• jueves, 25 de abril de 2024
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Opinión / osasuNAvarra

El futuro imperfecto del PPN

Por José Mª Esparza

La política es capaz de sorprender con lo más insospechado. El acuerdo voluntario de un Partido que supone de facto la firma de su propia defunción da una vuelta de tuerca más en pro del más difícil todavía. Algo de eso ha ocurrido con el Partido Popular de Navarra.

En el PPN estaban hundidos la semana pasada. En una reunión de urgencia tras conocer el acuerdo electoral con UPN, se quejaron públicamente del pacto alcanzado por la cúpula nacional de su Partido y que Mariano Rajoy ha venido a rubricar en Pamplona. De “generoso” lo tacharon, un puro eufemismo para no sembrar discordias en puertas de los comicios, ni herir susceptibilidades con profundos sentimientos de rabia. Es el problema de los partidos centralistas. Lo ha sufrido en sus carnes el PSN en reiteradas ocasiones, y ahora le vuelve a tocar al PPN agachar la cabeza ante el ninguneo de sus dirigentes estatalistas.

También ocurre en los partidos nacionalistas. Al fin y al cabo lo único que varía es la capitalidad que marca la dependencia. En lugar de Madrid, es Bilbao quien marca la pauta. Si no entraba Podemos en el cuatripartito al Senado, se salía IE, y entonces Geroa Bai tenía la prohibición de Sabin Etxea  para no concurrir en solitario con Bildu. Distintos perros, pero todos con los mismísimos collares. La dictadura del más fuerte. Puede la imposición nacional. Y si no, se corta el grifo, que realmente es lo que duele. Una vez más, la hipoteca del dinero embarga la autonomía. Ni en Podemos caben los okupas.

Volviendo al Partido Popular de Navarra,  el caso resulta más grave si cabe por cómo ha llegado. La dirección nacional ha claudicado a todas las peticiones de UPN. Únicamente se sale con los dos senadores, algo que el frentismo cuatripartista posiblemente reduzca a la mitad. El negocio resulta ruinoso para los populares de Madrid y, por cómo se ha dado el intercambio de cromos, deja mal parados a los de Pamplona. Tras el fracaso en las elecciones autonómicas dejan claro que tampoco pintan nada en las generales. El electorado les da la espalda en unas, y su propio Partido en las otras. ¿Merece la pena seguir así? En el PPN más de uno valoraba  echar la persiana hace unos días.

Y eso que no lo está haciendo mal el PP en este comienzo de legislatura. Con muchos menos medios (apenas dos parlamentarios) se muestra en el Parlamento de Navarra más activo con sus propuestas que UPN, limitado a apostillar con calificativos a la contra cada intervención gubernamental. El problema aquí es otro. Se llama conexión social, enganche, credibilidad. Por una parte, basta ver la cara de pocos amigos, y hasta de desgana, con la que los dirigentes nacionales del PP vienen a Navarra. Ni Soraya llega con ganas de bailar. Por otra, hasta los más incondicionales del PP se han visto tan decepcionados como el ex Ministro Gallardón ante el incumplimiento sistemático del programa electoral, ante el acostumbrado entreguismo a legislaciones heredadas de los Gobiernos socialistas.

Falta por ver el efecto real en Navarra de la presencia de Ciudadanos, pero hasta ahora siempre se ha considerado que existen votantes en función del tipo de comicios. El voto útil, dicen. Han elegido a UPN para las autonómicas y al PP para las nacionales, algo que no esconde buenas dosis de contradicción, incluso un despilfarro que ha mantenido con vida al PP. Estorba aquí hurtando votos al Partido con posibilidades reales de gobernar, dificultando además su entendimiento con el PSN, y se queda sin espacio político allí. Es decir, restan a UPN en Navarra y se ponen en sus brazos en el viaje a Madrid. ¿Quién lo entiende? Puro harakiri. Ciertamente, al Partido Popular se le presenta un futuro imperfecto en Navarra por deméritos propios. Se lo debería repensar. El sentir de la semana pasada entre una parte de su militancia estaba claro. A lo dicho: para seguir así, mejor echar la persiana. No compensa.


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