lucha agónica, por insistir una y otra vez ante un equipo rojillo que poco a poco perdió sus señas de identidad, que ya no sabía a qué jugar.

Partido bronco, espeso, feo en el que Osasuna propuso más desde el inicio frente a un Getafe muy limitado, que no sabía ni como ir a por el partido, con la única idea clara de empujar y empujar hasta la extenuación. Las caras de los azulones, y sobre todo los lloros, tras marcar en el minuto 83 lo dicen todo. Pelearon para no dejar su vida en el cadalso y… obtuvieron el premio ante el desconcierto rojillo, que durante la gran parte del partido no mereció perder, e incluso en algunas fases pudo acariciar los tres puntos.

Arrasate salió con un 4-3-3, con Juan Cruz reconvertido en central de éxito, el trivote clásico que dominó el centro del campo pese a que Moncayola y Brasanac no estuvieron a su altura, y puso adelante a tres jugones: Rubén, Chimy y Barja. El argentino aportó chispa, fluidez de balón, trabajo. Desde luego, nada que ver con Kike García como único delantero. Ezequiel da más opciones. De hecho, el balón transcurrió mucho más en el campo azulón que en el rojillo.

El cuadro navarro triangulaba más y mejor, conducía el balón en los pies. Presumía de más calidad y solvencia, cualidades que no llevan a ninguna parte si te instalas en una zona de confort donde tampoco tienes la exigencia de rentabilizarlas. Y eso es lo que ocurre al equipo de Arrasate, que pierde identidad. Sumar nueve partidos sin ganar no puede achacarse a una dinámica negativa y nada más. Hay que analizar el hecho dentro de un contexto mezquino, una escala donde Levante, Elche y un paupérrimo Barça eran los tres últimos peldaños.

Osasuna tiene el balón, pero tampoco es fácil adivinar para qué. Como tampoco me resulta fácil saber qué es lo que pretendía Arrasate en el Coliseo. El partido estaba colapsado, sin decantarse. El cuadro local quería romperlo a toda costa, pero el visitante se sentía seguro, tanto que los tradicionales cambios del minuto 62 tuvieron que esperar hasta la eternidad, y lo peor de todo es que descompusieron al equipo. La derrota fue el desenlace duro e inesperado, pero comprensible como concluyente.

A los 62 o 63 minutos partido, cuando in illo tempore el técnico rojillo acostumbraba a dar una vuelta de timón, y últimamente comenzaba el goteo de sustituciones, todo continuó igual. Ni hubo golpe de timón ni correcciones puntuales. Los cambios llegaron en los ultimísimos minutos y echaron por la borda el trabajo del bloque. Rompieron la línea de adelante, que hasta entonces había defendido desde arriba, hicieron trizas el trivote, y la defensa se vio más cansada y desabastecida. En él último contragolpe madrileño, previo al gol, había el doble de azulones que de rojos.

Los partidos se pierden o ganan en acciones concretas, pero casi siempre son las líneas maestras, los conceptos futbolísticos, la dinámica del juego… quienes explican el por qué los resultados. Osasuna evidenció en el tramo final del partido que se quedó sin ideas, que terminó perdido y, lo que es peor, que vive en una línea de confort inexistente.

¡Qué pena llegar así al parón de Navidad!


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Osasuna, sin ideas, termina perdido en Getafe