• viernes, 19 de abril de 2024
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Opinión / osasuNAvarra

Osasuna ridiculiza el 'quiere pero no puede'

Por José Mª Esparza

Los dos goles granadinos fueron de risa, pero es que los rojillos ni siquiera hicieron una ocasión de incomodar el juego al fallo del rival de Diego Martínez.

Carlos Clerc en el partido entre Granada y Osasuna correspondiente a la tercera jornada de la Liga123 disputado en el estadio de Los Cármenes. FOTO - LALIGA (7)
El osasunista Carlos Clerc pugna con un rival durante el partido entre Granada y Osasuna correspondiente a la tercera jornada de la Liga123 disputado en el estadio de Los Cármenes. FOTO - LALIGA

Para meter gol hay que disparar, crear peligro, pisar área, hacer alguna genialidad… ¡algo! Desde luego que Osasuna no hizo nada en Granada. Nada de nada. Como en los dos partidos anteriores, quería pero no podía. Trataba de llegar, pero no nunca lo consiguió. 

Todo esto ante un equipo como los de Diego Martínez, que no juegan a nada más que a rentabilizar el fallo del contrario, y vaya si los encontró. En el primer gol hizo aguas la parte izquierda de la defensa, con redoble de trompetas del nuevo portero. Maldita la espera para esto.

En el segundo gol el árbitro pitó un penalti de risa, de los nunca señalados. Una falta inocente en la esquina del área que jamás habría ido a más, pero que fue falta, tan inoportuna como innecesaria, para más inri, y de un jugador que quizás debió estar ahí pero que ya no tiene remedio. Penalti, gol. A casa, buenas noches, que le sea a usted leve y a toda su parentela.  

En fútbol rara vez caben excusas. Siempre gana el que más goles mete, aunque solo sea por llegar más al área. Cagúenlaleche esto empieza a pintar mal. 

Si ante el Mallorca vimos a un Osasuna justico, y frente al Elche resultó muy justico, en Granada se fue al garete. Dicho de otra forma, si el primer tiempo del partido en Son Moix fue para no descender a Segunda B, en la visita a Granada deberíamos hablar del partido entero. Ni oficio ni beneficio.

En medio queda el empate ante el Elche, que mejor olvidar. Otro quiero y no puedo, y gracias. El primer problema se llama identidad: quiénes somos, dónde estamos, a dónde vamos. Da igual si con cantera o sin cantera. El problema de verdad se llama Osasuna y la temporada que nos queda por delante.

Acaba de empezar la Liga, apenas tres partidos de 42, más en Segunda, donde en tres jornadas cambia la tabla de arriba abajo, pero esto no acaba de cuajar. Hay bajas, esquema nuevo, muchas dudas, indefiniciones, empezando por la del objetivo final del mismo proyecto… En fin, hay que esperar. Pero pintan bastos. Lo de Granada baja la moral al más optimista.  Imposible saber a estas alturas a quién echar la culpa, si a Braulio o si debemos dejar en paz al ‘Factotum’, más callado que nunca y por tanto más inoperante.

O quizás haya que tranquilizar a Jagoba Arrasate para que se detenga unos minutos a pensar con parsimonia, a que explique por qué Miguel Flaño queda fuera de la convocatoria, o nadie diga en qué consisten los persistentes problemas musculares de Fran Mérida, a quien reclamaban hasta las campanas de la catedral de Granada, con tanta fuerza que estuvieron a punto de despertar a los Reyes Católicos del sueño eterno que duermen a unos metros de distancia.

No hizo nada Osasuna en Los Cármenes. Llegó, se dejó encajar un gol a los siete minutos y acabó el partido. Triste pero cierto. El equipo de Diego Martínez siempre jugó a lo mismo, desde el minuto uno al noventa, ya lo conocemos. Pero es que el que el de Jagoba Arrasate tardó una eternidad en reaccionar, y todavía más en hacer cambios. Hasta el principio de la segunda mitad no creímos ver algo diferente tras adelantarse el rival en el minuto siete, pero es que hasta la media hora de la segunda parte no salió ¡Lilllo! por un centrocampista.

Mal estamos. Muy mal. Si la primera sustitución consiste en un lateral derecho por un centrocampista (Lillo por Imanol), el mensaje casi resulta catastrófico. Y no queda ahí. Es que el segundo cambio quita a Xisco, que ciertamente estuvo desafortunado,  no sólo por él, y pone a David Rodríguez para sumar su tercer partido con unos guarismos sonrojantes. ¿Qué pasa aquí? Que alguien –Arrasate, Braulio, el ‘Factotum’, Sabalza- salga y nos lo  explique. El tercer cambio, desierto. Sin palabras.

No pasa nada. Excusas sobran. El inicio de campaña, los árbitros, la falta de engranaje, la madre que le parió, lo que sea… pero por favor que nos lo expliquen. Un partido como el del Granada resulta difícil de digerir por falta de actitud, relevancia, referencia, Historia, idiosincrasia, personalidad, perspectiva, objetivo, fiscalidad, proyecto de club, etcétera, etcétera…

Y no hemos hecho sino empezar.


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