• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / osasuNAvarra

Martín se vuelve a equivocar

Por José Mª Esparza

Es cierto, la Ponferradina mereció ganar. Estuvo mejor posicionada, llegó poco pero con más sentido, y falló un penalti. A cambio, Osasuna tiró una vez a puerta y desde fuera del área.

Lo ve hasta un ciego. El técnico de Osasuna, Martín Monreal, no sabe jugar a ganar, o al menos así lo demuestra. Juega siempre a no perder, y solo si se encuentra un gol  suma los tres puntos. Pero no siempre sucede como en Alcorcón, y menos en El Sadar, donde no en vano ya suma más empates que victorias. Nueve veces se ha dejado escapar esos dos puntos, varias de forma tan descarada como esta última. 

La Ponferradina le superó en posicionamiento, movió el balón más conjuntado, pisó el área en pocas ocasiones, pero con más sentido, y Nauzet evitó el desastre deteniendo un penalti. A cambio, Osasuna propuso un juego plano, rocoso, de tintes defensivos. No fue capaz de articular una sola jugada en todo el partido, en ningún momento supo meterse entre las dos líneas de contención visitantes, y apenas extrajo un tiro a puerta en todo el partido, el de Oier desde fuera del área.

Osasuna jugó uno de sus peores partidos, víctima de un planteamiento ramplón, simple y cicatero. Da igual que Martín comenzara con un claro 5-3-2, y que comprobado el perfil de candidato al descenso del rival pasara a un 4-3-3 adelantando a Pucko, o que Manuel Sánchez y Oier alternaran en el eje del centro del campo, o que los dos puntas primero, y luefgo los tres, intercambiaran la proximidad de la banda o del área.

El problema es más de fondo. Es de planteamiento, de concepto, de filosofía. De ambición. Vista la alineación, con un solo jugador, De las Cuevas, capaz de crear, ya se adivinaba por donde iban los tiros, pero es que lo peor vino al verlo arrinconado en un lateral, sin protagonismo ninguno, perdido. Solo jugó la primera parte, quizás la primera parte más soporífera de todo lo que va temporada, y ya va un trecho largo…

Terminada la primera parte, se veía venir el cariz de la segunda con precisión casi matemática. La Ponferradina,  que había superado esos 45 minutos sin problema alguno, se vendría arriba en sus convicciones, y dejaría sin espacios a Alex Berenguer y Olavide.

Dicho y hecho. Los dos jovenzuelos apenas encontraron vías de penetración, y lo más grave es que tampoco disponían de compañeros capaces de servirles la pelota en condiciones. Al míster, que ya se había cavado la fosa antes de ir al descanso, solo le quedaba cubrirla de tierra después. De acuerdo que le faltaban Merino y Roberto Torres, pero es que nadie entiende cómo no propuso una alternativa más acorde con tales carencias.

Al final, habrá que insistir más en ello, los cinco canteranos consolidados en el primer equipo (Unai y David García, Merino, Alex y Olavide) son todos de Jan Urban. ¿Dónde estaba, por ejemplo, Otegui? ¿para qué lo mandó a calentar Martín con cajas destempladas a los pocos minutos de comenzar el partido? Resulta difícil de entender este tipo de situaciones. Las carencias del equipo estaban claras antes del pitido inicial y seguían sin resolver después del final.

Una decepción, un doloroso contratiempo. A estas alturas de la temporada, con tantísimo en juego, no vale mirar atrás y complacerse en lo hecho, sino mirar adelante y actuar en consecuencia, es decir, con ambición. No se pueden tirar por la borda otros dos puntos tan impunemente.

Suman 24 los que se han escapado de El Sadar, demasiados para cualquier equipo que aspire al ascenso sobre todo por que más de la mitad han sido perfectamente evitables con planteamientos más acertados. El Sadar no resulta ningún fortín, y no solo porque sus visitantes le hayan cogido respeto, sino sobre todo porque los rojillos no aciertan a jugarles en él como debieran. De acuerdo con que todo es posible todavía, pero es que a la luz de lo vivido en vivo y en directo en el coliseo rojillo, Osasuna ya debería haber encarrilado su destino. En fin, quedan cinco jornadas, el repóker mágico de Martín. A ver.


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Martín se vuelve a equivocar