• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / osasuNAvarra

El futuro de Enrique Martín

Por José Mª Esparza

Osasuna tiene muchos problemas en el campo, y el más evidente son los apenas tres puntos en siete partidos acompañados de la sensación de que el equipo sigue en mantillas

El entrenador de Osasuna Enrique Martín durante el encuentro que les ha enfrentado a la U.D Las Palmas. EFE/Jesús Diges
El entrenador de Osasuna Enrique Martín durante el encuentro ante Las Palmas. EFE/Jesús Diges

Osasuna sigue en construcción. Una pretemporada y casi la quinta parte de la temporada después el equipo no tiene ni conformado el once ni juega asociado a un sistema. Cada partido resulta una incógnita, tanto por la alineación inicial como por la forma de encarar al rival.

El técnico, Enrique Martín, se ha justificado diciendo que quiere a los jugadores enchufados, frescos para las novedades de cada partido. Sin embargo, el mundo del fútbol emite en estos casos, con apenas tres puntos de 21 posibles, una sentencia contundente, inapelable. La sucesión continuada de rotaciones y sistemas indica que el entrenador todavía no ha dado con la tecla, no termina de aclararse. La pregunta que surge inmediatamente resulta igual de lógica: ¿dará con ella?

Vaya por delante el deseo de que Enrique Martín termine la temporada, pero con el equipo en Primera. Decir que si lo ha ascendido tiene derecho a descenderlo resulta una memez de tamaño imperial. Sería el primer caso en la historia del fútbol. Imposible encontrar un hara-kiri semejante.

A Martín debemos agradecerle infinitamente las dos veces que evitó el descenso a Segunda B, y el último ascenso a Primera, pero habría que impedirle a toda costa que consume su segundo descenso a Segunda, que es hacia donde camina Osasuna por la senda emprendida hace ya casi dos meses. Preocupante.

La primera excusa está clara, la de las novedades, demasiadas. Sin duda que visto lo visto, efectivamente parecen demasiadas. Todavía hay alguna de las once sin estrenarse, algo sorprendente con el carrusel de cambios habidos.

En cualquier caso, el argumento de los once fichajes se cae por su propio peso, por dos motivos. En primer lugar la plantilla se ha formado con la voluntad del míster y del director técnico, es decir, con el visto bueno y la aquiescencia de ambos. Incluso el fichaje de última hora, Javi Álamo, fue empeño  del entrenador. Él sabrá para qué.

En segundo lugar, la  cantidad de novedades tampoco sirven de excusa como dificultad para formar equipo. Ahí están el Alavés con 18 incorporaciones, o el Leganés con 14, con equipos competitivos y perfectamente ensamblados, con una trayectoria en las antípodas del equipo navarro.

Que supieron fichar mejor porque contaban con más medios, puede ser. Sin embargo, cuando un entrenador da el visto bueno a una plantilla, la asume y se responsabiliza de ella. A lo hecho pecho. Además, nadie puede dudar que la plantilla rojilla puede y debe dar mucho más que hasta hoy. Quizás hagan falta retoques navideños, pero la validez de su base resulta incuestionable. ¿Acaso es peor de aquella de Sabino y Armentano? El problema es no volverla loca y saber sacarle cuanto lleva dentro.

El parón liguero permite al entrenador trabajar conceptos con sus futbolistas,  y al aficionado levantar su mirada más allá del partido a partido, y las conclusiones no puedfen ser más desoladoras. La plantilla no está trabajada, el equipo ha perdido su personalidad, y el sistema resulta una sucesión de tumbos sin sentido. Hoy se presiona, mañana no; ahora cinco defensas, luego cuatro y después siete con cuatro laterales.

Primera parte con 2-0 jugando, y segunda con 0-2 sin competir. En fin, la lista de ejemplos sería larga. Partido a partido ha cuajado una sensación en el osasunismo que ya afecta hasta a los más incondicionales de Martín, y es que el entrenador todavía no ha aterrizado en la cruda realidad donde se encuentra.

Resulta comprensible que a raíz del ascenso Martín se instalara en una nube. Lo merecía tras lograr aquella cuadratura del círculo, difícil de explicar todavía a día de hoy.  Se instaló en una nube tan alejada de la realidad que comenzó a emitir mensajes tan equivocados como que hoy se sube y mañana se baja, pero que no pasa nada, que lo importante es disfrutar y ser feliz.

Vaya, que ni Blasillo sería tan optimista.  Así han transcurrido las jornadas, sin una victoria pero con felicidad a raudales. La paranoia insuperable ocurrió en el Santiago Bernabéu, con esa misma felicidad tras recibir cinco goles que pudieron ser quince. Pero claro, ésa no es nuestra Liga, escuchábamos esa tarde mientras el Alavés ganaba en el Camp Nou.

Nadie debe afirmar que Osasuna haya tirado las siete jornadas disputadas, pero los números cantan. Tres puntos. Obvio que tampoco nadie puede asegurar que las haya aprovechado. LParece que el entrenador ya ha bajado de la nube, pero lo malo es que sigue sin hablar de urgencias, y son los jugadores quienes un día tras otro lanzan críticas veladas a la situación del equipo, a su falta de carácter. ¿Qué pasará en Éibar o ante el Betis? Ojalá lleguen seis puntos, porque esto no puede seguir así un minuto más. La cuerda se rompe. Osasuna necesita seguir en Primera.

La marcha del equipo ha generado debate y en el osasunismo ha calado un posible cambio de entrenador. Los números sonrojan. El peor inicio de la historia. Difícil papeleta para la junta directiva que en tal caso debería acallar toda polémica con un nombre de relumbrón, para evitar disensiones. Sin duda, Martín es un icono para el aficionado medio. Lo bueno sería que pudiera seguir hasta junio, porque las cosas marchan bien. Si no, el club está muy por encima de sus iconos. Osasuna debe mirar hacia adelante, buscando siempre por un futuro mejor.


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