• miércoles, 24 de abril de 2024
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Opinión / osasuNAvarra

Los cambios mataron a Osasuna

Por José Mª Esparza

Era un partido de cero-cero tras los fallos ante Joel, pero tras los cambios de Arrasate la pérdida de presencia arriba y de posesión de balón condenaron a la derrota

Partido entre Betis y Osasuna disputado en el Benito Villamarín de Sevilla. FOTO: CA OSASUNA
Partido entre Betis y Osasuna disputado en el Benito Villamarín de Sevilla. FOTO: CA OSASUNA

Osasuna lo hizo bien. Gustó. Planteó un partido a domicilio como hay que mentalizarse en hacerlo, con el balón, con iniciativa, como en casa. Gozó de ocasiones… En fin, salió a ganar. Como debe, sin complejos. Palpó la victoria, a cambio amarraba el empate tras marrar cuatro ocasiones claras. Supo maniatar al Betis, desactivarle, cortocircuitarle con su reconocible 4-1-4-1. Los verdiblancos no daban una. Traspasaban la primera línea pero sin inquietar la segunda. A Sergio Herrera ni se le vio, nadie le obligó a entrar en juego. Sin embargo, Borja Iglesias anotó también ante los rojillos su segundo gol en Liga y ganó el Betis.

Jagoba Arrasate solía efectuar los cambios a tiempo y según el guion del partido. Después, cambió el proyecto de juego, confundiendo a los jugadores, y también de los cambios, que habían sido uno de sus fuertes. Primero, los ralentizó. Llegó a cambiar dos jugadores en el minuto 89 con el marcador en contra. Segundo, perdió sus señas de identidad en ellos. Si la campaña pasada logró plantear un encuentro nuevo con la posibilidad de los cinco cambios, en ésta se ha limitado a repetir de forma mecánica sus propuestas, sin objetivos reconocibles. Sin saber para qué, sin llegar a nada.

En el ‘Bonito’ Villamarín pagó muy caro Osasuna su viaje a ninguna parte. El técnico volvió a quitar a Rubén García, el más creativo del plantel, a Kike Barja, el único con desborde en banda, y al fajador y omnipresente Calleri, que además es capaz de presentarse ante el portero contrario. Amén de Moncayola, que sedimenta y compacta al conjunto. A cambió tomó decisiones como poner a Manu Sánchez de segundo lateral, dejar 85 minutos a Iñigo Pérez, que pierde un buen número de los balones que toca, o jugar con uno menos tras darle la enésima oportunidad a Enric Gallego, desaprovechada al igual que las anteriores.

Nunca sabré qué pretende con el balón Enric Gallego cada vez que lo toca, más allá de regalarlo al contrario. Tampoco he logrado comprender a día de hoy el pago de 4,5 millones, según entendí a largo, por un suplente del Getafe. Los designios del ‘factotum’, son inescrutables, como también los del ‘comisario político’. Nadie sabe qué ocurre con las lesiones musculares, es decir, cómo ha llegado el Club Atlético Osasuna a verse en cuadro ante una convocatoria trascendental. Eso sí, vemos pasear a Brasanac por la Estafeta para justificar honorarios del Comunication Team. Somos un equipo...

El caso es que, volviendo al ‘Bonito’ Villamarín, Osasuna se quedó sin argumentos tras las sustituciones del ingeniero Pellegrini. Perdió el balón y el partido de una tacada. Teníamos al Betis en su campo, y tras unos cambios manifiestamente defensivos, nos sorprendió en el nuestro. Una tragedia. Al traste con el trabajo realizado. Ni siquiera resultó posible el empate ante un equipo verdiblanco que había perdido los papeles con su juego, e incluso tirado la toalla más allá del titular de su banquillo. La decepción y la impotencia habían anidado ya en los jugadores.

Sienta mal la derrota porque tras buscar abiertamente la victoria, tenerla en la mano con el planteamiento táctico ambicioso, una nueva vuelta de tuerca estratégica da al traste con el trabajo realizado, con las expectativas levantadas. Una oportunidad manifiestamente dilapidada. Insisto, el partido de Osasuna resultó francamente elogiable hasta poco antes de encajar el gol. Hasta podría calificarse como uno de los mejores de la Liga, de los más reconocibles por juego y oportunidades generadas. Sin embargo, tales prolegómenos acabaron en decepción tras las decisiones tomadas desde el banquillo.


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