• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / osasuNAvarra

El liderazgo en Navarra (II): Uxue Barkos, desaparecida en combate

Por José Mª Esparza

Todo le fue de cara a la presidenta del Gobierno en su lento pero imparable ascenso hasta llegar a Palacio. Otra cosa ha sido una vez dentro de él, donde muestra dificultades hasta para ejercer el liderazgo que le correspondería en Geroa Bai.   

La presidenta de Navarra, Uxue Barkos, explica en comisión parlamentaria el acto de homenaje a las víctimas de motivación política organizado por el Gobierno (13). IÑIGO ALZUGARAY
La presidenta de Navarra, Uxue Barkos. IÑIGO ALZUGARAY

La política navarra aparece dividida en dos grandes bloques. El más definido lo forma el 'cuatripartito', con diferencias ideológicas que les permiten convivir, y también problemas internos de funcionamiento no lo suficientemente graves como para hacerlo saltar por los aires. El poder actúa de pegamento. Los intereses de cada cual están muy por encima de las particularidades concretas.

Así les conviene. En tal sentido, las jerarquías quedaron muy claras desde el principio, al menos de puertas afuera. A diferencia de la bicefalia Barcina-Jiménez del Gobierno anterior, en éste después de Uxue Barkos no viene nadie, o vienen todos, que es otra forma de decirlo. Cualquiera de las cuatro formaciones podrá hacer sus pinitos, pero dentro de un orden. Perviviendo el conjunto, allá cada cual en el Gobierno o en el grupo parlamentario.

Es así, casi por imperativo legal, como emerge la figura de Uxue Barkos sobre cualquier otra dentro del conglomerado en el poder. La ex periodista ha sido uno de los líderes más conocidos de la política navarra de los últimos años, y ahora le toca ser la amalgama que une las partes. Fraguó su popularidad en el Congreso, tribuna históricamente malgastada por UPN y PSN que ella supo rentabilizar como nadie.

Si algo sabe Uxue es hablar, aunque ahora lo haga a cuentagotas. Entonces lo hizo como locutora en ETB, lo bordó en Madrid, y se dejó ver en Pamplona. Encandiló, sin que ninguno de los otros cuatro diputados navarros mudos le hiciera sombra. Su voz llegaba. Supo trabajarse a sus colegas periodistas, que incluso la premiaron. Por fin el nacionalismo encontró un referente amable en Navarra. A partir de ahí, la carrera de la actual presidenta resultó meteórica, liderando coaliciones o ampliando su discurso al Ayuntamiento pamplonés. El tercer paso, el Gobierno, resultaba obligado.

En cierto modo, Uxue Barcos llegó al Gobierno como Yolanda Barcina, avalada por una trayectoria a través de la cual forjó una imagen de éxito. Había más coincidencias. Si bien sus puntos fuertes no eran los mismos -la gestión en una y el pico de oro en otra-, y existen diferencias claras -aquélla mandaba todo y ésta nada-, el punto débil afloró pronto en ambas.

Y es que una cosa es hablar o gestionar y otra muy diferente dirigir el equipo del Gobierno de Navarra, hacer política para todos los navarros. Enseguida quedó evidente en Yolanda Barcina la falta de cintura negociadora y, sobre todo, la carencia de discurso político más allá de cuatro principios básicos. Acabó como pudo, y nunca mejor dicho, atrincherada por los muros de Palacio, cada día más cuestionada en la calle o en la sede de su Partido. Algo muy parecido ocurre con la actual presidenta del 'cuatripartito'.

No resulta lo mismo un discurso bonito en una tribuna sin interlocutor como las Cortes de España que bajar al debate abierto a ras de suelo y sobre temas impredecibles. No es igual comunicar frases preparadas y titulares inducidos a micrófonos amables, que aparecer cuestionada de forma insidiosa por periodistas ávidos de morbo. Hasta llegar al Gobierno, Uxue Barkos se había movido entre aplausos continuados. Ahora ya sabe qué significa escuchar lindezas de todo tipo y pelaje en los lugares más dispares, y sobre todo dentro de su propio coalición. Pero no sabía ella, ni sus Partidos afines, cómo reaccionaría. Tampoco importaba mucho.

El nacionalismo buscaba un rostro con que venderse y lo encontró en Uxue Barkos. Es lo único que importaba, el marketing, y desde luego la jugada les salió redonda. Pudieron y, a espera del veredicto judicial, podrán dañarle las dietas cobradas sin asistir en el Ayuntamiento de Pamplona, pero ni UPN ni otros portavoces sociales anduvieron finos, la dejaron salir indenme de un asunto tan turbio. Le allanaron entre todos el camino a Palacio, sin plantearse nadie qué había detrás de la pantalla. Su trayectoria escondía una imagen vacía de contenido a diferencias de la de políticos solventes como Patxi Zabaleta, Adolfo Araiz o un Iñigo Nuin, por ejemplo. Se impuso el marketing dentro y ganó fuera.

Pero no es igual poner el rostro, o decir cuatro fases oportunas de vez en cuando, que liderar un Gobierno, y más éste, tan complicado, tan interesado, tan polémico, tan fruto de una tormenta perfecta. La presidente tiene bien claro que con un micrófono delante siempre desagradará a alguien de su 'cuatripartito' o a una mayoría de navarros, es decir, meterá la pata en un sentido u otro.

La conclusión resulta sencilla: mejor estar callada. Pero, claro, una presidenta de Gobierno debe salir a la palestra, debe estar preparada para dar explicaciones, debe informar, comunicar, debatir… ejercer nsu liderazgo y ahí es donde Uxue Barkos ha desaparecido. Cuando da la cara es por obligación, cuando no cabe otra. A cambio, delega en sus consejeros, cada cual de diferente tipo y pelaje, y sobre todo en su portavoz parlamentario, el 'Komisario Martínez'. También se ve obligada por su falta de talante para el debate. Ni aguanta las críticas, ni podrá acostumbrarse a ellas, y menos todavía el debate abierto, donde además ha cometido graves equivocaciones. En definitiva, su cintura parece de cristal. Pierde los papeles con relativa facilidad.

En estos momentos, Uxue Barkos es la presidenta del Gobierno, con lo todo lo que esto significa. Pero ni lidera el Gobierno, donde cada cual va a su bola, ni mucho menos el conglomerado de intereses políticos de los cuatro grupos en el poder. Lo único que se le pide es que siga poniendo el rostro y poco más. Como a Felipe VI. Para lo demás, ya se entienden los pesos pesados. Lo mismo ocurre en la calle, donde a pesar de que pueda seguir siendo la figura más conocida, como presidenta que es, su liderazgo social cada día se corresponde menos con el cargo. Se diluye en su silencio.

¿Repetirá elecciones Uxue Barkos? De entrada, nadie le asegura repetir en Palacio tras unos comicios. Peor todavía, seguramente quedaría fuera, entre otras cosas por la deriva electoral de Geroa Bai. Por tanto, sabe que si vuelve a intentarlo tiene mucho que perder y poco que ganar. De hecho, en su Partido ya le buscaron un relevo. Y es que, posiblemente, las dos últimas presidentas están llamadas al final a tener más puntos en común de los que Uxue hubiese querido. Hay que esperar.


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