• jueves, 25 de abril de 2024
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Opinión / osasuNAvarra

Girona - Osasuna: Me alegro por Kike Barja

Por José Mª Esparza

Empate justo en Montilivi. Hizo Osasuna más méritos, concretadas en ocasiones, pero el punto sabe bien, fruto de un despliegue táctico ambicioso que silenció Montilivi.

Seguro que Kike Barja se alegra, y mucho, de la llegada de Abde a Pamplona. Añade al equipo y el quiere lo mejor para Osasuna. Pero a nivel personal cuesta. Lógico, es humano. Resulta imposible no comparar, incluso para el propio canterano, que hasta puede sufrir un bloqueo al contemplar la velocidad, regate y espectacularidad del recién llegado, que le ha restado presencia, protagonismo. Es inevitable la comparación. Las prestaciones de Abdessamad Ezzalzouli ahí están. Ha levantado de su asiento al público de El Sadar, rendido al marroquí.

Esto es fútbol. Anoche Piqué concentraba la esencia del barcelonismo en estado puro, esta mañana abrió los ojos siendo un denostado. Este deporte, precisamente por ser de masas, no tiene memoria. Las masas no piensan, se dejan llevar, por eso cualquier Gobierno, con el de Pedro Sánchez a la cabeza, gasta tanto dinero en manipular. A la grada la llevan los sentimientos. Rara vez se detiene a pensar a quién deja en el camino.

No es lo mismo el juego de Kike Barja, un canterano de toda la vida que ha llegado a donde está a base de sangre sudor y lágrimas, que rinde en cada partido dejándose la vida en él, que el de Ez Abde, que acaba de llegar y besar el santo. Parece que a uno se le queda cara de … y nada de eso. Por todas estas razones, y muchas más, produce especial alegría el revolcón de Barja al destino cuando, con toda la rabia del mundo concentrada en dos segundos, aparta de su camino al defensa, se revuelve y dispara a la escuadra. Golazo.

Tras marcar no pudo ocultar su emoción. No era para menos. El gol significaba su reivindicación, dejaba atrás sus dudas, premiaba las carreras por la banda de El Sadar sin llegar a ninguna parte, rescataba de la memoria los muchos partidos en los que, dando lo mejor de sí mismo, ha ayudado a que Osasuna disfrute de donde está. El golazo le devuelve la vida, el convencimiento de que puede y debe. Una inyección de ánimo. El equipo le necesita. Quien tenga alguna duda, que repita las imágenes de las felicitaciones de sus compañeros.

La pena es que el golazo no obtuvo el premio de la victoria. Poco después un balón parado pésimamente cubierto, muy deficientemente defendido, imposibilitó que el golazo de Kike Barja fuera el de la victoria. Tampoco pasa nada. No puede decirse que el empate no haga justicia. La pena es que no encontraran más premio Kike Barja y el equipo, que hizo despliegue táctico eficaz, ocupó los espacios, imposibilitó los caminos al rival, jugó en campo contrario, con llegadas continuas a puerta, siempre con peligro.

Hubo un bajón en la segunda parte. Los locales marcharon hacia arriba, sin que los rojillos pudieran salir con holgura, ni tampoco recuperar el control que mantuvo la primera mitad. No cambió el panorama hasta el minuto 63, el acostumbrado para los cambios, que no fueron tanto para retomar la senda triunfo como para detener la sangría en el juego y recuperar el control. El punto es bueno.

Dos puntualizaciones.  La primera, que no me gustó la ausencia de Ante Budimir. ¡Ni siquiera unos minutos! Una mala noticia. La segunda, la publicidad de la Liga contra la hipotética Ley del Deporte. Y no porque esté a favor o en contra, que ni siquiera la he estudiado, sino porque encima de que pago me quieran comer el coco. Un respeto, por supuesto que a las personas, pero es que también al bolsillo.


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