• sábado, 20 de abril de 2024
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Opinión / osasuNAvarra

Los fastos Arrasate tornaron en nefastos

Por José Mª Esparza

Partido para olvidar el del Camp Nou. Llegar a la media hora de partido en tal escenario con tres chicharros en contra quita al aficionado las ganas de seguir conectado a la tele. La película ya había terminado.

El inicio del encuentro despejó las pocas incógnitas que pudieran presentarse sobre el resultado final. No quedó ni el menor lugar a la sorpresa. Un partido de fútbol guarda similitudes con una película, comenzando por la hora y media de duración hasta llegar al desenlace final. En tal sentido, el filme de la visita de Osasuna al Camp Nou no pudo resultar más decepcionante. El director pudo colgar tranquilamente el “The End” a la media hora. Ya estaba todo resuelto, sin un atisbo de duda, ni de ganas por admirar el paisaje o el movimiento de los protagonistas. Para los culés, en cambio, restaba todavía demasiado disfrute.

El Barça saltó eléctrico al césped, mientras que Osasuna salió sin salida. Los blaugranas rompían por doquier mientras los rojillos permanecían estáticos. El equipo de Xavi mordía al de Arrasate, que se limitaba a esperar a ser devorado. Tan mal lo vio Jagoba que realizó tres cambios en el descanso. Lo nunca visto. Y lo peor es que las sustituciones no tuvieron otra finalidad que la de contener la hemorragia, al pasar de cuatro a cinco defensas, pegándoles el trivote justo por delante. Es decir, una vez confirmado el desastre, al menos evitar el ridículo.

En mal momento llegó esta visita al feudo barcelonista. Cortó la digestión de las celebraciones nunca vistas por la renovación de un entrenador, algo que podría entenderse de alguna forma dada la exageración de las mismas. Desconcentraron. De otra manera resulta difícil de entender la suma facilidad con que el Barça bailó a Osasuna desde el mismísimo arranque del encuentro.  Y eso que el técnico rojillo había proyectado un teórico bloque de contención para detener a su contrincante. No acertó en casi nada, por no decir en nada.

No obstante, sería injusto cargar las tintas en los errores rojillos para explicar cómo arrollaron los blaugranas. El conjunto de Xavi jugó endiabladamente vertical, con una velocidad de vértigo, con sus efectivos acompasados en una danza electrizante, que buscaban el desmarque, impedían la marca al hombre o invalidaban las zonas, al tiempo que al menos dos jugadores ya tapaban al rojillo que osase acercarse al balón. Ciertamente, el Barça hizo muchas cosas y todas bien, comenzando por su lección de intensidad, pero no podemos obviar que Osasuna le ayudó a cuajar su mejor partido en mucho tiempo.

En tales circunstancias, los cambios en el once inicial no hacen sino ahondar en la herida. Mejor no hacerlo. El estreno de titularidad de Iker Benito, por ejemplo, pasó desapercibido. No le quedó otra que intentar algunas acciones aisladas individuales para que nos enteráramos de su presencia. Trató de aguantar el tipo, al igual que el resto de sus compañeros, sin otra idea que atemperar el temporal, algo que a lo que Xavi Hernández ayudó al bajar el pistón en la segunda parte para dar descanso a sus hombres. El ritmo bajó, y también la intensidad, aunque dentro de la relajación generalizada, los culés se siguieron gustando, tanto que al fin Riki Puig celebró su primer gol de la temporada.


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